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Correspondencia Internacional

A propósito de los soviets, la insurrección, la dictadura del proletariado y las tareas internacionales de la revolución en Túnez y Egipto

Presentamos a continuación una carta que sintetiza el rico debate que, al calor de la histórica revolución abierta por la clase obrera y los explotados en el norte de África, ha venido desarrollando la FLTI. 
La carta expresa la reflexión común que venimos realizando, desde la teoría marxista, acerca del carácter de los soviets, las consignas de poder, la insurrección obrera, la dictadura del proletariado y el carácter y las consecuencias internacionales que tienen para la lucha de clases mundial los enormes acontecimientos revolucionarios del norte de África que hacen vibrar a todo el proletariado mundial.

Camaradas de la WIVL

Quisiera hacer algunas apreciaciones y resumir de la enorme elaboración colectiva que de conjunto venimos realizando, que nos ha permitido dar enormes pasos hacia adelante.

El combate por la dictadura del proletariado y el peligro del fetichismo soviético

Nuestro programa ante los enormes acontecimientos que sacuden a Egipto, Túnez, el norte de África y todo Medio Oriente es la dictadura del proletariado contra la dictadura de la burguesía y el dominio burgués imperialista, al que hay que derrotar y demoler. La formulación del gobierno, es decir del poder obrero y de las masas explotadas, debe expresar de forma pedagógica –como dice el programa de transición- el combate por la dictadura del proletariado. “Gobierno obrero y de los campesinos pobres basado en los soviets armados” es una excelente formulación que expresa la dictadura del proletariado.
No tenemos que hacer ningún fetichismo soviético. A diferencia de los sindicatos, que discuten el valor de la fuerza de trabajo en época de paz; en épocas en donde la lucha económica se torna impotente y ésta se debe elevar a lucha política de masas -enfrentar abiertamente a la policía, los gobiernos y regímenes burgueses, puesto que éstas comprenden que sin esto no se puede conseguir ni la más mínima de las demandas- las masas ponen en pie organismos para esa lucha política. Esos organismos no son otros que los soviets, organismos de autodeterminación y democracia directa de las masas en lucha.
Éstos, en sus etapas embrionarias y cuando se desarrollan, rompen la barrera entre las distintas profesiones entre la clase obrera por la ubicación de ésta en distintas ramas de producción. El soviet, como decían Lenin y Trotsky, organiza a todas las masas en lucha, para darle un contenido de lucha política, cuando las condiciones así se lo imponen.
De allí que el reformismo tiene la estrategia de que antes, durante y después de los procesos revolucionarios, estos organismos de doble poder no surjan; y cuando surgen, que éstos no se armen.
Como decía Trotsky, no hay que hacer fetichismo de los soviets, es decir de los consejos obreros. A veces pueden ser los sindicatos los que adquieran este carácter político y permitan el ingreso a ellos de las grandes masas en lucha, como sucediera con la COB en Bolivia en 1952. Es decir, las masas les cambian el contenido a los distintos tipos de organizaciones. Así hicieron los obreros con la Curia obrera del Zar en Rusia, cuando el zarismo llamó a elegir delegados de fábrica para la misma. Tan es así, que la primera fase del soviet de 1905 fue constituida por los comités de fábrica de la Curia obrera de la autocracia rusa, y fue dirigida, en sus primeros momentos, por el Cura Gapon y su corriente de la iglesia ortodoxa.
Esto significa que no podemos hacer fetichismo de los soviets ni normativismo acerca de los mismos. Es decir, los soviets o sus embriones son organismos que surgen para coordinar la lucha política de masas por localidad, por región o a nivel nacional, cuando entran al combate millones de explotados que no están en los organismos de la clase obrera de las épocas de paz. Surgen cuando las masas ven que tienen que tomar la resolución de la crisis y de sus problemas en sus manos, y no delegar más.

Acerca de la formulación de la dictadura del proletariado

Ustedes definieron con claridad que los organismos soviéticos embrionarios de las masas en lucha en Egipto son los “comités populares revolucionarios”, como las propias masas en lucha los denominan, que comienzan a centralizar a los combatientes en las calles. Excelente.
En los soviets están todas las masas en lucha y se fortalecen decisivamente cuando el proletariado logra dividir a las clases medias y arrastra a sus sectores pauperizados al combate. A veces desde sus inicios el proletariado está homogeneizándolos en los consejos obreros. Pero a los soviets, cuando se extienden y se desarrollan, entran todas las masas en lucha.
A los soviets de febrero entraban los soldados, que no eran otra cosa que los campesinos pobres que por millones estaban en el campo de batalla de la primera guerra ínter imperialista. Entraban los comités de abastecimiento y contra la carestía de la vida y control de precios de los barrios obreros y populares, y aunque parezca mentira, todos los sindicatos también. Justamente por eso se levantó como alternativa de poder la amplia mayoría de la población armada y acaudillada por la clase obrera en el soviet. Así surge un régimen de doble poder.
La particularidad rusa es que los campesinos entraron en el soviet como comités de soldados, puesto que eran la base fundamental del ejército zarista en la primera guerra mundial, porque los obreros estaban en las fábricas produciendo armas, ropa, alimentos, etc. para la maquinaria de guerra imperialista del zarismo.
Este carácter de la alianza de clases del soviet de Petrogrado de Febrero es lo que llevó a Lenin y a Trotsky a definir que una marea campesina en el soviet imbuía al proletariado con su ideología, atraso y prejuicios. Ello eran los “soldados”, es decir campesinos bajo armas, que llevaron a los primeros puestos en el soviets a los “socialistas” que mejor hablaban, profesores, socialdemócratas, mencheviques, SR, etc.
Pero insistimos, a los soviets entran todas las masas en lucha -como diría Trotsky- que estén dispuestas a armarse y a resolver sus problemas por fuera de las instituciones de la burguesía, porque ésta está en franca bancarrota y ha demostrado no resolver los problemas de las masas.
El soviet ya maduro y armado pone en pie un régimen de doble poder irreconciliable con el estado burgués. Por ello son los órganos de la insurrección. Y por ello la burguesía, el imperialismo y todas las direcciones traidoras aprendieron muy bien que nunca más puede haber soviets. 
Tan doble poder es el soviet, que en sus etapas embrionarias, como el comité de fábrica, establece un doble poder dentro de la fábrica con los patrones. Si esos comités se arman, y desarman a la policía, el soviet en su fase de piquete de huelga, establece un doble poder con la banda de hombres armados del estado burgués. Y si éste se desarrolla, impone un régimen de doble poder que cumple funciones legislativas, judiciales y ejecutivas en una sola democracia directa de las masas en lucha.
Por ello, luchamos para que antes, durante y después de la revolución se generalicen y maduren los organismos de doble poder de las masas.
Por ejemplo, las masas del soviet de Petrogrado, antes de tomar el poder, desconocían a los jueces del zarismo y los pleitos legales se resolvían en tribunales obreros y populares votados por los soviets, que ejercían un verdadero poder judicial reconocido por los explotados, y que atacaba esencialmente a la burguesía.
El soviet definía lo que había que hacer, legislaba. Es decir que definía lo que hacían las masas para abordar la producción, controlar precios, buscar el alimento desbaratando a los acopiadores y usureros, etc. Era un organismo de las masas en lucha.
Por ello la formulación de poder no es ni “gobierno obrero”, ni “gobierno obrero y popular” ni “gobierno obrero y campesino” como formulaciones aisladas. Toda acepción o consigna de gobierno para que realmente exprese la educación pedagógica de la dictadura del proletariado debe llamar a estos tipos de gobierno a estar apoyado en las masas autoorganizadas y armadas que están en lucha contra los opresores y su estado, puesto que puede haber gobiernos obrero-burgueses, o gobiernos obrero y campesino – burgueses. Lo que le da el carácter de clase, es decir de dictadura del proletariado, es el organismo de doble poder en el cual está asentado.
A veces los soviets surgen por localidad, provincia o fábricas. Nuestra política es llamar a generalizarlos y a que se masifiquen. Como decía Trotsky, es impensable una insurrección si la clase obrera y todas las capas explotadas y oprimidas del campo y la ciudad -con sus destacamentos armados- no se independizan de forma absoluta del estado de la burguesía.
A eso apunta las formulaciones sobre el gobierno; a que llamamos a que estén basados en los organismos de democracia directa de las masas en lucha, autoorganizadas y armadas.
La definición de “gobierno obrero y de las capas empobrecidas del campo y la ciudad, apoyado en los organismos armados de democracia directa de las masas en lucha” es una excelente formulación pedagógica de la lucha por la dictadura del proletariado.
Cuando los soviets no han surgido aún, o su desarrollo es lento, la tarea de los revolucionarios es precisar cuáles son sus elementos embrionarios para desarrollarlos y extenderlos a nivel nacional. Y eso dependerá de los organismos reales que se den las masas en lucha. Pueden ser los consejos obreros que organizan a la gran mayoría de las masas que están en lucha, a diferencia de los sindicatos que no agrupan a más de un 15% ó 5% de la clase obrera.

Algunas experiencias históricas donde la clase obrera, en medio de procesos revolucionarios, puso en pie sus organismos soviéticos.

Por ejemplo, en la revolución portuguesa del ’75, tendían a surgir los organismos reales de comités de campesinos, comités de soldados, comités de fábrica y comités de inquilinos. Justamente el rol de las direcciones reformistas es impedir que esos organismos se centralicen y se coordinen. Y si surgen y no están armados, su objetivo es que no se armen.
En la revolución portuguesa, el PC se dedicó a romper desde adentro, inclusive a garrotazos, los comités de fábrica y de inquilinos. Disolvió los comités de soldados, llamando a apoyar a la oficialidad “joven y progresista” de las fuerzas armadas. Mientras, el PS, llamó a una asamblea constituyente para imponer una salida “democrática” a la crisis del derrumbe de la dictadura militar de Portugal. Así abortaron y desviaron la revolución portuguesa.
Efectivamente, hay soviets colaboracionistas. La clave es entonces que los soviets tengan a su frente una dirección revolucionaria. Esto garantizará que sean organismos de doble poder e instrumentos claves para la insurrección.
Si los campesinos pobres o pequeños comerciantes arruinados van al soviet, es un triunfo del proletariado que los arrastra al combate y a la marea revolucionaria. Si no van al soviet, la clase obrera queda aislada, y la burguesía la puede masacrar, como al soviet de 1905.
Los soviets son los que agrupan y organizan a la clase obrera y a las masas en lucha, a las que el proletariado debe ganar, si son capas empobrecidas del campo y la ciudad, bajo su dirección.
Por eso la definición   que levantamos hoy para Egipto es “gobierno de obreros y campesinos pobres basado en las organizaciones de democracia directa y armamento de las masas”, es decir, los soviets. En Rusia, era “todo el poder a los soviets”, que primero se explicó pacientemente y luego se ejecutó en el momento de la insurrección bajo la dirección de los bolcheviques que ganaron la mayoría en los soviets con los SR de izquierda (la corriente representante de los campesinos pobres).
No hay “soviets populares” en general. Plantear esto sería una gran capitulación. Pero no podemos olvidar que deben armarse los soviets de obreros, campesinos pobres y de las otras clases oprimidas y arruinadas del campo y la ciudad. Efectivamente, gran parte de la base del ejército son de estos sectores de campesinos pobres o clase media arruinada de la ciudad, a la que el proletariado debe atraer a los soviets con demandas audaces, como la expropiación del usurero y el banquero para darle crédito barato al comerciante o campesino arruinado.
Esta es la esencia de la cuestión. El arte está en definir cuáles son los organismos que las masas se dan para la lucha política en cada proceso revolucionario, sin ningún tipo de fetichismo.
Por ejemplo en la Bolivia revolucionaria del ’52, en la central obrera, estaban los campesinos pobres, los obreros y como parte de ellos los mineros, que eran su vanguardia. La tarea de “¡todo el poder a la COB!” estuvo al alcance de la mano, y fue traicionada por los renegados del trotskismo.
En Bolivia en 1971, los organismos soviéticos eran la asamblea popular, que organizaba a obreros y campesinos. Justamente, el POR de Lora, en aras de su “frente único antiimperialista”, impidió que esta asamblea popular de obreros y campesinos (donde éstos le pusieron ese nombre, y no nosotros) se ganara a los soldados de base, puesto que el PC y el POR de Lora disolvieron esta asamblea popular y constituyeron el FRA (Frente Revolucionario Antiimperialista) con la “burguesía progresista”, encabezada por el general Torres, sostenida por el PC de Pekín, el PC de Moscú y los renegados del trotskismo.
En Chile, los organismos de poder obrero que comenzaban a armarse y controlar la producción fueron los cordones industriales del ’73. Justamente la política del stalinismo y el castrismo fue siniestra, porque se volcó a debilitarlos desde dos flancos.
Por un lado, el MIR con una política ultraizquierdista llamó a formar “comandos comunales” (comités de campesinos y de pobladores, es decir, “populares” según ellos), por fuera de los cordones industriales. Y por otro lado, el PC llamaba a disolver los cordones industriales en “elecciones de los sindicatos”.
Es por este pérfido rol del stalinismo que el proletariado no pudo ganarse ni organizar bajo su dirección a los campesinos pobres y los cordones industriales no lograron desarrollarse hasta el final, dirigiendo la lucha contra el desabastecimiento de alimentos. Mucho menos pudieron ganarse a la base del ejército, donde el MIR castrista tenía comités de soldados y marineros que se rebelaban contra el golpe militar, organizados como sus colaterales, a los que dividían y separaban de los cordones industriales y sus milicias.

Sobre la lucha de los revolucionarios por extender, desarrollar, centralizar y armar los organismos soviéticos de las masas en lucha. ¡Por una dirección revolucionaria para que los soviets triunfen como órganos de la insurrección!

De aquí debemos sacar la conclusión de que nuestra lucha es por la dictadura del proletariado, y cuando comienza una situación pre-revolucionaria o revolucionaria, como la que está en desarrollo en Egipto, la tarea central de los revolucionarios es extender y desarrollar los organismos de doble poder, centralizarlos, coordinarlos y armarlos a nivel nacional. A ellos deben entrar todas las masas en lucha, que estén dispuestas a combatir con el proletariado bajo su dirección, con las armas en la mano y dividiendo la base del ejército como tarea para preparar una insurrección victoriosa dirigida por un partido revolucionario. Este es el eje que articula todo programa de quien se precie de revolucionario en una situación revolucionaria o pre-revolucionaria.
No hacemos ningún fetichismo “soviético”, es decir con el nombre “soviet”. Nuestra gran tarea es precisar cuáles son los organismos de autodeterminación y democracia directa que las masas ponen en pie cuando entran a la lucha política, para extenderlos, desarrollarlos, coordinarlos y armarlos.
Y esto es decisivo, porque los soviets, aunque se desarrollen enormemente, como en Rusia en febrero del ’17, pueden volverse conservadores y colaboracionistas, como los sindicatos o cualquier organización obrera dirigida por la aristocracia obrera y el reformismo. Es clave una dirección revolucionaria para su desarrollo y para que éstos triunfen como órganos de la insurrección.
Pero también afirmamos con absoluta claridad que no hay ninguna posibilidad de que se construyan direcciones revolucionarias y que derroten al reformismo si no es luchando con las masas por poner en pie sus organismos soviéticos para la revolución. Con democracia directa y día a día, en horas las masas seleccionan a sus direcciones. Las ven actuar y las pueden cambiar.
Sólo allí, en los soviets, el partido revolucionario podrá conquistar influencia de masas. Por eso la tarea de todas las direcciones traidoras es impedir que surjan los soviets. Es que ellos tienen un claro instinto de que si éstos surgen y se desarrollan, su destino estará gravemente comprometido.
Las direcciones traidoras son tan enemigas de los soviets que el primer “trabajo sucio” contrarrevolucionario del stalinismo, a favor del imperialismo, fue liquidar el régimen soviético al interior de la URSS. Es decir, la burocracia stalinista disolvió el régimen de democracia revolucionaria de los soviets e instauró el régimen de partido único bonapartista de la burocracia. Y allí donde se vieron obligados a expropiar a la burguesía, se dedicaron a cuidarse muy bien de que no surgiera ningún organismo de democracia directa de las masas, e instauraron regímenes bonapartistas de la burocracia desde sus inicios, como en el Este Europeo, China, Cuba, Vietnam, etc.
De allí que toda corriente de la aristocracia y la burocracia obrera sean enemigas de poner en pie, antes durante y después de la insurrección, organismos soviéticos y de democracia obrera. En ello les va la vida. Y a los revolucionarios nos va la vida en la lucha por poner en pie esos organismos. Frente a esta cuestión se define quién está por la dictadura del proletariado, como lo hace la FLTI, y quién es enemigo de ella, como todas las corrientes de los renegados del trotskismo y demás direcciones traidoras de la V Internacional.
Es que, insistimos, no hay ninguna posibilidad de poner en pie un partido revolucionario con influencia de masas sin ayudar a las masas a derrotar a las direcciones traidoras y conquistar sus organismos para la revolución. Todo lo demás, como hacen todos los renegados del trotskismo, es ideología barata de poner en pie partidos socialdemócratas, reformistas, “anticapitalistas”; cuestión que tan duramente combatimos todos desde la FLTI.

Efectivamente, para que los soviets no se desarrollen hay enormes peligros. La aristocracia y la burocracia obrera no desaparecen. Es más, si los soviets surgen, pese a ellos entran en los mismos para transformarlos en colaboracionistas, tal cual los mencheviques y los SR en Rusia, los kautskistas en Alemania, el PS y el PC en Chile y en la revolución portuguesa… hay miles de ejemplos. O como muchas veces lo hizo el stalinismo con su quinta columna, rompiendo cabezas y asesinando a mansalva por la espalda a los combatientes del proletariado como en España, en la revolución portuguesa, etc.
Otras veces, como Hilferding en Alemania, plantean la política de soviets combinados con asamblea constituyente. Justamente esta es la política traidora de la izquierda en los procesos revolucionarios. Primero, someten a las masas a la democracia burguesa para expropiar la revolución proletaria. Y si los soviets surgen, buscan transformarlos en organismos desarmados y “de consulta” de la constituyente.
Todas estas situaciones pre-revolucionarias o revolucionarias, donde tienden a surgir los organismos de doble poder, deben definirse. La burguesía buscará liquidar todo embrión de doble poder, para que el dominio del estado burgués se restablezca plenamente.
Ese es el rol del frente popular: liquidar todo proceso soviético y de acción revolucionaria de las masas, justamente para que después, una vez mojada la pólvora de la revolución, “Kornilov” o el fascismo aplasten la revolución.

El proletariado, desde los soviets, debe acaudillar tras de sí al conjunto de las masas oprimidas para avanzar a la toma del poder

Esta es nuestra posición sobre los soviets. Nosotros llamamos a entrar a los soviets a todas las masas en lucha empobrecidas del campo y la ciudad, para que el proletariado se las dispute a la burguesía y las acaudille en los soviets. En el caso de Egipto las consignas motoras, como en Túnez, que empujan a las masas a la revolución, es decir, al derrocamiento revolucionario de los gobiernos y a colocar en grave crisis a los estados semicoloniales son las consignas de pan y trabajo.  Estas son las consignas motoras de la revolución obrera y socialista que ha empezado que “de consignas mínimas” se han vuelto transitorias. Es que la burguesía y el imperialismo ya no las pueden conceder, lo que empuja a las masas a la lucha por el derrocamiento revolucionario de los de arriba, a expropiar a los banqueros, y principalmente a romper con el imperialismo y los capitalistas, para que Egipto deje de ser una semicolonia del imperialismo yanqui. 
Estas demandas empujan a las masas a los soviets, al armamento, a demoler el estado burgués.  Ese es el carácter de clase de los soviets que hay que poner en pie y hacer madurar en la revolución que ha comenzado en Egipto. Inclusive, ante la pauperización de amplias capas de la clase media, la demanda de trabajo y de salario digno las agrupa, como a la clase media de “cuello blanco”, que incluso ha quebrado y está en bancarrota, y va junto al proletariado en su lucha por el pan. 
La demanda de pan, paz y tierra de la revolución rusa, como demandas mínimas y democráticas significaban -como explica extensamente Trotsky en su trabajo “¿A dónde va Francia?” contra el stalinismo que quería darle a estas consignas un carácter reformista-: para obtener la paz: enfrentar la guerra interimperialista, dar vuelta el fusil, enfrentar abiertamente al imperialismo mundial y confraternizar con el proletariado europeo; para obtener la tierra significaba expropiar a toda la autocracia y los terratenientes y con ellos a toda la burguesía; y para obtener el pan, expropiar a los grandes acaparadores de alimentos, a los banquero y a todas las cadenas de comercialización que en medio de la guerra hacían fabulosos negocios hambreando al proletariado. 
La demanda de tierra y paz ponía al proletariado como caudillo de la revolución arrastrando al campesinado pobre a establecer una alianza de clases, que le permitía hacerse del poder, ganando para la revolución a amplias capas de los pobres del campo. Lenin afirmaba que estas consignas, como la de paz y tierra, fueron las que disolvieron y disgregaron a las tropas que Kornilov traía del frente de batalla de la primera guerra interimperialista para aplastar al proletariado revolucionario. Esto permitió la desbandada de las tropas de Kornilov (de base campesina) antes de su llegada a Petrogrado. 
En esto no hay ni puede haber ninguna diferencia, los trotskistas somos enemigos de revoluciones “populares”, de “soviets populares” que hablan de pueblo en general sin clases, como habla el stalinismo para someter al proletariado a la burguesía, a quien considera parte del “pueblo”. Pero tampoco vamos a ser obreristas y plantear que el proletariado solo, por más numeroso que sea, no necesita ganarse a las clases medias para tomar el poder y conquistar una revolución victoriosa. 
En Egipto la demanda, como ya dijimos y afirmamos, de expropiación del banquero sin pago y bajo control obrero, significa darle crédito barato al pequeño campesino o al pequeño burgués arruinado de la ciudad, como la expropiación de los capitalistas significa darle un salario digno a los trabajadores de “cuello blanco” y los profesionales (es decir la moderna clase media al decir de Trotsky) que trabajan por sueldos miserables en el aparato estatal. Esto es clave, puesto que esta pequeño burguesía arruinada es base fundamental de ese movimiento pequeño burgués “6 de abril”, que intentará a cada paso, cambiar el pan y el trabajo por “libertad y democracia”. El proletariado la debe dividir, partir o neutralizar, puesto que si no es así presenciaremos más temprano que tarde el aborto “democrático” de la revolución obrera, como lo preparan en última instancia Obama, El Baradei y los Hermanos Musulmanes.

Justamente organizar a las amplias masas en lucha con el proletariado, en las calles, es lo que permite, como ya dijimos, partir la base del ejército, legitimar el accionar de la milicia obrera, debilitar y dejar colgado en el aire al estado burgués, y crear las mejores condiciones para una insurrección obrera victoriosa que conquiste el poder soviético en Egipto, como parte de la lucha por una Federación de Republicas Obrera Socialistas y soviéticas en Medio Oriente y el Norte de África.
En definitiva, para nosotros los soviets son grandes organismos de frente único de la clase obrera y las capas explotadas de la pequeñoburguesía del campo y la ciudad, a las que el proletariado debe ganar con un programa de expropiación de los capitalistas para preparar, con sus milicias obreras y su comité de soldados, la toma del poder.
Nuestra posición no es levantar “soviets obreros y populares” en general. Nuestra posición es poner en pie, extender, desarrollar, centralizar y armar a todos los organismos de autodeterminación y democracia directa de las masas en lucha al inicio de toda situación revolucionaria o pre-revolucionaria. Para que el proletariado con un programa revolucionario acaudille al resto de las capas y sectores de las masas oprimidos de la sociedad. En última instancia colocar al proletariado como caudillo de la revolución proletaria, única forma de liberar a la nación oprimida.
Insistimos, por ejemplo, hoy en Egipto, ustedes han detectado que sectores de las masas están constituyendo “comités populares revolucionarios”. ¡Adelante! Hay que extenderlos y desarrollarlos. Hay que formar comités populares revolucionarios de fábrica, de obreros, de desocupados, de soldados; comités de abastecimiento, comités por la vivienda, comités de vigilancia de precios, etc. Se trata de organizar a todas las masas que están entrando en la marea revolucionaria, para que ellas tomen la resolución de la crisis en sus manos y no deleguen nada de nada en los partidos burgueses y en la casta de oficiales, que ahora intenta posar de “democrática” y “nacional”.
Justamente, esos organismos, instituciones y programa es lo que le contraponemos al pacto y la conspiración a espaldas de las masas entre los Hermanos Musulmanes y El-Baradei, que bajo la dirección de los Clinton y la casta de oficiales hoy intentan arrebatarle a las masas su lucha por el pan, el trabajo y el derrocamiento revolucionario de Mubarak. No lo podemos permitir. De eso se trata el plan del reformismo y la burguesía para cerrar la crisis revolucionaria que hay en Egipto.
Dicen que le van a otorgar “democracia” a las masas y “terminar con la dictadura de Mubarak”. Mentira. Esto es un engaño. Las libertades democráticas y la caída de Mubarak que se avecina ya fueron conquistadas por las masas en su lucha, con centenares de muertos y miles de heridos. Sólo profundizando ese combate y tomando el poder podremos tener la tierra, el pan y el trabajo.
Es decir, la lucha del partido revolucionario por los soviets está íntimamente ligada a un programa de acción revolucionario que le permita a las masas y su vanguardia superar a las direcciones liquidacionistas de los soviets y de la lucha revolucionaria de las masas.

¡Por un programa de acción revolucionario para conquistar la unidad de la clase obrera y los explotados y derrotar las trampas de las direcciones colaboracionistas!

Las viejas direcciones colaboracionistas de los sindicatos y el movimiento pequeñoburgués 6 de abril llaman a una marcha de un millón de personas y a una huelga general para el primero de febrero.
Las masas fueron más allá que una marcha de un millón de personas y una huelga general. Paralizaron el país. Ya hace rato están ante las puertas del poder. Han comenzado a desarmar a la policía.
Las direcciones colaboracionistas y el movimiento 6 de abril quieren legitimar a una dirección burocrática y pequeñoburguesa que no ha jugado ningún rol decisivo en la lucha revolucionaria que ya lleva días y semanas.
Pero asimismo no podemos ser abstencionistas frente a esta trampa. ¿Dicen huelga general? Entonces ¡Tomemos todas las fábricas, y pongámoslas a producir ya bajo control de los trabajadores! ¿Huelga general? Sí, por el pan. ¡Expropiación de todos los bancos, que son los dueños de Cargill, Bunge y demás cerealeras, que tienen en sus manos y acaparan el trigo y el aceite! ¡Comités de abastecimiento, para expropiar a los grandes supermercados y a la gran burguesía comercial y agraria! 
¿Proponen Marcha de un millón? Pues bien, organicemos en esa marcha en la plaza central, el símbolo de las masas en lucha, un gran congreso de delegados de base de todo el movimiento obrero, los soldados rasos, las milicias que ya se han armado, para que allí se ponga en pie un gran parlamento obrero y de los sectores empobrecidos del campo y la ciudad que se haga del poder.
¿Qué autoridad tiene El-Baradei en Egipto, mandado por la Clinton, por encima de los millones que han combatido contra Mubarak?  ¿Qué autoridad tienen los Hermanos Musulmanes para acordar un gobierno con la Clinton y Mubarak en nombre de la “democracia”, cuando junto con Hamas, Mubarak, el imperialismo francés y norteamericano, y el estado asesino de Israel quieren garantizar un plan de “Dos Estados” y de reconocimiento del estado sionista de ocupación? ¿Qué autoridad tienen las fuerzas armadas y su casta de oficiales asesina, sirviente y socia del imperialismo yanqui, para “defender la democracia”? Los hijos de los obreros y de los sectores empobrecidos del campo y la ciudad deben pasarse del lado de la revolución y poner en pie comités de soldados.

Las tareas internacionalistas de la revolución obrera de Egipto y Túnez. 
¡Por la destrucción del estado sionista-fascista de Israel! ¡Por una sola revolución obrera y socialista del norte de África y todo Medio Oriente

Los trotskistas, los estrategas de la revolución proletaria, debemos decirle la verdad a la clase obrera mundial, y de Medio Oriente en particular: el ejército sionista fascista de Israel es parte de la misma casta de oficiales contrarrevolucionaria de Egipto, bajo el mando de Obama y el imperialismo. Son los Hermanos Musulmanes y Hamas los que sostienen al muro de Rafah.
Le va la vida a la clase obrera de Egipto en forjar su unidad con la clase obrera palestina. Es que, si la revolución en Egipto avanza, y es demolida esa casta de oficiales asesina del ejército de Egipto, sirviente del imperialismo, entrará el ejército sionista para masacrar a las masas egipcias y su heroica revolución que ha comenzado. Y lo hará siendo llamado por la burguesía de Egipto y el imperialismo, como ayer lo hizo en el Líbano o masacrando a decenas de miles de obreros palestinos en Jordania. De allí que el combate por la revolución obrera y el derrocamiento de Mubarak en Egipto es inseparable da la lucha por:
¡Por la derrota militar del estado sionista contrarrevolucionario de Israel!
¡Abajo el plan “de paz” y de los “dos estados”!
¡Abajo la política de colaboración de Hamas y Al Fatah con el imperialismo y el sionismo para dividir a la nación palestina!
¡Por una asamblea nacional de las masas palestinas de Jordania, Líbano, y todo el territorio histórico de la Palestina ocupada!
Esto es parte inseparable de la lucha por el triunfo de la revolución en Egipto, que sólo podrá triunfar como revolución socialista en todo Medio Oriente. Ya el mismo imperialismo se aterroriza puesto que la revolución que ha comenzado en Egipto es una revolución bisagra, entre el levantamiento de las masas y los pueblos oprimidos en el Norte de África y el combate por la revolución en Medio Oriente que, luego de la derrota de Irak y las masacres imperialistas en Palestina, puede volver a poner de pie y a la ofensiva a todas las masas de Medio Oriente.

En Egipto, la cuestión es hacia dónde se define la crisis revolucionaria que hay en las alturas; si es a favor de las masas, organizándose en organismos de autodeterminación, soviéticos, armados, que se planten como un doble poder; o si la crisis revolucionaria se cierra a favor de los explotadores con un gobierno burgués no elegido por nadie y que no tiene legitimidad ni autoridad alguna, salvo para ser otro collar del mismo perro que era Mubarak. A ese gobierno de transición, expropiador de la revolución, los renegados del trotskismo le proponen que se legitime con una asamblea constituyente. Le proponen una forma más edulcorada para mantener la dictadura del capital ante el embate de la revolución.

En Túnez ante la caída de Ben Alí, intentaron hacer esto, no ya con un gobierno de transición de unidad nacional, sino intentando incorporar al gobierno y al gabinete a los ministros obreros de los sindicatos de la UGTT, cuestión que fue rechazada rotundamente por las masas, que no quieren dejar piedra sobre piedra no sólo del régimen dictatorial y policíaco, sino también de todas las direcciones que colaboraron con él.
Por eso, en Egipto también la revolución se define en qué tan pronto las masas palestinas de Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, y en la Jordania misma empujen el proceso revolucionario que estalló en Túnez y que amenaza con incendiar todo Medio Oriente. Esto es lo único que va a impedir el plan contrarrevolucionario que plantea cercar la revolución que ha comenzado. Como hicieron con la revolución boliviana, su plan es cercarla, con Hamas y los Hermanos Musulmanes rodeando el muro de Rafah para que no sea derribado por las masas y por el inicio de la revolución en todo Medio Oriente.
Es que la revolución en Egipto solamente podrá avanzar y profundizarse no sólo conquistando un régimen de doble poder que prepare una insurrección victoriosa en Egipto, sino también extendiendo la chispa de Túnez que incendió toda África y que ahora, con Egipto, amenaza a incendiar todo Medio Oriente.
En el carácter del combate internacionalista de las masas de Egipto, Medio Oriente y Europa se definirá la dinámica y el curso de la revolución que ha comenzado.
Ha llegado la hora de que vuelva la revolución iraní. Porque ese es el Egipto insurrecto de hoy. ¡Que vuelvan los consejos obreros (Shoras) en Irán! Sólo así se conseguirá democracia y se terminará con el régimen de oprobio, de hambre, miseria y entrega nacional de los Ayathollas.
Las tareas internacionales de la clase obrera de Egipto son enormes, como así también lo son las tareas internacionalistas del proletariado mundial con la revolución que allí ha empezado.
Apoyados en el régimen cipayo de Egipto y del estado gendarme de Israel, el imperialismo masacró en Irak. Todas las fracciones de la burguesía chiita y sunita han entrado al régimen del protectorado yanqui en Irak, entregando la resistencia para que sea masacrada.
¡Que se extienda a Irak el levantamiento de Egipto! ¡Por la derrota militar del imperialismo yanqui en Irak! ¡Que se vuelva a poner de pie la marcha del millón de obreros contra la guerra en EEUU! ¡Que se vuelvan a parar los puertos de Oakland, para que no vayan ni un fusil ni un tanque al estado asesino de Israel ni a las burguesías de todo Medio Oriente, sirvientes del imperialismo; y que se embarquen armas y alimentos para las masas insurrectas!
Visto desde aquí es que se comprende el terror del imperialismo y la burguesía mundial ante la revolución que ha comenzado en Egipto. La burguesía percibe perfectamente el carácter de “bomba atómica” para sus intereses que tiene el avance de una revolución victoriosa de Egipto hacia todo Medio Oriente, Europa y EEUU.

La revolución del norte de África y Medio Oriente es un nuevo test ácido que devela la bancarrota de los renegados del trotskismo, devenidos en consejeros de la burguesía “democrática”.

Las direcciones traidoras impiden que en el norte de África y Medio Oriente se concentren las fuerzas del proletariado mundial. La tarea de los trotskistas es plantear valientemente, a nivel internacional, ante los ojos de todo el proletariado mundial, de Medio Oriente y Egipto en particular, el enorme combate y posibilidades de triunfo que están por delante.
La burguesía y sus regímenes no están fuertes. Las cabezas de sus dictadores ruedan en el norte de África y Medio Oriente. La predisposición al combate de las masas de Europa es enorme.
La fortaleza de la burguesía hoy reside tan sólo en el sostén que las direcciones traidoras del proletariado le brindan en medio de su bancarrota.
En esta perspectiva es que la alternativa ya es de hierro. O destrucción del estado burgués, desmantelamiento de su maquinaria contrarrevolucionaria de hombres armados sirvientes del imperialismo, para que avance la revolución y así haya pan, trabajo, tierra, libertad e independencia nacional; o sigue el mismo perro con distinto collar, adornado con las tachas del reformismo.

Es muy bueno, desde mi punto de vista, que nuevos acontecimientos y nuevas revoluciones nos planteen los debates claves del marxismo sobre la dictadura del proletariado. Aprovechemos la oportunidad que nos da esta oleada de revoluciones que ha comenzado en el norte de África. Allí, los organismos de lucha política de masas todavía son embrionarios. Prima la espontaneidad de las masas, sus acciones.
Los reformistas y la burguesía se desviven para que no surjan ni se desarrollen los soviets, los organismos de doble poder, de autodeterminación de las masas, de democracia directa; como lo son las milicias que surgen por el desarme de las comisarías, o como lo son los comités de obreros y comités de fábricas que están arrastrando al proletariado al combate en las calles.
Muy inteligentemente, la burguesía ha sacado al ejército a las calles y lo intenta hacer pasar como “neutral”. El ejército no es neutral. La banda de hombres armados y su casta de oficiales es parte de la conspiración, junto a Obama, los Clinton y Mubarak, contra la revolución obrera que ha empezado.
Es de vida o muerte que las masas explotadas vean no sólo como enemigo a la asesina policía secreta y a la policía, sino también a la casta de oficiales que sostuvo durante 30 años al asesino Mubarak. Eso hay que decirles a los soldados rasos, que tienen que optar: Con los obreros y los sectores empobrecidos del campo y la ciudad por el pan y el trabajo, contra el estado sionista fascista de Israel, junto a las martirizadas masas palestinas; o con la casta de oficiales sosteniendo a Mubarak y a sus sostenedores de ayer -como los Hermanos Musulmanes- y de hoy, como El-Baradei.
Por eso, que a la “marcha del millón de hombres” la encabece los tanques con los soldados rasos, los obreros, y las milicias de los explotados. Así se acabaría en un segundo Mubarak y su odiado régimen.
A los soldados rasos les planteamos: “Con las masas de Irak y de Afganistán, invadidas por las tropas imperialistas; o con la casta de oficiales gurka sirviente de Bush, Obama y el sionismo para masacrar a las masas Medio Oriente.”
La lucha por comités de soldados y por destruir la casta de oficiales cierra también la otra alternativa de salida que tiene la burguesía, que es la de imponer un gobierno militar “nacionalista” para desviar la embestida revolucionaria de las masas. No lo podemos permitir. Como tampoco podemos permitir la política siniestra del reformismo y los renegados del trotskismo de darle consejos a la burguesía y a su estado sobre cómo salir de su crisis. “Hagan una asamblea constituyente nacional y den mucha democracia, así salen de su crisis” les dicen.
Así el reformismo utiliza las demandas de democracia extrema no como un peldaño en la lucha de la clase obrera sino como un dogal en su lucha para estrangularla. Porque solamente un gobierno provisional revolucionario de obreros y sectores empobrecidos de la ciudad y el campo, apoyado en los organismos de autodeterminación y armamento de las masas podrá llamar a una asamblea constituyente realmente soberana y democrática, para garantizar, con armas en mano, que se rompa con el imperialismo. Sin armamento no hay pan, ni siquiera democracia ni libertad, y ni hablar de conseguir la independencia nacional.

Desde la FLTI, entonces, rehuimos de toda posición normativista sobre los soviets y de mistificación de los mismos. Son organismos de lucha política, que hay que armarlos para tomar el poder.
Cuando Lenin y Trotsky alertaban que entraban oportunistas y carreristas (Kerensky, los mencheviques, los charlatanes socialdemócratas, etc.), el punto del combate estuvo centrado en el programa de los bolcheviques de “todo el poder a los soviets” como única forma de conseguir el pan, la paz y la tierra.
Primero, fue una explicación paciente. Luego, con tácticas como la de “¡Abajo los ministros capitalistas!”, con la que demostraron a la amplia mayoría de los explotados que los charlatanes, oportunistas y carreristas preferían hacer una acuerdo con el partido kadete antes de tomar ellos el poder y gobernar a favor de los obreros y los campesinos.
Luego vino la derrota de Kornilov, al que los bolcheviques se enfrentaron con una táctica de frente único en las calles, sosteniendo a Kerensky como la soga sostiene al ahorcado. Pero después, cuando siguen los soviets colaboracionistas y en septiembre el partido bolchevique duda en tomar el poder, y las condiciones comienzan a descomponerse, Lenin no tiene ningún problema en plantear “tomemos el poder con los comités de fábrica y la guardia roja del soviet”.
Cuando la dirección del partido bolchevique centreaba más y más en organizar ya la insurrección, Lenin planteaba, ya con mayoría bolchevique en los soviets, tomar el poder inclusive con la guardia militar del partido. Mencheviques y SR azuzaban con el llamado a una constituyente y Lenin afirmaba: “Sí, cuanto antes, si la llaman lo utilizaremos para explicar que solamente tomando el poder por los soviets se resolverán los problemas de las masas”. Y afirmaba que una república obrera es un millón de veces más democrática que hasta la más democrática de las repúblicas burguesas parlamentarias. En el soviet está la amplia mayoría de la población que decide democráticamente día a día sobre sus asuntos, con democracia directa y sobre todo con armas en las manos para hacer cumplir todo lo que resuelve. Es más, aún luego de tomar el poder, los bolcheviques llamaron a una asamblea constituyente para explicar y demostrar que no daba ni la paz, ni la tierra, ni el pan, terminó siendo una asamblea constituyente con el portero del edificio golpeando las manos diciendo, “bueno se van todos, por favor”. 
Todo, inclusive constituyente cuanto antes, era para explicar y fortalecer la lucha por todo el poder a los soviets. Los reformistas, los renegados del trotskismo, están en un ángulo de 180 grados de la política leninista, su programa es todo el poder a la asamblea constituyente, a los parlamentos democráticos burgueses, para salvar al Estado burgués de la revolución proletaria. No estamos frente a parteros de la revolución, sino frente a aborteros de la misma.
Camaradas, los soviets son un medio para la insurrección, como los sindicatos son un medio para la lucha económica. Los soviets son los organismos para la insurrección, y en los pasos previos, para que las masas tomen todos los problemas en sus manos, independizándose del estado burgués.
Creo que la discusión sobre los soviets es estratégica, puesto que allí madurará el partido revolucionario capaz de dirigir la toma del poder. Sin este partido, los soviets, como cualquier organización de lucha de la clase obrera, se vuelven totalmente impotentes en manos de las direcciones colaboracionistas y reformistas.

Llegó la hora de profundizar la lucha por reagrupar, al calor de la revolución de Túnez y Egipto, a las fuerzas sanas del movimiento trotskista internacional, las organizaciones obreras revolucionarias a en camino a refundar la IV Internacional

Como vemos, la situación de Egipto, como ayer en Túnez, y como se prepara a estallar hoy en Jordania, Siria, Yemen, Argelia, deben concentrar -y ya concentran- la atención de todos los revolucionarios internacionalistas.
El reformismo ha quedado pintando un techo sin la escalera. Sólo balbucea.
La burguesía, aterrorizada, ve que si rueda la cabeza de Mubarak se levanta nuevamente la revolución palestina, pero esta vez junto a sus hermanos palestinos de Jordania, Líbano y Siria. La burguesía y el imperialismo ven derrumbarse día a día sus dispositivos contrarrevolucionarios del estado egipcio bajo las órdenes de Mubarak, aliado indestructible del estado sionista contrarrevolucionario de Israel. Esto amenaza con desbaratar el control imperialista de toda la región.
Estamos presenciando, asimismo, el desenmascaramiento de las burguesías nativas como sirvientes y socias del imperialismo, como en Bolivia, donde los “bolivarianos” imponían un brutal aumento de la nafta.
En Medio Oriente, Hamas, junto a los Hermanos Musulmanes de Egipto, impide que se derribe el muro de Rafah. Inclusive hacen un “cordón humano” para que esto no suceda.
Los Hermanos Musulmanes eran hermanos de Mubarak, con el que pactaban, junto a Hamas y bajo la dirección de Obama y el imperialismo yanqui, la rendición de las masas palestinas.
Frente a las hambrunas y los padecimientos inauditos de las masas, el striptease del enemigo ya es evidente.
Las masas del norte de África están demostrando que solamente derrotando en las calles a los gobiernos y regímenes de la burguesía y el imperialismo se puede avanzar a dar una lucha mínimamente seria por el pan y el trabajo. Son una verdadera llama que puede volver a incendiar a la clase obrera europea, que para conseguir pan y trabajo deberá derrocar revolucionariamente a la V república francesa, a la monarquía española e inglesa, al régimen del Bundesbank y los de las demás potencias imperialistas, junto al parlamento y la Europa imperialista de Maastricht.
Pero, lo que es más importante aun, es que los combates revolucionarios del norte de África ya demuestran que ha sido dislocado también el dispositivo del reformismo, que llamó a la clase obrera en Europa y a nivel mundial “a regular los ajustes”, a pedir “rectificación” de los más brutales ataques contra la clase obrera de Europa y EEUU, mientras llamó a someter a la clase obrera a los imperialismos “democráticos” y las burguesías “bolivarianas” en América Latina o “nacionalistas” en África y Medio Oriente.
Los reformistas están en un serio aprieto. Hoy, las acciones revolucionarias de masas ya comienzan a utilizar el lenguaje del programa del trotskismo. Ayer dijimos “estamos y seguimos mal porque no tomamos el poder ni en Grecia, ni en Bolivia, ni en Francia, ni en Guadalupe ni en Madagascar”. Hoy, las masas de África del norte plantean esa perspectiva para triunfar.
El reformismo ha quedado abiertamente del lado de la burguesía. Todos sus partidos conspiran contra las masas para impedir el inicio y el triunfo de la revolución. Callan que se hacen gasolinazos, como en Bolivia, y se largan paquetazos de aumento de carestía de la vida y una desocupación crónica -que significan padecimientos inauditos de las masas- porque un puñado de cerealeras, para hacer jugosas ganancias, ha acopiado todos los commoditties del planeta.
Callan y silencian que en Wall Street, en el Bundesbank, en la City de Tokio y de Londres figuran valores que están 10 veces por encima del valor de cada bien producido por el trabajo humano, lo que indica que el capitalismo ya se está comiendo los bienes y riqueza que ni siquiera ha producido, y esto es la causa fundamental de la inflación.
Se niegan a explicar a las masas que EEUU emite dólares falsos, sin respaldo, para cubrir sus déficits y dárselos a sus bancos, para que éstos los presten con intereses usureros al mundo colonial y semicolonial, e inclusive a los propios países imperialistas hundidos, que deben aplicar más y más ataques contra la clase obrera.
Solamente el trotskismo plantea que no habrá pan, trabajo ni tierra si no expropiamos a los banqueros de Wall Street, de la City de Londres, y si no coordinamos y centralizamos el combate de la clase obrera del mundo colonial y semicolonial y los pueblos oprimidos del mundo con el proletariado de los países imperialistas, que es atacado al mismo nivel que las masas del mundo semicolonial, y avanzamos al triunfo de la revolución socialista internacional.
Estas condiciones no dejarán vivir en paz al reformismo. No vivirán en paz esos partidos “anticapitalistas” que sostienen al capitalismo. No vivirán en paz los hablan de “socialismo” y sólo le dan recetas a los regímenes decrépitos de los estados semicoloniales para que, con una mano de pintura “democrática”, éstos se mantengan.
No podrán vivir en paz -y estallarán en veinte mil pedazos- quienes le han dicho a la clase obrera española, griega, francesa, inglesa, española, etc. que había que hacer “un Maastricht más social” y no derrocarlo, como intentan hacerlo las masas del norte de África y Medio Oriente con sus regímenes y gobiernos.

La inflación y la recesión en los países capitalistas centrales, y las superganancias del capital financiero parasitario, asentadas en la decadencia de las fuerzas productivas y en las miserias de las masas, chocan hoy como revolución y contrarrevolución a nivel mundial. 
El capitalismo promete “nuevas revoluciones tecnológicas” y con sus golpes contra las masas, sólo manda a la edad media a la absoluta mayoría del planeta. Ninguno de los estados mayores del reformismo ni la V Internacional han llamado a las masas ni tan siquiera a realizar un 0,1% de las acciones revolucionarias que éstas realizaron en Túnez y en Egipto.
Ha llegado la hora de romper el cerco del movimiento revolucionario y dar un salto hacia adelante para refundar la IV Internacional. ¡Pan y tierra, y todo el poder a los soviets! Para comer: revolución socialista, expropiar a los banqueros de Wall Street y el Bundesbank; centralizar las fuerzas internacionales de la clase obrera para preparar una ofensiva revolucionaria que tumbe a Mubarak, a Obama, a Sarkozy, a los asesinos de la Rusia Blanca de Putin-Medvedev, a las miserables burguesías negras de África, sirvientes del imperialismo, y las burguesías nativas de Medio Oriente y América Latina. Ha llegado la hora de convocar nuevamente a una nueva conferencia internacional de las fuerzas sanas del movimiento trotskista internacional y las organizaciones obreras revolucionarias para sentar las bases para refundar la IV Internacional bajo el programa de 1938.

Un fuerte abrazo        
Carlos Munzer, Laura Sánchez y Pamela por el SCI de la FLTI