junio 2011

La génesis del estado sionista-fascista de Israel
y la falacia del reformismo sobre “la clase obrera Israelí”


La izquierda reformista mundial dice que, para que Palestina se libere, hay que unificar a los explotados palestinos con una supuesta “clase obrera israelí”. Pero Israel es un estado fascista ficticio que por más de 60 años ha martirizado al pueblo palestino.
El imperialismo yanqui, apoyado en el sionismo (movimiento apoyado por sectores de la gran burguesía financiera de origen judío) lanzó la idea, en la primera mitad del siglo XX, de la creación del “estado de Israel”. Esto lo hizo tras las banderas de “un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, eligiendo a Palestina por sus tradiciones “bíblicas”. Sin embargo, esto no era más que la forma de encubrir el verdadero plan imperialista: establecer un dispositivo militar para controlar a las masas oprimidas de Medio Oriente y, a la vez, asegurarse el acceso a las rutas petroleras de la región. La creación de este estado de Israel fue sostenida por el stalinismo a la salida de la Segunda Guerra Mundial, como parte de los pactos de Yalta y Postdam.

Plantear hoy la política de unidad de las masas palestinas con la “clase obrera de la nación israelí”, equivale a reconocer la existencia del estado de Israel, que no es más que un enclave militar del imperialismo que usurpa las tierras de la Palestina histórica. Por eso no puede hablarse de ninguna “clase obrera israelí”. El que plantea esto termina, inevitablemente, a los pies del sionismo que ocupó Palestina a sangre y fuego, y a los pies del carnicero Obama y su plan de “dos estados” que busca el reconocimiento de su dispositivo militar.
Los trotskistas de la FLTI, junto a las masas palestinas, no reconocemos a Israel y afirmamos que no existe ninguna clase obrera israelí, puesto que no hay ninguna nación “judía” ni “israelí”. Lo que hay es una legión de “colonos” parásitos, pistoleros, rompehuelgas, carneros y mercenarios pagos por el gran capital para darle base social a ese enclave militar en la región.
Los que hablan de la clase obrera israelí, política impulsada por el stalinismo, por corrientes como el PO de Argentina o el NPA de Francia y, en general, todas las demás corrientes de renegados del trotskismo, aceptan el plan de dos estados de Obama.
Otra cosa es respecto a los obreros de religión judía. Ante ellos, el marxismo revolucionario plantea que aquel que tenga conciencia de clase debe romper con el sionismo, con la Histadrut (sindicato sionista fascista), unirse a los sindicatos palestinos y al combate por la destrucción del estado sionista de Israel.
Solo le reconocemos, a esa supuesta “clase obrera israelí”, el derecho a pasarse inmediatamente, con armas y bagajes, a las filas de la clase obrera y el pueblo palestino, a ir a los ghettos y campos de concentración de Gaza y Cisjordania a ponerse a su disposición y en la primera línea de combate para tirar contra su propia burguesía sionista, para luchar y morir por la destrucción del estado sionista fascista de Israel, por la independencia de Palestina y por un estado palestino laico, democrático y no racista, bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas insurrectas. ¡Es la única forma de plantear la unidad! ¡Sólo así los trabajadores y jóvenes judíos que abracen la causa de la revolución palestina encontrarán un lugar junto a las masas palestinas!