Francia - 24 de septiembre de 2020
En medio de una profunda crisis económica
La clase obrera resiste un brutal ataque mientras las direcciones sindicales dividen las luchas
La clase obrera francesa empezó el 2020 con un enorme combate que venía desde diciembre contra el ataque a las jubilaciones de Macron. A partir de marzo, la cuarentena por el Covid 19 y luego las vacaciones de verano impusieron la desmovilización de aquella lucha política de masas que venía volviendo loco al gobierno y la patronal. Éstos aprovecharon la cuarentena para descargar brutalmente la crisis sobre las masas: se congelaron salarios, muchas fábricas cerraron plantas suprimiendo puestos de trabajo (cierres que continúan hoy en día como en Bidgestone, que va a dejar casi 900 obreros en la calle) y se despidieron centenares de miles de trabajadores en negro y contratados, que en su mayoría son inmigrantes y jóvenes.
Francia está en una crisis económica muy profunda. El porcentaje de desocupación es altísimo (sólo entre marzo y abril aumentó más del 30%, generando 1.1 millón más de desocupados, un record histórico). El sistema sanitario está reventado, con trabajadores en condiciones paupérrimas, cobrando un salario miserable. Sumado a que hay un rebrote importante de Covid y no están comprando los insumos para controlarlo y no se están haciendo testeos.
Por supuesto que a todo esto el gobierno acaba de destinar 100 millones de euros de “ayuda” para las patronales (más lo que ya habían dado antes) y dedicó los fondos del estado a “rescatar” empresas como Air France.
Más allá de la pandemia, si Macron y la patronal pudieron imponer este ataque a las masas trabajadoras es porque las direcciones sindicales lo permitieron. Es que hay una bronca terrible y durante todos estos meses la clase obrera presentó batalla por sector, como los trabajadores de la salud, de las automotrices como Renault, docentes y ferroviarios. Los inmigrantes se organizaron y lo siguen haciendo para enfrentar el ataque y exigir papeles y condiciones de vida digna: hubo manifestaciones multitudinarias en mayo y junio y en este mismo momento se desarrolla una Marcha Nacional de los Sin Papeles que salió el 19 de septiembre desde diferentes ciudades del interior, en particular desde Marsella, para llegar a París el 17/10, atravesando todo el país. Incluso el colectivo de los Chalecos Negros se organiza para impedir deportaciones de trabajadores indocumentados.
Los sectores que ansían pelear y que vieron sus condiciones de vida degradarse durante el año son los que se expresaron en la marcha de los Chalecos Amarillos del 12/9. Allí se vio una vanguardia (solamente 2500 en París, 6000 en todo el país) pero que expresa esa bronca que prima en toda la clase obrera y la clase media arruinada.
Pero las burocracias sindicales mantuvieron estas luchas divididas. Y en este contexto de descontento social, los sindicatos CGT, Solidaires y FSU llamaron a una marcha a la vuelta de las vacaciones (que en Francia es septiembre y todos le llaman el "regreso") con el nombre de "regreso social" para el 17/9. Fue un llamado para descomprimir y para posar de que hacen algo, pero en realidad las direcciones sindicales no sólo no movilizaron sino que los cuadros sindicales jugaron el rol de rompe huelgas. Trataron de disuadir a los trabajadores de movilizarse, explicando que “lo que no logramos con la huelga y las luchas lo lograremos con el voto en 2022”. Y así, la marcha del 17 fue prácticamente inexistente.
En el medio de esto, los anticapitalistas del NPA atraviesan una crisis enorme. No logran movilizar a nadie, pero tampoco pueden proponer una candidatura a las elecciones presidenciales de 2022. Están discutiendo si en ellas se presentan o no con Melenchon y esto genera una crisis interna muy grande.
Desde ahora se puso en marcha una situación de pseudo “paz social” en la que las direcciones de la clase obrera intentan imponer la trampa electoral y la “postergación” de las acuciantes demandas de los trabajadores.
Tendrán que mantener la paz social durante dos años, cuando la desocupación, la precariedad y la crisis sanitaria se profundizan.
Pero la clase obrera francesa viene de años de aguerridos combates. No está dicha la última palabra.
Corresponsal |
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