25-08-2014

Quienes encabezan la lucha por la libertad de los presos palestinos hablan a los trabajadores y jóvenes del mundo:

“Fuimos a ver a Hamas, a la Autoridad Palestina, a todos. Primero nos abrieron sus puertas, después nos dieron la espalda”

“Lo que hacen ustedes, junto a lo que hacen muchos en el mundo, supera a lo que hacen los que se dicen amigos de los países árabes”

Los padres de Samer, Shirin y Medhat Issawi: “¡Quiero a mis hijos en casa!”

Se podría escribir un libro, pero se podría sintetizar en una frase: “Quiero a mis chicos en casa”. Esta es la historia de una madre que concentra la lucha de las masas palestinas contra las fuerzas sionistas de ocupación. ¿Qué quiere decir esto? Que su casa sea atacada, que en las protestas sus hijos sean asesinados por las fuerzas invasoras, que viva con el miedo de que por las noches alguno de sus hijos sea llevado preso, sufrir años de encarcelamiento… en síntesis no poder ver a sus hijos, crecer sabiendo que se quedan sin tierra, que no hay trabajo y que los obligan a vivir en verdaderos ghettos.
Esta es la historia de Laila y Tareq al-Issawi. La voy a contar desde lo que ellos me hablaron, con los que ellos yo compartí y de la fortaleza que se tiene.
Era el día domingo 24 de agosto al medio día. Me dirijo al barrio Issawiya en Jerusalén este. Este es uno de los barrios más cerca de las fronteras para ir a Rammallah (Cisjordania). El colectivero dice algo en árabe que no entiendo. Le pregunto a la pasajera de al lado mío, porque noto entre los pasajeros una cierta molestia. Me responde que el colectivero anunció que hay controles y que todos los que tengan pasaporte palestinos se bajen. De esta forma el colectivero previene a los que pueden ser arrestados. Se bajan unos cuantos, y nos paran los milicos asesinos, dos mujeres. Nos piden a todos nuestros documentos. Todos tenían identificación azul (es decir documento israelita). El problema es cuando solo se tiene el verde (palestino). Las sionistas agarran uno de los documentos. Hablan por su walkietalkie y llama al pasajero perteneciente a ese documento, un joven palestino. Le devuelven su documento y lo arrestan. ¿Por qué? Por ser palestino-hombre-joven. Esto es “normal”; se sabe que “puede pasar”. Así viven todos los días las masas palestinas, en Jerusalén o en Cisjordania o en Gaza o en cualquier parte de la Palestina ocupada.
Así comenzó mi visita al barrio Issawiya. Llego a la casa de Laila y Tareq. Tienen un jardín hermoso que lo cuida cada mañana Tareq, el padre de la familia, aunque el crédito de tan hermoso jardín se lo lleva Laila, la mamá de la familia. Me recibieron con los brazos abiertos. Ni siquiera la barrera idiomática fue un impedimento para hacerme sentir que estaba con parte de mi familia.
Charlamos sobre el caso de sus hijos: Samer, Shireen y Medhat. El caso de Samer es complicado. Está relacionado al famoso caso del intercambio de presos por el soldado Shadiat. Luego lo vuelven a arrestar, como a la mayoría de los 1000 que liberaron con el intercambio, y ahora estos mismos están a la espera de su “liberación” que es parte de las negociaciones que se llevan adelante en El Cairo.
Una amiga que habla árabe me traduce parte de uno de los videos de la entrevista a Laila y me cuenta lo que dice: “Fuimos a ver a Hamas, a la Autoridad Palestina, a todos. Primero nos abrieron sus puertas, después nos dieron la espalda” y se me viene a la mente las palabras de Tareq, quien me ha contado decenas de anécdotas de Laila y de los hijos. Cada anécdota resalta la valentía y fortaleza que ellos deben tener día a día. Tareq me contaba: “Ella fue a la Autoridad Palestina, fue a ver a todos, a las embajadas, a todos lados, y le decían que querés, cómo podemos ayudarte, y ella solo respondía “Quiero a Samer”. Obviamente que nadie de la Autoridad Palestina ha hecho nada para liberarlo. Solo las masas palestinas se han alzado pidiendo la libertad de los presos palestinos.

Los otros dos casos de sus hijos pertenecen al rótulo conocido como “detención administrativa”. No hay causa –en realidad hay, pero es “ultra-ultra-ultra secreta”, hasta el abogado que los defiende no puede saberla- y sin decir nada los hacen pasar audiencias cada 6 meses o 3 meses, y más audiencias hasta que la “jueza” los deje en libertad o los sentencien. El caso de Medhat es muy triste. Lo encelaron por 8 años. Salió en libertad por un período muy corto, momento en el cual la mujer quedó embarazada, y luego lo volvieron a arrestar. Salió nuevamente en libertad por 4 meses para cuando la hija tenía cerca de un año, y nuevamente lo encarcelaron hasta el día de la fecha. La niña es una pequeña que ahora no tiene ni dos años y disfruta por las tardes que su abuelo la hamaque en el hall de la casa o salir a caminar con su abuelo por el barrio, mientras todo el pueblo lo saluda.
El caso de Shireen fue un golpe muy duro para la familia. Era el golpe certero para terminar de quebrar a toda la familia, cuestión que no lo logró. Ella peleó por la libertad de su hermano, y junto a su otra hermana son un sostén para la casa y sus padres, que ya están grandes de edad y muy desgastados por la experiencia vivida. Los padres dicen que ellas dos son las más inteligentes y con las que se puede contar para todo. Shireen era uno de los corazones de la casa, ya que la otra hermana vive en un pueblo cerca con su familia. Me cuentan que hace más de un mes está en lo que llaman “aislamiento”. Yo eso ya lo sabía, pero no sabía porqué. Parece ser que, en medio del ataque a Gaza, a fines de Ramadán, un soldado de las fuerzas sionistas le dijo que había que festejar y ella le contestó “no hay nada que festejar mientras mi pueblo está muriendo en Gaza”. Creo que el final de la anécdota es un poco más violenta, pero el ocupante sionista le dijo que no era manera de hablarle y la pusieron en aislamiento por tiempo indeterminado. La valentía de Shireen demuestra que ni siquiera en prisión las masas palestinas se dejan subordinar por las fuerzas sionistas.

Laila tiene un mensaje claro para todos los trabajadores, jóvenes, campesinos pobres y madres del mundo: que se alcen junto a ella, que se pongan de pie para impedir que las fuerzas de ocupación sigan reprimiendo a las masas palestinas confiscándolas en verdaderos ghettos. Ella habla en nombre de todas las madres palestinas. Porque todas quieren ver crecer a sus hijos libres y sin el miedo cotidiano a que los maten o arresten, y no quieren que sigan creciendo en esta verdadera prisión a cielo abierto que es Gaza y Cisjordania.

Tareq y Laila escucharon atentos la historia de Las Heras. Vieron cómo en las calles del mundo, como en Buenos Aires o Santiago, los presos de Las Heras, los trabajadores de Paty toman en sus manos y como parte de sus demandas la lucha de la nación palestina, por los presos palestinos y del mundo. Luego de que Laila y Tareg leyeron diferentes resoluciones, llamamientos y pronunciamientos de la Comisión de los Trabajadores Condenados de Las Heras, Familiares y Amigos (Congreso Obrero 12 Octubre 2013), les leí la carta de los trabajadores de Las Heras que llama a pelear por la libertad de los presos del mundo y de la necesidad de poner en pie un Red Internacional para luchar por ello. No lo dudaron ni un minuto. Con una sonrisa en la cara me dijeron que le harían llegar este mensaje a sus hijos encarcelados y les dejé una copia. Me agradecieron la ayuda y apoyo que se hacía a nivel internacional, en especial viniendo de trabajadores condenados. Me agradecieron de hacer tal viaje sin importarme el riesgo que eso llevaba, y me dijeron: “lo que hacen ustedes, junto a lo que hacen muchos en el mundo supera a lo que hacen los que se dicen amigos de los países árabes”.
Ellos tienen en claro una cuestión: que la pelea no es solo por sus hijos. Saben que cada familia vive una situación similar, ya sea porque tienen un padre arrestado, o un hijo asesinado, o su casa ha sido atacada, o algún familiar herido. Pero también demuestran cómo enfrentar a las fuerzas sionistas buscando la unidad y solidaridad de las masas del mundo. Y me debo remontar nuevamente a las palabras de Laila: “quiero estar en mi casa con mis hijos y nietos, la libertad de ellos no depende de la ONU u otras embajadas que ya han demostrado que no hacen nada. Depende de todos nosotros, de los palestinos que están dentro y fuera de la palestina ocupada, y de las fuerzas de cientos de jóvenes en el mundo que ya se han alzado contra el genocidio en Gaza.”

Hoy, mientras termino de escribir estas líneas, las noticias muestran que la situación en Gaza empeora, que el número de muertos aumenta y las condiciones de vida no tienen palabras para ser descriptas. Toda Gaza está destruida y sólo se escuchan los zumbidos de los drones sobre la cabeza de los palestinos. Pero algo que sobresalta en la existencia de las masas palestinas es su fortaleza para defender su tierra, para ponerse de pie y pelear contra quien la ha usurpado. Saben que si no se destruye a ese estado de ocupación, gendarme en la región, no habrá ni pan, ni trabajo ni libertad.
En las calles de Cisjordania y Jerusalén se siente el odio generalizado contra la Autoridad Palestina (AP) y su presidente pro-israelí Mahmoud Abbas, que tiene una policía local sólo para reprimir a los jóvenes y obreros que se alzan contra la ocupación. También se siente la bronca y odio contra las fuerzas sionistas, que masacra, hambrea y reprime a las masas palestinas. Por eso, en cada combate, los trabajadores, jóvenes, campesinos pobres junto a sus mujeres –madres, hijas y hermanas de los mártires y de los presos- dejan todo de sí. Hoy lo que se necesita que surja de cada combate de barricada es la revolución, como la de 2000, que se hizo contra la policía de la Autoridad Palestina, asaltando las comisarias para tomar las armas y usarlas para combatir contra las fuerzas de ocupación.
Hoy desafortunadamente nadie hace este llamado, ni Hamas –con toda la autoridad que tiene- ni mucho menos las demás corrientes políticas que se dicen de izquierda y obviamente “opositoras” de la Autoridad Palestina. Hoy lo que las masas necesitan para parar el genocidio en Gaza es que se profundicen las acciones y la solidaridad en las calles de las metrópolis imperialistas. Pero es fundamental que las masas de toda la Palestina se alcen. Por una sola guerra contra el sionismo, que está bajo las ordenes de Obama, en tola la nación Palestina, desde el rio Jordán hasta el mar. Así conquistaremos las mejores condiciones para liberar a todos los presos palestinos.