|  Las  condiciones para la toma del poder de la clase obrera y sus organizaciones  comienzan a descomponerse un pocoEl imperialismo  apoyado en el CNL y  la base social del  khadafismo larga una feroz contraofensiva contra las masas
 Las burguesías  locales con ejércitos por ciudad intentan someter y controlar a las milicias  que el CNL no puede doblegar
 ¡NO HAY TIEMPO  QUE PERDER!
 HAY QUE COORDINAR  Y CENTRALIZAR YA EL DOBLE PODER DE LOS DE  ABAJO,
 DE  LAS KATIVAS Y LAS  ORGANIZACIONES OBRERAS EN LUCHA
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                          ¡QUE SE VAYA EL  CNL, SUS POLÍTICOS Y MILICOS KHADAFISTAS, 
              SOSTENIDOS POR OBAMA Y LA OTAN!
              
              ¡VIVA LA HUELGA  GENERAL REVOLUCIONARIA 
              DE LOS OBREROS PETROLEROS DE LIBIA!
                          El 18 de noviembre,  dábamos cuenta de una contraofensiva en Trípoli del gobierno del CNL para  despejar a la ciudad de todas las milicias que allí estaban establecidas, desde  la caída de Khadafy.
              Nuevamente, el gobierno del CNL logra volcar fuerzas reaccionarias a las  calles, que no son más que todos los funcionarios de la administración pública  y del aparato del estado, que ayer funcionaban bajo las órdenes de Khadafy.
              En Bengasi, el gobierno local había amenazado con que no se pagaban los  sueldos a los trabajadores municipales y a los empleados públicos, porque según  aducían era “por culpa de los obreros del petróleo que paralizan las plantas  por sus demandas de salario y mejores condiciones de trabajo, cayó la  producción de barriles de petróleo a más de la mitad y no hay fondo para pagar  salarios”. 
              Está claro entonces, que el gobierno del CNL que aparecía “debilitado”,  “bonachón”, preparó agazapado una celada y una trampa contra las masas, que  desde el mes de marzo habían comenzado una dura ofensiva por sus demandas. 
             
            El CNL se mostraba como un gobierno “bueno”, “presionable”, “amigo del  pueblo”. Todas las ciudades tenían instaladas en la Trípoli liberada por la  revolución, a la caída de Khadafy, sus milicias, encargadas de conseguir  presupuesto y las demandas inmediatas de los explotados que representaban.
            Pero, como veníamos insistiendo, con las acciones de mayo de las milicias  imponiendo la ley por la que ningún político khadafista podía estar en el  gobierno y con el desarrollo de una huelga revolucionaria de los obreros  petroleros de toda Libia desde el mes de Julio, la situación de la relación  entre las clases se volvió insoportable. El régimen de dualidad de poderes: el  CNL por un lado y las masas armadas y con una huelga general revolucionaria por  otro, (que llevó a las masas de Libia a controlar la riqueza fundamental del  país, el petróleo) volvió insoportable la existencia de dos poderes dentro de  un mismo estado.
              El CNL debía tomar antes el control de las ciudades, puesto que las masas  en armas con sus Kativas jamás permitirían que el nuevo ejército del CNL, bajo  el mando de la CIA, ataque abiertamente a los obreros huelguistas y los  desaloje de las plantas de petróleo que ellos controlan.
              
              El CNL prepara una nueva trampa, esta vez en  Trípoli, para derrotar a las milicias en la capital de Libia
            El 15 de noviembre fue el día de la trampa, preparada con precisión por el  CNL, las burguesías locales de las ciudades más importantes de Libia como  Trípoli, Misarrata y Bengasi, bajo las órdenes de Obama y los enviados de la  CIA que con la base social del khadafismo, controla las operaciones  contrarrevolucionarias que se desataron contra las masas. 
            Cuando la reacción ataca los cuarteles de las milicias en Trípoli en el  barrio Garbur (que antes era el lugar donde vivía la alta burguesía khadafista,  cuyas viviendas fueron expropiadas por los rebeldes) inmediatamente la  burguesía de Misarrata, Bengasi, Saitén, etc., llaman a las milicias a que  regresen a sus ciudades. 
              En el trayecto a Misarrata, inclusive, las milicias son atacadas por el  ejército oficial y desarmadas y disueltas, sin pagarles un peso, a su llegada a  la ciudad. 
              Fue un plan organizado cuidadosamente para desarmar y disciplinar a las  masas. La clave es disolver el doble poder armado de estas, a los 250 mil obreros  y jóvenes que aplastaron a Khadafy.
              El plan burgués es destruir el poder de los explotados y eso significa  desarmarlos. Ya están a contrarreloj. La revolución llegó al punto en que los  explotados, que volvieron con sus armas luego de derrotar a Khadafy, fueron a  buscar lo que les corresponde: el petróleo, que es saqueado de Libia por el  imperialismo, para conquistar el pan y su dignidad. A la caída de Khadafy, las  empresas petroleras imperialistas quedaron controladas por sus guardias de  seguridad privadas que inclusive aumentaron a un par de decenas de miles. 
            Los obreros volvían como vencedores y esperaban lo que les correspondían  por haber combatido a Khadafy. En los directorios de las empresas estaban los  mismos testaferros khadafistas de las empresas imperialistas. El salario seguía  siendo el mismo. Las condiciones de trabajo aún peor. Y desde Julio estallaron  oleadas de huelgas revolucionarias de los petroleros de Este a Oeste que  dispersaron a las guardias privadas de la ENI, la Totalfina, la Repsol, y  custodiados por milicias inclusive empezaron a vender desde los puertos el  petróleo a los barcos que se acercaban a cargar.
            El gobierno, en la trastienda, venía rearmando un ejército con la  oficialidad khadafista, que aún no puede atacar abiertamente  a las milicias y desarmarlas, sin antes sacar  fuerzas reaccionarias a las calles y contar con las burguesías locales y de las  distintas ciudades para que las desarmen o bien que las legalicen como parte  del ejército oficial.
            Lo mismo que hizo el gobierno en las ciudades con este golpe sobre Tripoli  como ayer en Bengazi, es el que se intenta hacer ahora con la huelga petrolera,  echándoles la culpa del desabastecimiento y la parálisis de las ciudades a los  trabajadores petroleros. 
            El Congreso norteamericano y la flota yanqui en el Mediterráneo junto al  comando del imperialismo francés en Mali dirigen todas las operaciones  políticas y de esta contraofensiva de la reacción en Libia. Este estado mayor  centralizó a todas las fracciones burguesas para atacar a las masas. Contaron, a su favor, con que el doble  poder, las milicias y los obreros petroleros de toda Libia en huelga, no está  centralizado ni coordinado a nivel nacional, sino aislado ciudad por ciudad. 
              Hubo un acuerdo central entre las burguesías de Misarrata, Bengasi y  Trípoli, bajo el mando yanqui, de cómo repartirse los 37 mil millones de  dólares de la renta petrolera, junto a la BP, la ENI, etc. Este es el acuerdo  que está cerrado por arriba. 
            Como ya dijimos, el punto de inflexión para esta contraofensiva fueron dos  acontecimientos que expresaron que se reabría la revolución Libia, es decir  poniendo gravemente en peligro la expropiación que esta había sufrido por parte  de los burgueses y generales khadafistas. Es decir, poniendo en peligro al  gobierno que había expropiado, con burgueses y generales khadafistas la  revolución.
              Esta nueva ofensiva revolucionaria que estaba y está en ciernes ya ataca  directamente a la burguesía, al CNL que encubrió al saqueo del imperialismo en  Libia cuando las masas derrotaron a su agente directo que era Khadafy.
            Por un lado, y volvemos a recordar, cómo fue la ofensiva de mayo cuando  las milicias, instaladas en Trípoli, impusieron la ley de “aislamiento  político,” tomando inclusive el parlamento y amenazando con disolver al CNL,  para expulsar a todos los funcionarios que hubieran tenido relación y cumplido  funciones en el gobierno de Khadafy. En ese momento tomaron inclusive  físicamente y con las armas al parlamento y amenazaron con disolver al mismo  CNL. Esto llevaba, por ejemplo, a que el actual primer Ministro Zeidán, y todo  su gabinete, tuvieran que renunciar por haber sido funcionarios en el gobierno  khadafista. 
            El CNL intentó cubrirse ante esta ofensiva llamando a otro consejo de  notables de todas las ciudades de Libia, para redactar otra constitución, que incluyera  la ley por la cual ningún khadafista pueda estar en el gobierno. Demagogia,  mentiras que este gobierno jamás puede, con las milicias obreras apuntándoles a  la cabeza en Trípoli, cumplir sin suicidarse a sí mismo. Así se mantuvo el  gobierno del CNL hasta ahora. Pero la mentira se acababa. La ley de  “aislamiento político” jamás podía ser cumplida, puesto que el estado, el  gobierno y los funcionarios públicos de Libia son todos Khadafistas agentes del  imperialismo que la saquea. El choque era inevitable. La burguesía puso un  tiempo. El 15 de Noviembre se van todas las milicias de Trípoli, y el 31 de Diciembre  entregan todas las armas.
            El Congreso votó esa ley en mayo bajo presión “in extremis” con la pistola  en la cabeza de las milicias. El sector más radical de las milicias pedía que  caiga todo el aparato del estado puesto que todos los funcionarios del estado  son khadafistas.
              La burguesía no podía funcionar “normalmente”. El poder de los explotados  se sentía “fuerte” y justamente esto provocaba la ilusión de que podía obligar  al gobierno del CNL a cumplir todas sus demandas. Al hacerlo, el poder de los  explotados desorganizaba a cada paso al estado burgués. Ante este hecho la  burguesía definió que debía aplastar el poder de los explotados para poder  estabilizar sus instituciones de dominio, antes de que esta segunda embestida  revolucionaria de las masas se desarrollara y disolviera las instituciones de  dominio que expropiaron la revolución Libia: el CNL y su parlamento fantoche de  políticos khadafistas. 
            El CNL recupera Trípoli para restablecer su  poder y el de la burguesía e intenta preparar las condiciones para nuevos  golpes contrarrevolucionarios contra las masas en lucha
            Como ayer en la insurrección que ajusticiaba a Khadafy, en el 2013 con la  ocupación del Congreso en Trípoli en mayo y las huelgas petroleras, se ponía al  orden del día que la clase obrera  centralizara sus organismos a nivel nacional y que se haga del poder, para  llevar al triunfo el programa que levantaban las masas de “fuera los  khadafistas” para conquistar el pan y terminar con la miseria. 
            El doble poder no estaba centralizado, este vivía en las masas armadas, en  los comités de las huelgas petroleras y en las delegaciones de las milicias  establecidas en Trípoli. La expulsión de  las milicias de Trípoli es un factor clave para estabilizar al gobierno del CNL  en la capital de Libia, y restablecer nuevamente el poder militar del primer  cuerpo del ejército khadafista, esta vez bajo el mando ya directo del CNL  que es el mismo perro khadafista, con otro collar, bajo el mando de Obama. 
            Este plan tiene el nombre de “escudo libio”, es decir, escudo contra las  masas revolucionarias de Libia. 
              Un gobierno en crisis, debilitado, logra tomar nuevamente el control de  Trípoli. Dispersa aún más el doble poder de las masas… en las distintas ciudades,  las burguesías regionales entran al acuerdo con el CNL e intentan reconstruir,  de hecho, el viejo “consejo de tribus de Khadafy”. Pero pueden avanzar en este camino sólo si terminan de aplastar a las  milicias y a la huelga revolucionaria de los obreros petroleros. 
             
            Otras fracciones burguesas aún no han entrado al acuerdo como sucede con  la  brigada islamita, llamada Ansar  al-Sharia, que es expresión de la burguesía islámica salafista que se disputa  el petróleo en el Este de Libia, con las fracciones burguesas ligadas  directamente al CNL. Es más, esta fracción burguesa, en puertos del Este, ya ha  amenazado con poner en pie petroleras a su nombre, que comercien directamente  el petróleo al mercado mundial. 
              Los choques militares con el ejército del CNL en Bengasi ya son abiertos.  Es indudable que esta fracción burguesa islamista montada en nombre de las  “luchas antiimperialistas” en Irak, en Siria, ha logrado organizar y canalizar  el odio de lo más combativo de la clase obrera y la juventud contra el gobierno  del CNL y el imperialismo en Bengasi. 
              Ello significa también, entonces, que en esta crisis, emergen burguesías  locales que quieren renegociar con el imperialismo y otras fracciones de la  burguesía la renta petrolera apoyándose en las masas. Esto también es utilizado  por el imperialismo para controlar todo proceso de radicalización de masas que  se le escape de manos al CNL, puesto que transformar estas milicias en  partidos-ejércitos, como ya lo vemos en Siria es otra variante para someter al  doble poder de las masas a la burguesía. 
              
              La utilización de la “shaira”,  la justicia islámica, no es más que la forma que adquiere el control  totalitario que ejerce esta fracción de la burguesía que debe movilizar a las  masas para chantajear al imperialismo, pero a la vez la controla férreamente  bajo la disciplina de partidos-ejércitos. Es funcional desde el punto de vista  estratégico al plan de conjunto de la burguesía y el imperialismo, de disolver  al doble poder de las masas a como dé lugar.
            Los choques entre el ejército del CNL y estas milicias asentadas en los  barrios más desposeídos y en la juventud de Bengasi, se profundizan  diariamente, mientras el CNL y la burguesía salafista están reunidos  diariamente discutiendo los porcentajes de la renta petrolera para las  distintas fracciones burguesas en el Este de Libia. 
            El doble poder de las masas explotadas no  logró centralizarse. En la ofensiva de mayo a noviembre se perdió una nueva  oportunidad para conquistar las condiciones para la toma del poder
            Es indudable que la crisis de dirección impidió a las heroicas masas de Libia  resolver  a su favor las condiciones  creadas por su ofensiva contra  el  gobierno khadafista del CNL. Este quedó colgando de un hilo, cercado por las  milicias en Trípoli y luego por la huelga general revolucionaria petrolera. El  gobierno hacía que cedía una constituyente para aplicar la ley de “aislamiento  político”, pero esa no fue más que una pantalla para largar los golpes  contrarrevolucionarios actuales. Las masas no lo terminaron de derrocar al  gobierno, y así este pudo preparar esta celada y contraataque.
            La revolución rusa de 1917 tuvo un calendario desde su inicio en febrero  hasta el triunfo en octubre. En el mes de julio, ya las masas habían hecho  suyas las consignas de “fuera los  ministros capitalistas del gobierno provisional”, de los bolcheviques, pero  aún no se habían ganado a la mayoría de los campesinos pobres, y aún los  obreros veían que a este gobierno lo podían seguir presionando, inclusive con  movilizaciones armadas. En condiciones similares a estas, de ilusiones, de marchas  armadas de presión sobre el CNL y de huelgas revolucionarias esperando torcer  el brazo al gobierno sin derrocarlo, se desarrollaron los procesos de luchas de  mayo a julio. El gobierno no atinaba a responder. Las masas le dieron tiempo,  al no avanzar en derrocarlo, a montar una pantalla de elecciones para  contraatacar en noviembre.
              
              Los obreros organizaron una gran marcha en Petrogrado con la consigna de “fuera los ministros capitalistas”.  Marcharon confiados, creyeron que podían presionar al gobierno que consideraban  suyo. La burguesía los estaba esperando para aplastar al proletariado de  Petrogrado. Fueron las “jornadas de julio”, una trampa, una celada y un duro  golpe contra la revolución rusa, que no terminó de aplastar las energías de las  masas, pero hizo retroceder enormemente la revolución. En Libia, las luchas de  presión revolucionaria de las masas sobre el gobierno lo agarró a este de  sorpresa y desconcertado. Por ello tardó tanto en responder en noviembre. La  huelga petrolera demostró en Libia quien realmente extrae sus riquezas y quien  es el verdadero dueño de la nación, si el imperialismo o la clase obrera.  Bastaba con centralizar el doble poder de las milicias y los comités de huelga  de todo Libia para que los explotados se tomaran el poder. 
            La crisis de dirección revolucionaria se agudizó a grado extremo en estos  meses en Libia. Las masas han dado todo de sí. A diferencia de la URSS del ’17,  en Libia aún no ha surgido un partido revolucionario insurreccionalista. Pese a  ello las masas, que han iniciado una ruptura abierta con el gobierno y  realizado una gran experiencia, están plantando verdaderos “jalones de  socialismo”. Esto es un verdadero golpe contra todas las direcciones  contrarrevolucionarias del proletariado mundial, que las acusaron de ser  agentes de la OTAN y del imperialismo, y quedaron todos colgados de los  faldones del asesino y agente de Obama y la ENI Italiana que era Khadafy.
            Los responsables fundamentales de la crisis de dirección del proletariado  libio son los que hablando en nombre de la clase obrera y sus intereses  terminaron en las trincheras de Obama, el CNL, los Khadafistas y todos sus  verdugos enfrentando a la heroica revolución Libia.
            Todos ellos estaban colgados, como izquierda de Obama que son, a los  faldones de Khadafy, la ENI italiana y demás petroleras. Esta es la verdad. LAS MASAS REVOLUCIONARIAS DE LIBIA CON SUS  MILICIAS TOMANDOSÉ LAS PETROLERAS DEL IMPERIALISMO, Y LOS SINVERGÜENZAS Y  TRAIDORES DE LOS HERMANOS CASTRO Y DEMÁS LACRAS DEL FSM ENTREGANDO CUBA AL IMPERIALISMO  Y A LOS GUSANOS DE MIAMI.
            Por crisis de dirección, la burguesía sabe perfectamente que no puede  convivir con el poder de los explotados y que tiene que aplastarlo. A esto se  reduce la crisis de dirección de las masas. 
              Estas en mayo aún creían que al gobierno se lo podía presionar y hacerlo  jugar a su favor. 
              Como ya dijimos, la huelga de 150 mil obreros petroleros de toda Libia  puso a la orden del día quién era el dueño y producía las riquezas de Libia y  quién se las robaba: las transnacionales imperialistas.  
            De mayo a noviembre se desarrollaron como nunca, nuevamente, las  condiciones para la toma del poder. Porque aunque la izquierda reformista que  le cuida los bolsillos izquierdos a las petroleras imperialistas de todo el  planeta lo quieran ocultar, la toma del poder por el proletariado para que este  ejerza su dictadura contra la dictadura del capital y del imperialismo  estuvieron dadas, maduraron. El contraataque burgués imperialista indica que ya  se están descomponiendo. 
              Eran las milicias, estacionadas en Trípoli las que debían llamar en el mes  de mayo, para imponer su ley de “aislamiento político”, a una gran asamblea  nacional pero de todos los obreros petroleros en huelga, a sus piquetes y  milicias  para enviar delegados a un  Congreso nacional de las kativas y los comités de lucha para que el doble poder  se centralizara y de esa manera la toma del poder quedara al alcance de la  mano. 
            Esta es la verdad, esto es lo que esa cueva de bandidos del Foro Social  Mundial, el club de lloronas de Khadafy y el club de amigos del CNL quieren  ocultar: que en Libia con la caída de Khadafy comenzó una enorme revolución que  dislocó al estado burgués y a su banda de hombres armados, que armó a las masas  y que planteó la expropiación de los expropiadores del pueblo y la toma del  poder como tarea inmediata.
            Para otros lacayos de la izquierda de Obama, la revolución ya había  triunfado con la caída de Khadafy, cuando esta recién empezaba y era expropiada  por los burgueses khadafistas del ex CNT.
              Ambas corrientes de izquierda, los amigos de Khadafy y los amigos del CNL,  niegan y no prepararon a las masas de Libia para la toma del poder. 
              Un partido revolucionario, que ganara la mayoría de fuerzas en las  milicias y los comités de fábrica, tenía las condiciones para dirigir una  insurrección victoriosa en estos meses que pasaron, e inclusive ponerle fecha a  la misma.
              La crisis de dirección se ha vuelto evidente y una verdadera tragedia para  las masas de Libia y el proletariado internacional. La crisis de dirección se  resume a las direcciones traidoras que, sosteniendo a Khadafy, hicieron pasar a  las masas revolucionarias como “agente del imperialismo” y, los que en nombre  de una “revolución democrática” llamaron a las masas a que confíen en sus  “aliados democráticos” del CNL. 
              
              Las condiciones para organizar una insurrección estuvieron a la orden del  día durante los meses de mayo a noviembre. La aguda crisis de los de arriba, el  ascenso revolucionario de masas, el poder del enemigo cercado, eran las  condiciones. Faltó centralizar el doble poder, independizarlo de forma absoluta  de la burguesía y de todas sus fracciones a nivel nacional y local y para ello  debía centralizarse. Trípoli era el lugar donde se centralizaba el poder de los  explotados o se rearmaba el poder de los expropiadores de la revolución.
            El imperialismo busca en Libia hoy,  profundizar su contraofensiva contrarrevolucionaria para terminar de aplastar  las revoluciones de todo el Magreb y Medio Oriente.
            El imperialismo aprendió de la experiencia libia, con la enorme crisis que  se abrió con la caída de Khadafy a mano de las masas. Estas quedaron armadas, y  el ejército del estado burgués destruido. La revolución en Libia se resolvió  tomando Trípoli. Por eso hoy el imperialismo en Libia intenta en su primer paso  de contraofensiva serio retomar Tripoli y establecer allí, fortalecido, a su  gobierno, el CNL.
            Sosteniendo a Al Assad y su genocidio en Siria, el imperialismo ha  aprendido de Libia que debe sostener a Bashar y que este y su cuerpo de  generales no puede caer y mucho menos Damasco puede ser controlado por las  masas rebeldes. Aprendió de la experiencia de Libia, en la capital Trípoli, se  definió el inicio de la revolución porque allí se desplomó el ejército burgués  y la casta de oficiales khadafista, allí se instaló el doble poder. 
              En Siria el imperialismo sabe que no hay ESL ni Frente Islámico que  controle a las masas si  cae Damasco.  Ello significaría que se disloca toda la maquinaria del estado burgués que se  reduce a su casta de oficiales. 
              En Libia el imperialismo quiere reconstituir esa casta de oficiales,  disgregando a las milicias, desarmando a las masas y reinstalando su casta de  oficiales, esta vez bajo del mando del CNL, en Trípoli. 
              El imperialismo y su ofensiva contrarrevolucionaria actual buscan reconstruir  el poder del estado que el inicio de la revolución que derrotó a Khadafy  dislocó. 
              Estas “jornadas de julio” contra la revolución libia, esta contraofensiva,  por parte del imperialismo no tendrá piedad. Es que tienen que derrotar y  aplastar una ofensiva revolucionaria de las masas que comenzó en Túnez y llegó  a las puertas de la Palestina martirizada.
              El golpe contrarrevolucionario en Egipto, luego de la masacre de Siria, es  un jalón de esta contraofensiva imperialista que hoy busca asentarse en Libia.
              En Túnez se prepara un escenario como el de Egipto. Luego de utilizar a  las burguesías islámicas como expropiadores de la revolución y fuerzas de  choque contrarrevolucionarias –como los Hermanos Musulmanes, en Egipto- en  Túnez ese rol lo jugó el Enhada que hoy enfrenta una nueva ofensiva  revolucionaria de las masas.
              La burguesía sostenida en la UGTT y en la izquierda del PCOT y el NPA ha  montado una “Mesa de Diálogo” nacional, “democrática”, inclusive con el partido  de Ben Alí. Preparan una salida ordenada del Enhada, antes que este caiga por  la ofensiva revolucionaria de las masas.  
              Pero la alternativa es de hierro, a la caída del Enhada, si las masas no  se hacen del poder no viene más “democracia”. Ya lo vimos en Egipto. Lo que  viene amparado en este “frente democrático”, si los explotados no se hacen del  poder, es el fortalecimiento de los “generales democráticos” de Ben Ali…  hablando bien y pronto, el  “frente  democrático” de la burocracia de la UGTT y la izquierda socialimperialista, lo  que prepara es que los generales “democráticos” de Ben Alí se hagan del poder  para establecer el orden y la “democracia”, como en Egipto. 
              En La revolución del Magreb y Medio Oriente, hoy golpeada por la  contraofensiva contrarrevolucionaria del imperialismo, se probaron todas las  pseudo-teorías y programas enemigos de la revolución proletaria.
            La burguesía es implacable. Sus estados mayores han aprendido de cada  experiencia de la revolución que los golpeó en la región. El proletariado no  tuvo un estado mayor a su altura. Las masas demostraron dar todo de sí. Estamos  viviendo uno de los procesos revolucionarios más heroicos de esta época de crisis,  guerras y revoluciones, en el Magreb y Medio Oriente. 
              Las direcciones traidoras del proletariado han reagrupado sus fuerzas y  estas son coordinadas por sus jefes de Wall Street para cercar y estrangular  los procesos revolucionarios. Los aparatos heredados de las derrotas del pasado  como el '89, como la lacra stalinista sostenida por los  renegados del trotskismo, volvieron a controlar el ascenso revolucionario que  se inició en el 2008 a nivel mundial, llevándolo a un callejón sin salida, por  ahora, y permitiendo una feroz contraofensiva imperialista.
            Como plantea el trotskismo en el Manifiesto de la Guerra de 1940, para los  jóvenes partidos revolucionarios, no se trata de una sola revolución sino de  todo un período de revoluciones y contrarrevoluciones, que está abierto.
              La clase obrera le da y le dará al movimiento revolucionario mil y una  oportunidades para templar sus cuadros y   fortalecer su teoría y programa revolucionarios.
              La cuestión libia hoy pone en el centro de la escena no solo una contraofensiva  burguesa imperialista, sino también la posibilidad de que la vanguardia  internacional revolucionaria aprenda de las lecciones de esta enorme  revolución.  En ella estuvo planteada  como nunca, en estos últimos meses, la necesidad y la posibilidad de organizar,  de existir un partido revolucionario, una insurrección, inclusive poniéndole  fecha, la falta de un partido revolucionario lo impidió y la burguesía le puso  fecha a su contraofensiva contrarrevolucionaria. El 15 de noviembre.
            Las condiciones para el triunfo de la  revolución comienzan a descomponerse un poco… pero la última palabra no está  dicha
            Efectivamente, la burguesía y su gobierno en Libia logran un triunfo  provisorio. Han sacado a las milicias de Trípoli, han debilitado el doble poder  en la capital. Es una enorme conquista que recrea las condiciones para  fortalecer a un gobierno burgués que estaba colgado de un hilo y empezar a  reconstituir el estado burgués y las fuerzas armadas del CNL, esta vez sí bajo  el mando de la OTAN, como ayer lo estaba Khadafy y sus generales asesinos.
              Es un triunfo provisorio y parcial. Hoy prima la reacción que levanta  cabeza, como así también la emergencia de nuevas fracciones burguesas que  buscan controlar el odio de las masas, como son el surgimiento de fuerzas  islámicas “antiimperialistas” que por detrás están discutiendo su parte de la  renta petrolera mientras controlan férreamente a las masas.
            Pero aquí la cuestión es que las demandas motoras que impulsaron a las  masas a la revolución no están resueltas. Ni el pan, por el cual los explotados  dieron su vida, ha sido conseguido, ni finaliza el saqueo imperialista sobre  Libia, que se lleva las riquezas como el petróleo, dejando hambre y miseria  sobre el país, y, mucho menos ha sido resuelta la necesidad de justicia de las  masas, contra los asesinos khadafistas, que estuvieron agazapados y hoy,  vuelven abiertamente de la mano del CNL.
              No es el momento de tocar ningún clarín de retirada. Es el momento de  reagrupar a los explotados, de coordinar y centralizar las milicias y los  comités de huelga para que estos no sean sometidos por la burguesía y  desarmados, como tarea central del momento. La huelga general petrolera sigue  siendo otro factor determinante de las condiciones actuales de Libia.
            El hambre y la miseria de las masas no ha cesado, la tarea de expropiar al  imperialismo, a sus petroleras y a sus bancos, sin pago, para recuperar el robo  al pueblo es inmediata y decisiva para que el proletariado y las masas la tomen  como suya. 
              Independizar al doble poder, atacar la propiedad de los expropiadores del  pueblo, conquistar la ruptura con todas las fracciones de la burguesía, son las  condiciones para defender la revolución y sus organizaciones en estos momentos  de contraofensiva imperialistas en Libia. 
              Destacamentos de obreros y jóvenes revolucionarios de las milicias no se  han terminado de retirar de Trípoli. Ni todas las fuerzas del ejército del CNL  ni ese gobierno fantoche puede desalojarlas aún.
              Ellas se defienden, porque jóvenes y obreros avanzados han comenzado a  comprender que el mejor misil que tienen contra este gobierno del khadafista  CNL es la expropiación de los capitalistas.
              Las milicias de Trípoli que resisten no le entregan ni al gobierno y a su  ejército las propiedades de la burguesía khadafista que expropiaron sino que  las reparten y distribuyen entre los centenares de miles de explotados que no  tienen una vivienda digna en Trípoli. Así resisten las milicias revolucionarias  de Libia.
              El gasoducto de la ENI que sale de Melita y que de forma subterránea llega  a Italia, aún sigue cerrado por sus trabajadores… la última palabra no está  dicha. De la relación que establezcan las milicias revolucionarias con los  comités de huelga petroleros que están en la Libia profunda dependerá en gran  medida el futuro de esta revolución. La revolución libia merece vivir, porque  es decisiva para parar esta contraofensiva imperialista en toda la región.
            La necesidad de un partido revolucionario se ha vuelto crítica. La  izquierda reformista mundial sostiene a los hermanos Castro y demás amigos de  Obama devenidos en los más grandes verdugos de la revolución proletaria  mundial. Otros han tomado el estandarte y las   banderas, como ala izquierda “democrática” de Obama, de los “ESL” como  en Siria, las “mesas de diálogo nacional” como en Túnez y los “movimientos  Tamarrod” como en Egipto, poniendo al proletariado a los pies de las burguesías  democráticas que terminan masacrando al proletariado como lo hace el CNL o  entregando la democracia a los sables de los generales como lo hacen en Egipto  con la dictadura militar.
            La condición para poner en pie una dirección revolucionaria es combatir, a  nivel internacional, contra los estranguladores y liquidadores de la revolución  del Magreb y Medio Oriente como las agrupadas en esa cueva de bandidos del Foro  Social Mundial. Ya sea en la variante de “amigos de Khadafy y Al Assad” o bien  de los que hicieron pasar como triunfos “revolucionarios” y “democráticos” a  los gobiernos que, como el CNL, vinieron en nombre de la democracia a expropiar  la revolución proletaria, y que ahora la intentan aplastar como en Egipto y  Túnez.
            Por traición de la dirección internacional del proletariado la clase  obrera Libia no ha logrado identificar a la clase obrera mundial como su gran  aliado para la victoria. En la Europa imperialista, millones de inmigrantes son  tratados como parias y muchos de ellos mueren en el Mediterráneo, huyendo de  las miserias y de las guerras contrarrevolucionarias. Los partidos  socialimperialistas tratan a los heroicos jóvenes y obreros de Medio Oriente  como “pueblos bárbaros” a los que ellos les llevan la democracia. Ahí está la  democracia: Es el genocidio en Siria y el saqueo por parte de las pandillas  imperialistas de las riquezas de toda la región. 
            Los obreros petroleros de Libia se toman la Repsol de España, la Totalfina  de Francia, la Eni italiana, la British Petroleum, la Chevron de Obama y de  Bush. Bastaría con que la clase obrera norteamericana, francesa, inglesa,  italiana, española con el grito de guerra de “¡El enemigo está en casa!”  marchara a apoyar la lucha contra las petroleras imperialistas enfrentando  ellos a su propio imperialismo en las calles de Roma, de Londres, de París, de  Nueva York, de Madrid, parando los puertos en solidaridad con sus hermanos  portuarios y petroleros de Libia. 
            Los agentes de la aristocracia y burocracia obreras de la Europa de  Maastrich, después hablan del “atraso” de los obreros libios, justo en el  momento en que estos atacan la propiedad de las petroleras imperialistas que  saquean su nación. En estas condiciones, las condiciones para poner un partido  revolucionario en Libia son contra la corriente, porque la misma izquierda y  burocracias traidoras que ayer sostenían a Khadafy, que hablaba en nombre del  socialismo mientras hambreaba y masacraba a su pueblo, hoy le da la espalda a  las heroicas huelgas petroleras que atacan a las mismas trasnacionales que  esclavizan, le quitan el salario, las jubilaciones y el trabajo a la juventud y  a la clase  obrera de Europa y las demás potencias  imperialistas.
            La clase obrera Libia también llenó de mártires a la Siria ensangrentada  por el asesino Al Assad y el carnicero Putín. Festejó la caída de Khadafy con  las banderas palestinas en la plaza de Trípoli. Quedó aislada, como lo quedaron  las masas de Siria para que el imperialismo avance allí con un feroz genocidio.  La vanguardia de la clase obrera Libia es internacionalista practicante, aunque  los imbéciles que en Europa hablan en nombre del socialismo sólo apoyan a su  propia burguesía imperialista.
              Por eso hay que decirle la verdad a la clase obrera internacional y la  clase obrera Libia: Ellos vuelven a ser hoy la vanguardia de toda la clase  obrera mundial.
            La última palabra no está dicha: los trotskistas sabemos que por traición  a nuestro partido mundial, el revisionismo y el oportunismo puso nuestras  banderas, las del marxismo revolucionario a los pies de los peores traidores  del proletariado mundial: el stalinismo y la socialdemocracia, como lo hace hoy  con los hermanos Castro y los generales cubanos devenidos en una nueva burguesía  millonaria en Cuba, aliada a los gusanos de Miami. 
            Pero este nuevo movimiento obrero libio también está surgiendo y  realizando su primera gran revolución sin que esta basura stalinista y  socialdemócrata los termine de moldear, controlar y desarmar. Porque hay una  clase obrera revolucionaria armada, huelgas petroleras de tres o cuatro meses,  donde los obreros echan a las administraciones khadafistas e imperialistas de  las mismas, toman sus refinerías, y desde los puertos llaman ellos a cargar los  barcos, para vender ellos como dueños que son del petróleo libio, sus riquezas. 
              De allí la furia del CNL y su ofensiva en las ciudades. Los trotskistas  sabemos que la revolución libia nos está dando nuevas oportunidades para poner  en pie un partido insurreccionalista a condición de que colaboremos con las  masas libias para coordinar y centralizar sus organismos de poder. Sabemos que  luchando por coordinarlos y centralizarlos, ganará autoridad el trotskismo y la  IV Internacional para dirigir a la victoria a la revolución Libia.
              Sabemos que tenemos una gran responsabilidad. Hoy vemos a todos los  renegados del trotskismo estar lejos, muy lejos de los campos de batalla de la  revolución del Magreb y Medio Oriente. Las fracciones “democráticas” del Foro  Social Mundial, que tan sólo se asoman por Turquía para mirar desde lejos la  masacre en Siria, toman como sus voceros y representantes en la región al  Ejército Sirio Libre y a sus voceros burgueses, la “democracia” de Qatar y  Turquía que sólo vienen a desarmar y controlar a las masas en las zonas  liberadas por las tropas asesinas de Al Assad.
            En Libia, ni el club de lloronas de Khadafy, ni los que sostuvieron a los  gobiernos pseudo-democráticos y expropiadores de la revolución pueden hablar  del socialismo ni de la toma del poder. Esas banderas han quedado en manos de  los trotskistas que luchamos por refundar la IV Internacional. La lucha por  poner un partido revolucionario es una necesidad para esa única revolución que  ha comenzado en Túnez, el Magreb y Medio Oriente hasta la Palestina  martirizada. En esa revolución, ya los conflictos entre las clases se resuelven  cada vez más, con las armas entre las manos. 
              El reformismo ya no puede hablar de reformas. Los traidores del  proletariado se desenmascaran a cada paso. Lo que vivimos en la revolución del  Magreb y Medio Oriente es el derrumbe de la ficción que le hicieron a creer a  las masas del mundo de que había una “primavera árabe” y “democrática” y no el  inicio de revoluciones obreras y socialistas a la que el imperialismo  enfrentaría de manera cruel y sanguinaria, y esto es lo que está pasando, y  esto es lo que dijimos los trotskistas.
            En “A donde va Francia”, en el año ’34, Trotsky planteaba: “…después de la Guerra (la primera) se  produjeron una serie de revoluciones que significaron brillantes victorias: En  Rusia, en Alemania, en Austria-Hungría, más tarde en España. Pero fue sólo en  Rusia donde el proletariado tomó plenamente el poder en sus manos, expropió a  sus explotadores y gracias a ello supo cómo crear y mantener al estado obrero.  En todos los otros casos el proletariado, a pesar de la victoria, se detuvo por  causa de su dirección a mitad de camino. El resultado de esto fue que el poder escapó  de sus manos, y deslizándose de izquierda a derecha, terminó siendo el botín  del fascismo. En una serie de otros países el poder cayó en manos de una  dictadura militar. En cada uno de ellos el parlamento ha mostrado no tener la  capacidad de conciliar las contradicciones de clase y asegurar la marcha  pacífica de los acontecimientos. El conflicto se resolvió con las armas en las  manos” Esto es lo que sucede hoy en el Magreb y Medio Oriente, esta vez con  el imperialismo a la contraofensiva.
            Los trotskistas llegamos al campo de batalla; Seremos los últimos en  retirarnos.
              ¡Que viva la revolución socialista! ¡Que viva la revolución Libia! ¡Paso a  los obreros petroleros revolucionarios! 
              ¡Paso a la coordinación de las milicias, las Katibas y los consejos  obreros! 
              ¡Abajo el CNL! ¡Todo el poder a los explotados y sus organizaciones de  combate!
             
            ¡Hay que parar al imperialismo y sus masacres en Siria y la Palestina  martirizada!
              ¡Hay que volver a la Plaza Tahrir en Egipto! 
              ¡Abajo el pacto entre la UGTT, el Enhada y las fuerzas armadas de Ben Alí  en Túnez!
            ¡Por una sola revolución! ¡Por los Estados Obreros Socialistas de Magreb y  Medio Oriente!
              ¡Paso a la IV Internacional!
            Hay que poner en pie un partido revolucionario para la insurrección y la  toma del poder en Libia, que será tan solo un episodio de la revolución  socialista de toda la región, en Europa y a nivel internacional.
            Milicias Revolucionarias de Libia
              FLTI - Colectivo por la IV Internacional