
| 03/04/2014 UCRANIA: una alternativa de hierro UNA COLONIA TUTELADA POR EL IMPERIALISMO  
 ¡Fuera el FMI, Maastricht y la OTAN! ¡Fuera de Ucrania y Crimea las tropas blancas contrarrevolucionarias de Putin, sicario del imperialismo y hasta ayer fiel pagador del FMI con su socio Yanukovich! ¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas soviéticas y revolucionarias en Ucrania, el Glacis, Rusia y todas las ex repúblicas de la URSS! Por Carlos Munzer 
 Ucrania estalla en cesación de pagos. Así se disloca y entra en crisis este eslabón más débil del control imperialista de las colonias y semicolonias tuteladas del este europeo. Desde Diciembre de 2013, Ucrania entró en una verdadera cesación de pagos, sometida al FMI con una deuda externa de 65.000 millones de dólares, con vencimientos este año de 13.000 millones de dólares. Se calcula que la deuda total ucraniana a largo plazo ronda los 140.000 millones de dólares, lo que representa un 80% de su PBI. Desde los años ’90, cuando con el estallido de la ex URSS logra “su  independencia”, Ucrania no ha logrado recrear un mercado nacional, cuestión que  nunca logró desde su existencia, a excepción de cuando se federó con la URSS de  Lenin y Trotsky en 1921-1922. Luego pasó a ser parte de esa cárcel de naciones  sobre la que se asentó el estalinismo en la “Gran Rusia”.  En el este de Ucrania, sus enormes acerías y minas de carbón en la llamada zona “rusófila” de la región del Donbass (en la cuenca del río Don) producen para el aparato militar ruso con máquinas obsoletas que perduran de la época de la ex URSS. Sus minas de carbón se sitúan entre las mayores del mundo; sin embargo, la industria pesada en el este de Ucrania precisa de la importación de productos energéticos y de gas natural, lo que la hace totalmente dependiente de las transacciones comerciales y las relaciones económicas con Rusia. Por otro lado, su zona occidental mira y se articula con la Europa imperialista. En su capital Kiev, se controlan las finanzas que se recaudan con las comisiones por el transporte y con el pago del peaje de los tres gasoductos que pasan por Ucrania desde Rusia, con los cuales se abastece el 100% de las energías de los países del este europeo como Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, etc. y el 30% del consumo del gas de la Europa imperialista. El Gazprom, la empresa rusa, realiza este abastecimiento con sus socios europeos como la BASF y la Siemens alemana, la Gas de France y la Total francesas, la ENI italiana, etc. Desde este punto de vista, Ucrania es un lugar de paso y de tránsito del gas ruso, imprescindible para el funcionamiento de la producción de las potencias imperialistas europeas. A Rusia se la presenta como una gran “exportadora de armas”. Es  indudable que lo es. Para ello la nueva burguesía rusa aprovecha el viejo  aparato industrial militar de la ex URSS. Pero decir sólo esto es una quimera,  o por lo menos es no decir toda la verdad. El aparato industrial militar ruso funciona  gracias a la alta tecnología que le venden Francia, Alemania y en menor medida,  EE.UU., tal cual ahora sale a la luz en esta crisis de Ucrania exponiendo los  enormes negocios de alta tecnología que la Europa de Maastricht realiza con  Rusia. Podríamos decir que Rusia es dependiente para su industria militar de la  tecnología de Francia y Alemania. Alemania es el gran distribuidor del gas ruso en toda Europa. Necesita mantener el statu quo con Rusia, a la que le succiona la energía. Pero a la vez también necesita controlar y debilitar a Rusia por el hecho de depender de ella desde el punto de vista de la energía. La oportunidad que se presentó en Ucrania con su default, le vino muy bien a Alemania y a la Europa imperialista para extender sus fronteras hasta la Rusia misma, para controlar directamente todos los gasoductos que llegan a Berlín y Frankfurt. Por su lado, EE.UU. es el gran acreedor, como veremos luego, de la Europa oriental sometida por el FMI, tal cual colonias expoliadas, y en última instancia, desde Wall Street, es el prestamista de los países imperialistas europeos de segunda que están en ruinas y endeudados, luego de que sus bancos quebraran en el crac del 2008. Ucrania es un eslabón clave pero el más débil de esa cadena de la división  del trabajo, que une las fuentes del gas y la energía de Rusia con el resto de  Europa. Ucrania es un eslabón clave. Allí las pandillas capitalistas, tanto las  que miran a oriente como las que miran a occidente, desde la caída de la URSS  en los ‘90 y el renacimiento de una Ucrania “independiente”, se pelean el  control del gobierno de Kiev porque desde allí se cobran las comisiones por el tránsito  del gas y se manejan las finanzas. Por otro lado, la tragedia de la restauración capitalista ha hecho  retroceder la cuestión agraria, dejando las llamadas “tierras negras”, de gran  fertilidad, en manos de las grandes cerealeras como la Monsanto y de una riquísima oligarquía.  El estallido de la crisis ucraniana ya rompió el statu quo y la  estabilidad en toda Europa y a nivel mundial. Es que Ucrania ha entrado en  crisis y en cesación de pagos con su gran acreedor que es EE.UU. a través del  FMI, con su monumental deuda externa. El  único statu quo que EE.UU. le permite tener a Ucrania es el de ser una colonia  tutelada para cobrarse sus deudas como usurero. La Europa de Maastricht quería  controlar a Ucrania como “república asociada”, es decir, como colonia vasalla.  El imperialismo yanqui sabe que con la mano de obra esclava ucraniana, la reconversión con alta tecnología de las minas de carbón y las siderurgias que den ganancia, el cierre de las que no sirvan, la apropiación de sus tierras fértiles y el control de los gasoductos -con lo que le cobraría comisiones a toda Europa-, se cobraría holgadamente esa deuda externa fraudulenta que a fines de los ’80 le impusiera a todos los ex estados obreros con la restauración capitalista, quedando mejor posicionado para recolonizar inclusive a la “Gran Rusia”. Solamente desde este punto de vista se podrán comprender las  posiciones de las potencias imperialistas europeas y de EE.UU. frente a  Ucrania. 
           EE.UU. como potencia dominante exige ser él quien encabece y  distribuya los negocios en el este europeo y hasta Moscú.  Mientras, todos juntos amenazan a Rusia con aislarla. Putin se ha  tomado Crimea, como veremos luego. Para el imperialismo por ahora en la negociación  con Rusia para que abandone Ucrania, esta península no es clave. Ya de hecho,  se la ha cedido. Ello incluye dejarle a Rusia el control de uno de los tres  gasoductos que pasan por Crimea. Le han dejado una pequeña tajada a su agente,  pero para que se retire de Ucrania.  Las tropas rusas se han puesto en las fronteras del este de Ucrania. Estas exigen una Ucrania federada, con el este teniendo autonomía lingüística, política y comercial. Y a la vez, Putin, el sicario del imperialismo, negocia que sean él y sus tropas los gendarmes encargados de masacrar y aplastar todo levantamiento revolucionario de los obreros de Ucrania y todas las ex repúblicas soviéticas. Amenazan con levantamientos pro-rusos en el Donetsk, Járkov y Lugansk, para imponer esa política de federación, manipulando el sentimiento de las masas que efectivamente se quedarán sin trabajo puesto que lo que prepara el FMI en esa zona es la reconversión de las acerías y minas de Ucrania, cerrando las que den pérdida. Putin no está en contra de esto. Lo único que quiere es entrar en los negocios. Rusia lo que está haciendo es peleando por mantener su viejo “mercado  nacional” que incluye el este de Ucrania, totalmente integrado a la división  del trabajo rusa. Esto pelea Rusia… que no le saquen un brazo. ¿Rusia imperialista?  La Rusia de los zares peleaba Japón. En alianza con Inglaterra y Francia en la  Primera Guerra Mundial, peleaba por llegar a Polonia y todo el imperio Otomano…  inclusive quedarse con la antigua Persia, lo que serían hoy Irak e Irán. La “Gran  Rusia” de hoy pelea por que no le amputen los brazos y las manos de su “mercado  nacional”. Lo de Putin son sueños imperiales pero el resultado es cada vez más una  Rusia avanzando a ser una semicolonia, cercada por el imperialismo luego de la  restauración capitalista en el ‘89. Con Ucrania ha estallado un eslabón fundamental y corredor gasífero  del gas que une a Europa desde Rusia a toda la Unión Europea, controlado por  Rusia y la UE.  Ucrania es el estallido de un eslabón clave de la fuente de energía con la que se abastece a Europa. Es el estallido de un eslabón que ya no puede pagar más el saqueo imperialista. Es un estallido, y eso es lo que se vivió en los últimos meses, de las relaciones políticas entre las fracciones y las distintas pandillas burguesas ucranianas, a las que se les volvió imposible convivir en un mismo país, en función de sus intereses económicos y de mercado que poseen. Esto es lo que explica la grave crisis política abierta en “las alturas”, es decir, la monumental crisis en la que entró el gobierno de Yanukovich tironeado entre Rusia y la UE, para ver quién era el garante del pago al FMI y de EE.UU. de la deuda externa. En diciembre de 2013 ya Ucrania había chocado con las rocas submarinas del crac y el default. Ya nada iba a volver a ser como antes. La crisis ucraniana expresa la situación desesperada del movimiento de masas, que no soporta más vivir como hasta ahora. Ante esa situación, como demuestra toda la génesis y el resultado provisorio de la crisis política ucraniana que le costara la cabeza a Yanukovich, las potencias imperialistas tan sólo se anticiparon a un final anunciado: o se abría una revolución donde intervenía el movimiento obrero uniendo al oriente y el occidente, o apoyado en las clases medias ricas y la burguesía financiera de Kiev, el imperialismo cortaba la agonía y se quedaba con toda Ucrania como sucede ahora, convirtiéndola en una colonia tutelada y bajo el “manto protector” de la OTAN. Esta relación de fuerzas no sólo el imperialismo quiere imponérsela a las masas de Ucrania, sino también a la “Gran Rusia” que amenaza con no permitir semejante humillación y exige seguir siendo parte de los negocios de los países por donde transita su gas y de los que necesita para que funcione su mercado interno, como es el este ucraniano. Para el imperialismo Ucrania debe ser una “nueva Georgia”, ese lugar de tránsito de los oleoductos de Azerbaiyán y Nagorno Karabaj hacia Europa pasando por el Mediterráneo a Turquía que lo redistribuye. 
 Rusia aun no es una colonia ni una semicolonia. Es un país capitalista que depende del imperialismo y de la economía-mundo capitalista para desarrollar inclusive su producción en ramas enteras de la industria en Rusia. El sistema bancario ruso convive con la gran banca imperialista del Citybank, el HSBC, el Bundesbank… tan solo Alemania tiene 6.000 empresas en Rusia con inversiones directas de 25.000 millones de euros. Pero aun Rusia no es ni una colonia, ni aun una semicolonia puesto que desde el punto de vista político, todavía mantiene una relativa independencia con las potencias imperialistas con las cuales negocia su ubicación como guardián de la propiedad de todos en Eurasia y aprovecha también el aparato industrial militar de la vieja industria soviética. Aún faltan muchos golpes imperialistas, zarpazos  contrarrevolucionarios, crac y estrangulamientos económicos, para recolonizar  Rusia o China, y sobre todo, hacen falta guerras, de agresión directa, por  interpósita persona, para colonizarlas.  Hoy los reformistas de la izquierda lacaya de Wall Street silencian la masacre de Siria. Allí se utilizaron desde armas convencionales para masacrar a más de 300.000 explotados, y tener a 10 millones en campos de refugiados en la frontera de Siria, en carpas en medio del desierto. Este genocidio contra la revolución proletaria es apenas un anticipo de lo que está dispuesto y necesita hacer el imperialismo para salir de su crisis. 
 Con el estallido de la ex URSS en el ‘89, y con estas y otras crisis  políticas que le precedieron,  Como vemos, desde el ‘90-‘91, la “independencia ucraniana” ha sido una cadena de crisis, estallidos, defaults, cesación de pagos y enormes choques burgueses por los negocios. La ausencia de un “mercado nacional” ucraniano es lo que define que hay fracciones burguesas que no pueden convivir entre sí y manejar en común un estado, sin destruirse o anularse mutuamente. Ambas fracciones, la del oriente y la del occidente, estrangulan al sacrificado proletariado ucraniano, que efectivamente es el único que tiene un “interés nacional” que lo une en todo el territorio de Ucrania (como lo hace también con toda la clase obrera europea): derrotar al imperialismo y al FMI. Expropiar la tierra de la nueva oligarquía de la Monsanto, la Cargill y sus lacayos de Kiev para tener trigo y pan barato. Y terminar con los salarios de hambre de 300 dólares con los cuales la burguesía los ha sometido y los somete para profundizar una Ucrania maquila y usar a su mano de obra como obreros de segunda en toda Europa. Estas son las consignas motoras y la tarea histórica que tienen planteada la Ucrania colonizada, que solo pueden ser conquistadas, como ya ha sido demostrado históricamente en el 21-22, con el triunfo de la revolución de los consejos de obreros y soldados, como Ucrania soviética. Ucrania entró en default. La situación se volvió insostenible entre todas las clases y sectores de clase de la sociedad. Una situación revolucionaria comenzaba a abrirse entre diciembre de 2013 y febrero de 2014. Pero los planes para Ucrania no fueron ni ya son los mismos para el imperialismo. Alemania se venía anticipando buscando que Ucrania, ante el default y la crisis, ingrese a la UE. Ello presuponía incluso una negociación con las grandes pandillas burguesas de los “oligarcas” de Ucrania ligados a los negocios con Moscú, e inclusive que siguiera Yanukovich en el gobierno, pero imponiéndoles condiciones leoninas para sacar a Ucrania de la cesación de pagos. 
           Si esto no fuera suficiente, están las bayonetas rusas siempre  dispuestas a aplastar cualquier revolución del proletariado. Es que esto es lo  que hizo Rusia en 2008 en Georgia. Se levantaron los obreros contra Saakashvili,  contra su brutal plan de hambre y ataque al salario. Los trabajadores de Osetia  del Sur, que estaba anexada a Georgia, querían escapar de semejante hambruna  ligándose a sus hermanos de Osetia del Norte que están federados a Rusia. Con  la excusa de apoyar esta “vuelta a casa” de Osetia del Sur, el ejército ruso  entro y masacro a toda la clase obrera georgiana, que se había sublevado contra  el gobierno de Saakashvili, dejando un tendal de más de 5.000 muertos en un  país de no más 3 millones de habitantes. 
 Ucrania llega tarde a la constitución de las naciones en el Siglo XIX. Ucrania es una nación que no pudo ser. En la época imperialista ya  no hay lugar ni siquiera para nuevas naciones. Tan solo para colonizar y  recolonizar las actuales y para que las potencias imperialistas se repartan y  disputen esas zonas de influencia. Esto es lo que sale a la luz en esta crisis  ucraniana.  
 La “independencia” de Ucrania lograda de la ex-URSS a partir de los  ’90 no fue más que una fantasía, una ilusión. En esa fecha Ucrania nació como  “nación independiente” haciéndose cargo del 17% de la enorme deuda externa que  tenía Rusia con el Citybank y la banca imperialista, sometida brutalmente a  ésta; con una base militar rusa que garantizaba y garantiza la circulación de  los gasoductos y oleoductos por el territorio ucraniano hasta Alemania; y  sometida a los negocios de la burguesía “gran rusa” asociada a las grandes  empresas petroleras imperialistas como la Total francesa, la BASF alemana y la British Petroleum, que extraen el gas y el petróleo de las estepas rusas para  abastecer a toda Europa.  Ucrania como nación “independiente” burguesa es una utopía. La vida  ya dio un veredicto. Luego de la restauración capitalista del ’89 Ucrania  estuvo 100% tutelada y vigilada a cuenta del imperialismo por las tropas rusas,  dirigidas directamente desde la City de Londres y desde  el FMI. La nueva burguesía yeltsinista rusa nadaba en dólares desde la City de Londres y Mónaco. Desde allí se monitoreaba al gendarme ruso en  los primeros pasos de la “Ucrania independiente”.  Es decir, resumiendo, Ucrania  no tiene un mercado nacional. Las distintas fracciones burguesas ucranianas (de  las cuales la fundamental es el imperialismo que la saquea a través del FMI, de  su renta agraria y de un tránsito barato del gas hacia Europa) no tienen un  anclaje común en un mercado nacional.  
 Las demandas de la clase obrera ucraniana son las únicas que pueden unificar a la nación en todas sus fronteras, desde oriente a occidente, para enfrentar a todos sus verdugos, que no tienen patria, sino solo negocios que defender. Nuevamente los charlatanes antimarxistas le echan la culpa al proletariado ucraniano de la traición de las direcciones de la clase obrera europea y mundial, que son las que realmente dividen sus filas Los revolucionarios afirmamos que sólo la clase obrera ucraniana tiene intereses comunes y por ello es la única clase “nacional”. Hoy el proletariado “mira a Europa” o “a Rusia”, de cuya relación dependen gran parte de sus empleos. Es que ganando salarios de hambre y con millones de obreros inmigrantes que se van a trabajar a la Europa imperialista o a Rusia, las familias obreras de Ucrania son obligadas a desgarrarse. Con 300 miserables dólares de salario en Ucrania vive uno de los proletariados más explotados de Europa y del mundo, tanto en el este como en el oeste del país. La demanda de ganar en  euros como ganan los obreros de Europa Occidental, es lo que realmente puede  unificar a toda la clase obrera y los explotados de la nación. Ganar 2.000 ó  2.500 euros es una demanda que unifica a toda la clase obrera ucraniana en su  país y la une en sus reclamos con el proletariado del este europeo, con el de  las potencias imperialistas de Maastricht y con el de Rusia en particular.  El proletariado ucraniano es el único tiene en sus manos la única  posibilidad de unir a Ucrania con las demandas de “romper con el FMI y  recuperar las tierras más ricas de Europa” para poder comer dignamente. Es la  única clase ucraniana que se puede unir con el reclamo “mínimo” de un salario  de acuerdo al costo de vida… y para conseguir esto debe romper con la burguesía  y expropiar a todas sus pandillas que la someten al imperialismo.  Los revolucionarios socialistas afirmamos que si el proletariado de Ucrania no ha logrado unir sus filas, no es porque no haya demandas y necesidades inmediatas que lo unifiquen. Es porque las aristocracias y burocracias obreras de las potencias imperialistas de Europa Occidental, han acorralado a la clase obrera europea y han impedido que éstas derroten a los gobiernos imperialistas que ya desde hace años han lanzado un ataque en toda la regla contra sus conquistas. Estas direcciones le han cerrado el camino a la heroica revolución griega y a los levantamientos de la clase obrera española, italiana y de toda Europa. En el 2009-2010 decían que se podía “morigerar el ajuste” y que se podía conquistar un “Maastricht más social”, es decir que se podía “morigerar” el bestial ataque imperialista contra la clase obrera de sus países, y sobre todo contra el proletariado de las naciones oprimidas del Glacis y el este europeo, donde las grandes transnacionales imperialistas llevaron sus maquiladoras y esclavizaron a la clase obrera de esos países. Estas direcciones, sosteniendo a un “Maastricht más social”, permitieron que el FMI como agente y usurero de Wall Street, sometiera con dobles y triples cadenas de expoliación y saqueo a los países del este europeo. 
 Fue el accionar de las direcciones traidoras del proletariado internacional y del europeo en particular, el que estranguló a la clase obrera ucraniana y le impidió que, por ahora, ésta intervenga de forma decisiva y centralizada en la monumental crisis política y económica en Ucrania. Los sinvergüenzas del FSM reunidos en el 2010 en España, convocaban  junto a todos los renegados del trotskismo, a una supuesta “huelga general  europea”. Llamaban desde los plenarios de todos los sindicatos a marchar a  Grecia. Pero para estos partidos social-traidores y las burocracias sindicales,  los obreros del este no son “de Europa”. Europa terminaría en Alemania, cuando  para el imperialismo, su “patio trasero” del este, incluidas las estepas rusas,  es clave para hacer funcionar a sus transnacionales con energía barata y mano  de obra esclava. Las potencias imperialistas han llenado de maquiladoras desde  Polonia a Ucrania, a Letonia, Bielorrusa, a los Balcanes. Esta situación le  garantiza al imperialismo tener mano de obra barata y en negro, que la hace  ingresar del este a trabajos eventuales a las metrópolis imperialistas y luego  la despiden para que vuelvan a sus países de origen.  Si la clase obrera ucraniana no toma la centralidad de la lucha para resolver la cuestión nacional, si su combate es nuevamente expropiado por la burguesía y Ucrania es sometida por dobles y triples cadenas por el imperialismo, el proletariado europeo verá peligrar rápidamente todas sus conquistas. Esto es lo que deben comprender la clase obrera de toda Europa, y de Rusia en particular. 
 La bancarrota imperialista de Wall Street y la crisis capitalista mundial de 2007-2008 llevó al estallido y a un profundo estancamiento a la Europa de Maastricht y a una brutal crisis a los estados del este europeo En el crac del 2008-2009 está la génesis del actual estallido económico y político, el default y el dislocamiento de Ucrania de la división del trabajo europea La bancarrota de Maastricht y de Wall Street del 2007-2008 llevó  como un tsunami esa crisis a las endebles economías de los países del este  europeo. Esto significó el estallido y la cesación de pagos de todos los ex  estados obreros de Europa del Este.  En el 2009, Ucrania fue el país más golpeado por la crisis, inclusive de todo el planeta. Su PBI ya había caído un 40%. Los bancos estaban quebrados y como en Argentina de 2001, se impuso un “corralito” que no permitía el retiro de fondos de los mismos. Su moneda fue devaluada en un 100%, lo que significó una cesación de pagos masiva de los créditos de consumo y de las tarjetas de crédito cuyos pagos estaban fijados en dólares. Así es cómo le hicieron pagar esa crisis a la clase obrera ucraniana. Pero asimismo esta crisis recorría todo el este europeo y ya provocaba sublevaciones, levantamientos y catástrofes económicas como en Bulgaria, Eslovaquia y los países Bálticos como Letonia, Lituania y Estonia. Por su parte Rumania pudo evitar el default: 20.000 millones de dólares de préstamos del FMI la salvaron circunstancialmente. Pero todos estos países del este europeo caían como un dominó atados al imperialismo, a la usura financiera internacional y al peor de los saqueos, mientras la Europa imperialista los utilizaba como maquilas con mano de obra barata y altamente calificada, relocalizando allí sus transnacionales. Los ex estados obreros del este europeo devenían así no en “nuevos paraísos capitalistas” sino en nuevas colonias o semicolonias vilmente saqueadas. La política del imperialismo de auxiliar a la Europa del este y a sus países en bancarrota, como ya dijimos, no fue sólo una decisión económica, sino también política. Hay que reafirmar que el pánico del capital financiero estaba dado por el peligro latente que significaba que la clase obrera del este europeo se sublevara desde las maquilas de salarios de miseria junto a sus hermanos de clase de la Europa imperialista. 
 Fue esa política traidora de las direcciones de la clase obrera europea, insistimos, la que le impidió al proletariado y las masas explotadas de Ucrania aprovechar a su favor esa enorme crisis de los de arriba para desmantelar todas las instituciones del estado burgués, a sus partidos y camarillas capitalistas y terminar con esa casta de oficiales del ejército ucraniano, lacaya del FMI y del carnicero Putin. Tal como ahora, en el 2008-2009 Ucrania ardía en llamas. Aquella  crisis devoró al gobierno de la Timoshenko que había  arribado al poder con la “revolución naranja” y que sólo acrecentó el  sometimiento de Ucrania al imperialismo a grados extremos.  El proletariado ucraniano quedó con un salario de 300 dólares, el más bajo de toda Europa. Hasta entonces la enorme migración de obreros esclavos ucranianos hacia la Europa Occidental, era un paliativo a la catástrofe económica de las masas ucranianas. Es que éstos enviaban parte de sus salarios por sus trabajos en las potencias imperialistas por 800 ó 900 dólares y así se mantenía una parte importante de la clase obrera de Ucrania. El crac y la crisis económica en Europa cerraron esta circulación de divisas. Centenares de miles de obreros ucranianos quedaron sin trabajo en Europa Occidental y en la miseria en Ucrania. Así, y como ya dijimos, a los obreros del este les hicieron pagar  esta crisis. Y también le fue muy mal a la clase obrera del occidente europeo,  sometida país por país a la esclavitud y al flagelo de sus propias burguesías  imperialistas. La clase obrera europea fue desincronizada. Esto en Ucrania significó que el gobierno de Yanukovich, sostenido por el látigo de Putin, y la banda de los tres “oligarcas” multimillonarios de Ucrania, sometiéndola al FMI, agobiaron a las masas empobrecidas de las clases medias y llevaron a un callejón sin salida de miseria atroz al movimiento obrero. A finales de 2013 las condiciones para un levantamiento  revolucionario maduraban. La crisis política estalló y como, ya vimos, por traición  de la dirección del proletariado europeo, una fracción de la burguesía se  anticipó para abortar la irrupción revolucionaria de las masas, controlándolas  y sometiendo a la Plaza Maidán a los pies  de Obama y de Maastricht, mientras Yanukovich y la banda de los “oligarcas”  chantajeaban para quedarse con los negocios del este europeo y así partir  Ucrania. El proletariado “rusófilo” del este no intervino a favor de  Yanukovich, como lo había hecho contra el levantamiento “naranja” de la Timoshenko, como veremos luego. Éstas eran las condiciones para forjar la  unidad de la clase obrera. Por ahora, y tan solo por ahora, la clase obrera no  ha podido dar una respuesta definitiva a esta cuestión.  Así Ucrania ha estallado, como decimos en este trabajo, como el eslabón más débil del control imperialista del este europeo. Para nada la crisis ha sido resuelta. El crac está aquí. El default de la deuda está aquí. La “Gran Rusia” ha sido humillada y llevada a sus fronteras… Putin intenta resarcirse tomando Crimea, pero ya ha perdido el control central de los gasoductos que saquean el gas ruso que pasan por Ucrania. Las potencias imperialistas se sientan a la mesa y han discutido, como lo hicieron en la reunión de la UE y EE.UU. del “Pacto del Atlántico”, cómo se reparten el botín y cómo contienen a su sicario Putin. 
 El gobierno de Yanukovich, sostenido por Moscú, desde 2010 a 2013 fue la garantía de cobro del FMI y de la esclavitud de la clase obrera ucraniana En el 2010 el gobierno de Yanukovich vino a constituir un intento bonapartista elevándose por encima de las fracciones burguesas para unificar sus negocios, hacia el este con Rusia, hacia el Occidente con sus finanzas y el gas con la Europa imperialista, y todos haciéndose garantes del pago de la deuda al FMI y fundamentalmente al imperialismo yanqui. Así, tirándole toda la crisis al movimiento de masas y con mayor endeudamiento con el FMI, Ucrania salió del colapso en ese año. 
           Esta oligarquía tiene tanto peso, que en el mismo mes de Febrero  mientras ardía la Plaza Maidán, el líder  de la “oposición”, que posaba de “combativo”, el boxeador Vitali  Klitschko, se reunió con Rinat Akhmetov, el hombre más rico de Ucrania y agente de Putin, para discutir los  pasos a seguir ante la monumental crisis abierta con la anexión de Crimea por  parte de Rusia, luego de la fuga de Yanukovich y su destitución del gobierno.  En el mes de Noviembre de 2013 se volvió imposible pagar los intereses de los intereses de una deuda por demás fraudulenta y saqueadora de la nación. La Ucrania tutelada chocó con las rocas submarinas de la crisis económica mundial, entrando en una monumental cesación de pagos y en un nuevo estallido de la deuda como en el 2009. Otros países del este europeo, también como en el 2009, sufren estrangulamientos y cesación de pagos como Moldavia, Bosnia, los países Bálticos. Esto amenaza con extenderse a toda Europa del Este. Pero esta vez el imperialismo ya viene a por todo. La oligarquía financiera  internacional ha hecho sus números y ha sacado la conclusión de que ya no hay  forma directa de cobrarse las deudas de los países saqueados por los usureros internacionales  que no sea quedándose, como sucedió con América Latina en los ’90, con toda la  infraestructura, riquezas naturales y todas las empresas que le garanticen una  renta fija al imperialismo para cobrarse en activos su deuda financiera.  Estos procesos profundos de la brutal crisis de las fuerzas productivas y del estallido de la Ucrania colonizada, oprimida por la “Gran Rusia” a cuenta del imperialismo y el FMI, fueron los que subyacían en el trasfondo de la monumental crisis política que se abrió en Diciembre de 2013 contra el odiado gobierno de Yanukovich, agente del FMI. Sin partir de estas condiciones internacionales del carácter de Ucrania y su relación con el mercado mundial, y su ubicación como un estado nacional que no ha podido ni podrá ser ya independiente en los marcos del capitalismo, será imposible para todo obrero avanzado comprender la convulsión política que sacudió a Ucrania y a toda Europa en los últimos meses. 
 Los últimos días del gobierno de Yanukovich 
           El gobierno de Yanukovich así se ganaba el odio de todas las masas  de Ucrania. El imperialismo europeo y el FMI utilizaron a Yanukovich como  “limón exprimido” para cobrarse la deuda de Ucrania. Una vez que el limón no  tuvo jugo, se lo sacaron de encima.  Yanukovich, como vimos, tampoco tenía base social en la clase obrera  del este de Ucrania ligada a la producción para el aparato militar ruso. Es que  ya tampoco allí era creíble. Venía de inclinarse sobre la UE para intentar atacar a las masas.  El ocaso de Yanukovich significaba también el ocaso del control compartido de Ucrania por parte de Rusia con la banca imperialista. Rusia debía marcharse hacia la frontera del este. La consigna fue: “toda Ucrania para el FMI, EE.UU. y la Maastricht imperialista”. 
 Ucrania y la rebelión de la plaza Maidán: una situación revolucionaria… y una revolución que aún no pudo ser El surgimiento de una fracción burguesa que se adelanta a una irrupción de masas contra el odiado Yanukovich y arrastra a las masas a la UE Hacia finales de 2013 una situación revolucionaria se abría en Ucrania. Las condiciones objetivas en Ucrania estaban más que maduras para el inicio de la revolución. Al decir de Lenin: quedaba claro que "los de arriba" ya no podían seguir dominado en paz y "los de abajo" ya no querían seguir siendo dominados como siempre, hastiados de las enormes penurias y padecimientos impuestos. Es que Ucrania atraviesa una verdadera crisis social y un fenomenal crac económico. Como vimos, el hambre, los salarios miserables de 300 dólares, la súper explotación, la inflación, son las condiciones de miseria que el cipayo del imperialismo, Yanukovich, de la mano de Putin, le impuso a las masas ucranianas. Para Lenin, para que comenzara la revolución  y no sea tan sólo una situación revolucionaria, estas condiciones objetivas  debían combinarse con una acción independiente de masas. Como sucede al inicio  de toda revolución, estas acciones independientes de masas dejan en grave  crisis al estado burgués. Estos es lo que vimos en 2011 en Libia con el desarme  y la destrucción del ejercito khadafista. También sucedió en Siria con las  masas conquistando su armamento luego de superar los límites de las acciones  pacíficas que le imponían los religiosos musulmanes luego de los rezos,  comenzando a romper por la base al ejército del asesino Al-Assad. Lo vimos en  Egipto con la Plaza Tahrir derrumbando al gobierno de  Mubarak, al igual que en Túnez con el derrocamiento revolucionario de Ben Alí. También  sucedió en la revoluciona argentina del 2001, en Bolivia en 2003 y en todos los  inicios de revoluciones donde actuaron las masas con sus acciones  independientes. En Ucrania la  burguesía, percibiendo esta situación objetivamente revolucionaria, se anticipó  y apoyada en las clases medias y manipulando un falso sentimiento “nacionalista”,  canalizó las justas aspiraciones de un sector de las masas y su odio a Yanukovich  y al carnicero Putin. Así logró contener la acción independiente de masas, y como ya dijimos,  intentó canalizar la crisis política poniendo en pie un gobierno de “unidad  nacional” o de pacto con Yanukovich.  
           La burguesía en el medio de una enorme  crisis en las alturas y de disputas interburguesas, signadas por un fenomenal  crac económico, se adelantó a una acción independiente de las masas que abiertamente  comenzaban a salir a las calles, como sucedió en la jornada del 20 de Febrero  que arrojó un saldo de 47 muertos a manos de la represión de Yanukovich.  Como ya dijimos, luego de semanas de acampes en la Plaza Maidán, comenzaba a gestarse, con el ingreso de amplios sectores de las masas explotadas, la posibilidad de que sea la clase obrera la que irrumpa ante la crisis política –como la única clase verdaderamente nacional-, acaudillando al conjunto de los explotados con acciones de masas históricas independientes, dándole una salida a la Ucrania oprimida y resolviendo las aspiraciones nacionales. Es que es la clase obrera es la única clase que no se encuentra atada por ningún interés al imperialismo. La burguesía aterrorizada entonces ante la  perspectiva de la irrupción independiente de las masas, cerró sus filas y las  brechas en las alturas. Bajo las órdenes de Kerry y la OTAN, firmaron un pacto de unidad  nacional el 21 de febrero de 2014, estableciendo que iban a formar un gobierno  provisional y el llamado a elecciones anticipadas para mayo del corriente año,  supervisadas con observadores de la OTAN.  Los últimos capítulos de la revolución ucraniana ni siquiera han comenzado a escribirse. Estamos frente al prólogo. Pero ese libro, sin ninguna duda, contendrá los capítulos que demostrarán que la revolución ucraniana es una e inseparable de la lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en la ex URSS y su extensión a toda la Europa imperialista. Carlos Munzer 
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