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12-07-12

Paraguay

Reproducimos a continuación un reportaje a una obrera paraguaya

No sólo los sojeros y las grandes cerealeras expulsan de su tierra a las masas campesinas… 
  Los pulpos de la minería devoran todo a su paso

¿Cómo era Paso Yobai antes del paso despiadado de las mineras?

A: Era un pueblo muy bello. Tenía un río que cruzaba todo el pueblo donde nos bañábamos y en el cual se distendían nuestras familias. Estaba lleno de campos, con plantaciones de mandioca y yerba principalmente. En nuestras casas muchos teníamos quintas, con las que se autoabastecían nuestras familias.

¿Qué pasó cuando llegaron las mineras?

A: Al llegar, los empresarios le daban dos pesos a la gente del pueblo para alquilarle o comprarle las tierras; incluso, llevando al extremo su voracidad, arrendaban hasta los fondos de las casas. 
Las mineras vinieron con sus retro escavadoras e hicieron enormes hoyos en la tierra para llevarse todo el oro. El río fue envenenado. Nuestras familias se quedaron sin la tierra y sin la posibilidad de poder seguir cosechando para alimentarse. El dinero comenzó a escasear cada vez más, mientras gigantes agujeros negros invadían nuestro suelo.
Es terrible volver y ver eso. El agua está castigada con los desechos de mercurio que utilizan para la extracción del valioso mineral.

¿Qué fue lo que le sucedió a tu hermano?

A: Él se fue a trabajar a una minera, al igual que muchos en el pueblo. Como también lo hubiera hecho mi esposo si nos hubiéramos quedado en Paraguay. Mi hermano era un trabajador minero, él hacia extracción de oro. 
Cuando los mineros hacen su trabajo, como mi hermano,  se quedan con algún pedacito de tierra. A ésta, la llevan a sus casas, donde vuelven a colarla con mercurio para obtener un poquito de oro. Luego lo venden para vivir mejor. Pero el mercurio y su vapor de a poco te van intoxicando, te van lastimando por dentro. Eso le pasó a mi hermano. Un día cayó enfermo y al poco tiempo falleció envenenado. 
Esto le ha pasado a mucha gente. No solo en sus casas, sino principalmente en las minas, donde son moneda corriente los accidentes que estropean la salud de los trabajadores. La verdad que todo esto es un desastre, cuando terminen de llevarse todo no va a quedar ni una parcela sobre la cual sembrar. Van a dejar ahogada en la ruina y la miseria a miles de familias, a miles de campesinos. La vida humana no vale nada para las empresas mineras, que en su mayoría son de Canadá. Son unos parásitos chupasangre.

Me da mucha tristeza ver lo que están haciendo estas empresas en mi país, gracias a que se lo permiten todos los gobernantes y los políticos serviles. Ellos defienden este saqueo matando campesinos, porque se quedan con mucha platita en los bolsillos, mientras el pueblo cada vez esta peor, más esclavizado que cuando estaban esos asesinos jesuitas y su iglesia que, algunos siglos atrás, mataron y sometieron a latigazos y tortura a miles de nativos de estas tierras.