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SECCIÓN: "PASO A LA MUJER TRABAJADORA"
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Julio de 1999

 

El cuento de la clase obrera “homogénea estructuralmente” en EEUU

por Eva Guerrero

 

En la última Estrategia Internacional, los semi-intelectuales del PTS se dedican a un juego malabar con las estadísticas para justificar su tesis sobre la “desaparición de las desigualdades” tradicionales entre el proletariado norteamericano que, tal como insinúan (no se atreven todavía a decirlo con todas las letras) habría prácticamente eliminado a la aristocracia obrera blanca, transformándola a lo sumo en una capa muy reducida de obreros muy calificados. Según ellos, "...en los Estados Unidos, la clase obrera ha cambiado de una clase obrera mayoritariamente blanca, a una de carácter “multinacional” que no tiene desde ya los privilegios de los trabajadores blancos, que estuvieron asociados con el ascenso del imperialismo norteamericano sobre todo en la época del boom”.

 

Una clase más dividida, una aristocracia obrera más privilegiada

Estos señores, que trasladan párrafos enteros de The Economist a sus artículos, muchas veces sin declararlo, omiten aquellas partes de las notas de la revista imperialista que no les convienen. Porque es FALSO que la desigualdad ha desaparecido entre los obreros norteamericanos, transformando a ese proletariado en más homogéneo, “multinacional”, casi sin aristocracia obrera.
¿Es verdad que los salarios tienden a igualarse? Una verdad a medias es una vulgar mentira: de 1996 a 1997 subió el salario mínimo de $ 4,25 a $ 5,15 la hora (de 1991 a 1996 había estado clavado en $4,25 la hora) pero mientras tanto las franjas salariales medias tienden a bajar; el 10% de los puestos mejor pagos aumentó el 0,6% anualmente entre 1989 y 1996, mientras el 10% de los peor pagados cayeron el 8% en el mismo período. Pero en un cuadro general de pauperización del proletariado a pesar del pleno empleo, de “achatamiento hacia abajo”, la realidad es que el aumento de la desigualdad social que había comenzado en 1981 (con Reagan) sigue agrandando la brecha. En 1979 el 10% superior de los asalariados ganaba 3,6 veces más que el 10% inferior. En 1996 esto se agravó, pasando a ser ¡5 veces más! Es creciente la diferencia entre ramas industriales pero también entre trabajadores que hace lo mismo, dependiendo de la empresa en que está, del rendimiento individual (los salarios están muy atados al rendimiento) y de las condiciones individuales pactadas. La flexibilización aumenta esa atomización.
El “achatamiento hacia abajo” que citan los “perspicaces” seudointelectuales del PTS no sólo no elimina sino que agrava la diferenciación de la clase, en un marco de tremenda flexibilización: diferencias entre trabajadores full-time y part-time, entre quienes cobran jubilaciones de $300 y menos y los que cobran $900 y más, sectores enteros con vacaciones reducidas, sin horas extras o con horas extras duplicadas y triplicadas atadas a la productividad, trabajo a destajo, empresas con años y años sin aumento, mientras en otras de la misma especialidad los aumentos son cada dos o tres años, diferencias de 5 y 6 veces entre categorías más bajas y más altas en el mismo gremio (p. ej. astilleros, $4 y $19 la hora, respectivamente) etc.
La canallada menchevique que dirige el PTS apela a la pauperización creciente de la clase obrera norteamericana para minimizar la presencia de la aristocracia obrera, como si sólo se tratara de un fenómeno “episódico” y “sin importancia”, algo así como una verruga en la superficie de la clase. Pero con esta apelación a una pauperización (que además presentan como positiva, por su efecto “nivelador”) se oculta tanto el hecho de que la clase obrera norteamericana ha perdido miles de conquistas en estos últimos veinte años, producto de derrotas concretas, como el papel que la aristocracia y la burocracia obreras han jugado en esas derrotas. Ocultan así que son estas “capas ínfimas” las que han llevado a la clase obrera del Norte a los pies del partido Demócrata y ni siquiera sólo a los pies de sus alas “de izquierda” (tipo Jesse Jackson) sino a los del sector de Clinton que responde a la porción más lúcida de la “nueva oligarquía burguesa” formada durante los gobiernos de Reagan y Bush.

 

El reino de la abundancia... de empleos “basura”

Porque si algo es cierto en “el mundo del trabajo” de los EE.UU. en este momento, es que se trata de la clase obrera más flexibilizada del mundo, como se relamen del gusto en repetir todas las publicaciones imperialistas, que lo ponen como ejemplo ante Europa y el resto del planeta. Porque las cifras de “pleno empleo” ocultan también que en medio del boom, la burguesía sigue con las prácticas de ajuste que presentara como “males necesarios” durante los años anteriores de recesión. En mayo de este año, por ejemplo, se perdieron más de 55.200 puestos de trabajo estables, y el total de recortes de los primeros cinco meses de 1999 fue un 50% mayor ¡Que todo el año 1998! La rotación del trabajo es vertiginosa. “Lo típico - dice The Economist del 19/6 - es que un trabajador haya cambiado como mínimo 9 veces de trabajo antes de los 32 años”. ¡En medio del “pleno empleo” una encuesta de principios de año sobre 500.000 obreros, mostró que la angustia de perder el empleo es actualmente 3 veces mayor que durante la recesión de 1980-81! Entre otras cosas, porque cada nuevo empleo significa mayor pérdida de conquistas, desde las pensiones por retiro (en los EE.UU. no hay ni siquiera jubilación garantizada) hasta la atención médica, pasando por horarios, vacaciones, condiciones de trabajo, etc.

 

El peso de la aristocracia obrera no se mide con una balanza

La aristocracia obrera se reduce ¡Pero existe y pesa! Tanto que su ideología pro-burguesa, imbuida del “destino manifiesto” del imperialismo norteamericano y del “ejemplo para el mundo de la democracia” imperialista es la que prevalece. Esta aristocracia obrera es la base social de la burocracia sindical orgánicamente ligada al partido Demócrata, que ha conducido a la clase a la división y la desorganización.
Hablar alegremente sobre el... ¿"efecto benéfico"?... de la actual pauperización de la clase obrera norteamericana, aparece como doblemente estúpido y criminal si se comprende que el control que esta dirección ejerce sobre este proletariado en su conjunto se refuerza a su vez con aquellas conquistas perdidas, con las tremendas derrotas y viles traiciones disfrazadas con frases edulcoradas que ha venido sufriendo estos años. Y a su vez, el peso asfixiante de la aristocracia obrera y la burocracia que la representa se refuerza aún más por la persistencia de las divisiones, no sólo entre intereses sectoriales de distintos gremios, sino entre proletariado del norte y el sur, el este y el oeste, varones y mujeres, estables y jornalizados, jóvenes, y sobre todo entre blancos y negros y chicanos, legales e ilegales..., diferencias que la crisis económica internacional (que se refracta al interior del país, y también se siente, en medio del boom- en la forma de terror a perder el empleo, de perder conquistas, de que el boom no dure, etc.), no hace más que profundizar, favoreciendo los planes de la burguesía. Y esto es así porque desde la degeneración del SWP norteamericano, no ha habido nadie de entre la miríada de sectas y grupejos que brotaron de su descomposición, que le dispute tanto a esta burocracia como a la “izquierda” (burguesa) Demócrata de Jesse Jackson y sus amigos, la dirección del proletariado... ¡Y estos socialdemócratas seniles nos quieren venir con mediciones matemáticas de la aristocracia obrera!...

Ni la aristocracia obrera ni la explotación y saqueo de todo el planeta por parte de la burguesía norteamericana que le permite crearla y sostenerla, han desaparecido. ¿Cómo explican, si no, que la clase obrera norteamericana, que tiene una gran tradición de lucha sindical, no ha estado nunca, no digamos a la vanguardia, pero al menos con una presencia importante como clase en las expresiones antibélicas y anticoloniales de la sociedad norteamericana? ¿Y cómo, que cuando algunos sectores de vanguardia salieron tímidamente a principios de la era Reagan, (por ejemplo en las multitudinarias manifestaciones contra el apoyo a la Junta masacradora del Salvador) lo hicieron diluidos en las organizaciones pacifistas y democráticas?...si no es por el tremendo peso de esa aristocracia cada vez más “ínfima”, ¡Pero gorda y muy consciente de los intereses y privilegios que les aseguran las migajas del festín imperialista! Migajas que esa aristocracia y esa burocracia pagan con favores espléndidos, sin ninguna molestia en guardar las formas. El “progresista y combativo” Sweeny, por ejemplo, el dirigente que a la cabeza de la plana mayor del nuevo sindicato de Servicios y el de Estatales echó a la vieja dirección de la AFL-CIO ligada a la mafia (que ya no era funcional a la burguesía luego del 89), muy interesado por el fenómeno de las luchas obreras en Francia en el '95, voló a París invitado por sus pares de la burocracia sindical francesa, para contemplar de cerca la experiencia...Y cuando volvió ¿Acaso convocó un congreso de delegados de base de los sindicatos, llamando a incorporarse también a los protagonistas de las huelgas salvajes que en esos momentos comenzaban a darse en los EE.UU., para organizar una lucha conjunta contra los ataques que le estaba propinando a la clase obrera norteamericana la burguesía imperialista? No: Sweeny tiene las cosas bien claritas. Concurrió a un simposio organizado por su amigo personal Clinton junto a la plana mayor “liberal” del Partido Demócrata y la crema de los dirigentes más reconocidos de la burguesía imperialista, para advertirles seriamente que a menos que ellos les tiraran algunos huesos a las masas “la gran democracia norteamericana corría un grave peligro”, el mismo que estaba corriendo la república francesa... ¡Cómo sabe este representante de la aristocracia obrera que su puestito y su bienestar están ligados a la democracia imperialista!

Que la aristocracia obrera sigue siendo actualmente la que da el tono, lo muestra el panorama de luchas (los porcentajes de huelgas de los dos últimos años son los más bajos de toda la historia del país). Abundan las conciliaciones obligatorias, las presentaciones ante la Secretaría de Trabajo, en un vano intento de lograr con presiones y negociaciones que la burguesía comparta las enormes ganancias con los trabajadores, que engañados y vendidos por las direcciones sindicales, accedieron durante la recesión de años pasados a “compartir las pérdidas”. Como decía también Lenin: (seguimos apelando a las citas que los autores del dossier pretenden levantar contra nosotros): “...Las decenas de miles de dirigentes, funcionarios y obreros privilegiados corrompidos por el legalismo, desorganizan el ejército de millones de hombres del proletariado...”. ¿Una muestra de lo que sucede cuando la aristocracia y la burocracia obreras son los que ponen la impronta? Nada más ni nada menos que lo que sucedió en los últimos años cuando la aristocracia y la burocracia obreras “progresistas” de Sweeny y Cía. se largaron a “sindicalizar a los no sindicalizados”. Expropiaron las huelgas salvajes, hicieron entrar a los sectores más combativos por el aro de la ley, con la bandera de sindicalizarse primero y después luchar, y aprovecharon toda oportunidad para dividir, aplacar los ánimos, agotar la fuerza de la clase tras promesas vacías.
Una recorrida por las luchas más importantes (duras, aisladas, heroicas pero sin futuro) de nuestros días, nos puede aleccionar sobre el grado en que este legalismo ha impregnado y desmoralizado a los trabajadores norteamericanos. Cuando la burguesía apresta sus tropas privadas y sus compañías especializadas en reclutar y entrenar carneros para romper esas huelgas ¡La burocracia les plantea que disuelvan los piquetes de puerta de fábrica para asistir a las asambleas de accionistas a explicarles que los directorios y los gerentes con sus acciones antiobreras ponen en riesgo sus ganancias! Mientras desconocen las decisiones de las asambleas y firman a sus espaldas convenios aún más flexibilizados, más recortes de los pobres jirones de conquistas que aún quedan...

 

¿El imperialismo ya resolvió la “cuestión negra”?

Con respecto a la clase obrera negra, por la pertenencia de ésta a una minoría oprimida, discriminada y que ocupa por tanto una posición desfavorable en la sociedad, la mayoría de la clase obrera blanca juega el papel de “aristocracia obrera”, con más derechos reales, más oportunidades, privilegios relativos.
La camarilla descompuesta que hoy ha transformado al PTS en un engendro menchevique, también aquí ha tirado al tacho de la basura las posiciones que habíamos desarrollado en conjunto en Estrategia Nº 6 polemizando con la concepción socialimperialista de la LRCI (¡Como no podía ser de otra manera!), cuando reafirmábamos con la III Internacional que los negros norteamericanos forman parte de esa nación negra que es el África desangrada por el imperialismo en hambrunas, enfermedades terribles y guerras fratricidas, y de la cual a la clase obrera negra norteamericana le ha sido dada por la historia el papel de vanguardia.

Por otra parte, aunque la cuestión negra, igual que la pertenencia o no a la aristocracia obrera, no se reduce a un problema de nivel de ingresos, la realidad es que incluso en el terreno de las estadísticas, los datos desmienten a cada paso esa pretendida “nivelación”. Los trabajadores negros siguen ganando en promedio un tercio menos que un blanco, a igual calificación. En 1995 el salario de un negro era el 67% de un blanco, ahora “mejoró”: ¡Es un 75%! Incluso ahora que la desocupación ha caído en los EEUU a su nivel más bajo después de la 2da. Guerra, para una media de 4,5% en mayo de este año, es de un 3,9% entre los blancos y un 8,9% entre los negros. Para los jóvenes (entre 20 y 24 años), la tasa de desocupación es de 6,5% para los blancos y ¡16,8% para los negros! Por otra parte, si recordamos que se llama “desocupado” a quien ha estado buscando trabajo en las últimas dos semanas, podemos decir que el desempleo real entre los sectores obreros y pobres urbanos no calificados debe de ser aún mucho mayor y sobre todo entre los negros. Sigue habiendo ghetos, donde existen tres generaciones que no han conocido el trabajo, al punto que más del 5% de los niños negros encuestados en las principales concentraciones urbanas no sabe el significado de la palabra “trabajo”, y un 15% coloca dentro de este concepto tanto trabajos legales como el tráfico de drogas, el robo, hacer de campana, mandados a los gángsters, etc. Tal como se mencionaba en Estrategia Nº 6: “Siendo los negros el 12% de la población total, su expectativa de vida es del 10% menos que los blancos. Son el 80% de la población carcelaria y el 95% de los condenados a muerte, el 30% de las tropas militares. Un tercio de los negros jóvenes varones está preso o en libertad condicional. Un 60% de los niños negros viven en hogares donde la cabeza de familia es una mujer sola: hay tres veces más de madres solteras negras (33%) que blancas (12%)...”. Y el Newsweek citado debe reconocer que no todas son rosas, ya que las cifras de criminalidad y condenas han aumentado significativamente para los negros... pese a que la tasa general de criminalidad ha bajado en todo el país (Por ejemplo, el porcentaje de jóvenes negros presos o en libertad condicional es actualmente de un 70% del total en las grandes ciudades). Cualquiera sabe que estas cifras se nutren principalmente de los obreros desclasados y sus hijos, condenados a la miseria, a la semi-vida de los ghetos...verdaderas sucursales del “tercer mundo” en el corazón del imperio, donde la expectativa de vida es igual a la del Zaire, Ghana, Zambia, y los países más miserables de la tierra: ¡45 años!.

La menor desocupación ha podido “rescatar” de la descomposición a cierto número de negros pobres, pero sospechamos que el cuadro general de miseria y discriminación, que se ceba principalmente en la clase obrera y las masas pobres negras, no ha cambiado cualitativamente. Pregúntenselo si no a los negros apaleados por la policía, al negro empalado por la policía de Nueva York el año pasado, la persistencia del racismo y la ofensiva contra la “acción afirmativa” que ha reducido brutalmente la entrada de negros a los colegios secundarios (no sólo a las universidades) o los relega a los peores colegios, donde su preparación es casi nula, en un país donde ese nivel es el común entre los obreros calificados. La mortalidad infantil, el porcentaje de madres solteras, la deserción escolar, etc. de los negros sigue siendo persistentemente el doble que la de los blancos ¿O es que acaso ya no tiene valor la afirmación de la III Internacional de que sin la derrota del imperialismo “es imposible suprimir la opresión nacional y la desigualdad de derechos"?.


Que estos farsantes digan claramente que ya no tiene más razón Trotsky cuando le marcaba al SWP norteamericano: “El hecho de que nuestro partido no se haya volcado hasta ahora a la cuestión negra es un síntoma muy inquietante. Si la aristocracia obrera constituye la base del oportunismo, una de las fuentes de la adaptación a la sociedad capitalista, los más oprimidos y aquéllos que sufren día a día la discriminación son el medio más dinámico de la clase obrera (...) Debemos decirles a los elementos conscientes entre los negros que el desarrollo histórico los designa para ser la vanguardia de la clase obrera. ¿Qué es lo que oficia de freno en las capas superiores? Son los privilegios, las ventajas materiales las que les impiden ir hacia la revolución. Esto no existe para los negros. ¿Qué es lo que puede transformar a una cierta capa, volverla más capaz de coraje y sacrificio? Esto está más concentrado entre los negros. Si nosotros en el SWP no somos capaces de encontrar una vía hacia esa capa, entonces no serviremos para nada. La revolución permanente y todo lo demás no serán más que mentiras” Y advierte, buen conocedor del medio norteamericano: “No hace falta explicar nuestra actitud diferente hacia un grupo pequeñoburgués y hacia un grupo proletario. Pero si el grupo proletario actuara donde hay obreros de distintas razas, y a pesar de ello estuviera formado solamente por obreros de la nacionalidad privilegiada, tendría mis sospechas ¿No serán tal vez de la aristocracia obrera? ¿No estará el grupo infectado de prejuicios esclavistas activos y pasivos? Pero la situación es totalmente distinta cuando se nos acerca un grupo de trabajadores negros. En este caso estoy dispuesto de antemano a dar por seguro que llegaremos a un acuerdo con ellos, aunque todavía no sea evidente, porque los trabajadores negros, en virtud de su situación no pueden degradar, oprimir ni privar a nadie de sus derechos. No buscan privilegios y no pueden llegar a la cúpula si no es por la vía de la revolución internacional (sí, incluso hoy en día que el imperialismo se las ha ingeniado para generar y comprar también a una “ínfima capa” de burguesía negra N.R.). Podemos y debemos encontrar el camino hacia la conciencia de los trabajadores negros, chinos, hindúes, de todos los oprimidos de ese océano humano que constituyen las razas de color, que son los que tendrán la última palabra en el desarrollo de la humanidad”. (Escritos L. T: Conversaciones con R. James)

 

Los obreros chicanos e inmigrantes, junto a los negros, son los que deben poner su impronta

Y en este océano humano están también incluidos los chicanos e hispanos en general. No sólo son mayoría entre los sectores que trabajan sin ningún tipo de convenio, sino que la “penuria” de mano de obra y la necesidad de mantener bajos los salarios en un contexto de pleno empleo ha hecho que la burguesía se afane en importar obreros mexicanos y hondureños, abriendo “generosamente” los cupos incluso para mano de obra calificada y semicalificada (programadores, enfermeras, médicos, etc.) latinoamericanos, llenando los hospitales y empresas con decenas de miles de trabajadores semilegales con sueldos, muy por debajo del mínimo, aprovechando la miseria de sus países de origen (Según parece, la pretendida homogeneización del proletariado norteamericano en el país de utopía que describe Estrategia 11/12, no aparece por ninguna parte). Y la burocracia, apoyándose en el temor de la aristocracia obrera a perder los privilegios que aún disfruta (y que son bien concretos: casas en los suburbios, dos y tres autos por familia, hijos en la universidad, mimetización total con la clase media, al punto de considerarse muchos de ellos como perteneciente a ella etc.), jamás planteó una política para unir la lucha de los obreros norteamericanos con los explotados de América Latina, especialmente México y el Caribe, prefiriendo unirse a la patronal imperialista en sus lobbies contra el NAFTA y por aumentar las leyes proteccionistas y el presupuesto para las brutales patrullas de frontera.

“La plusvalía obtenida por la explotación de las colonias (y ahora, también semicolonias. N.R.) es uno de los apoyos del capitalismo moderno. Mientras esa fuente de beneficios no sea suprimida, será difícil para la clase obrera vencer al capitalismo”, no se cansa de repetir la III en sus resoluciones. Y agrega que gracias a la explotación de la mano de obra barata y de los recursos naturales también depreciados de los países atrasados, no sólo los imperialismos postergan su bancarrota, aumentando temporalmente su tasa de ganancia, sino que pueden destinar migajas de la plusvalía extraída a corromper a sectores de su propia clase obrera y como denuncia Trotsky en “Los sindicatos en la época del imperialismo”, comprar y cooptar así a los burócratas sindicales que son su policía y su correo de transmisión de ideología reaccionaria en el seno de la clase. Hasta que no comprenda esto, hasta que no tome en sus manos las reivindicaciones de los pueblos oprimidos de las colonias y semicolonias y sus clases obreras, especialmente de Latinoamérica, “patio trasero” del imperio, la clase obrera norteamericana estará condenada y con ello, persistirá una gran traba para el triunfo de la revolución internacional.
Pero para superar este obstáculo, debe superar los prejuicios y las taras del nacionalismo de “gran nación” de la aristocracia obrera, debe enfrentar a esa burocracia sirviente del Partido Demócrata y en menor medida de las alas demagógicas del Partido Republicano; una burocracia que pone el grito en el cielo ante las maquiladoras de la frontera mexicana sólo para acusar al proletariado esclavo mexicano de “quitarles el trabajo a los obreros norteamericanos”, mientras pide leyes más duras contra la inmigración ilegal y ayuda a difundir entre los inmigrantes legales el terror a perder sus frágiles y dudosos “derechos” para que apoye dichas leyes policíacas; una burocracia que no denuncia jamás la rapiña y el cinismo de la propia burguesía ni jamás se propuso unir a la clase obrera norteamericana con la mexicana, hondureña, guatemalteca, nicaragüense, etc. en un frente de lucha contra el NAFTA y demás pactos regionales económicos y militares, contra la OEA, por el cese del bloqueo a Cuba, contra las monstruosas deudas con el FMI, el BID, el Banco Mundial y los monopolios, contra las intervenciones “humanitarias” y para “salvar la democracia”, como en Somalia, en Haití, en Granada, en Panamá y tantas otras...

 

Loros repetidores de su socia la LRCI inglesa

La verdad es que estos, los renegados del PTS, socios vergonzantes de la LRCI inglesa -campeones de la existencia de la “integración negra” y la “inexistencia de la cuestión negra” dentro de los EE.UU., y otras patrañas y desbarranques paralelos sobre la “cuestión nacional”-, deben inventar esta “homogeneización” para hacer “desaparecer” como por arte de magia la aristocracia obrera donde sus posiciones mencheviques se asientan, intentando disimular lo indisimulable y para justificar su abandono total de las posiciones y las tareas del trotskismo revolucionario. No son ingenuos, tienen la conciencia sucia, por eso mienten, ocultan y tergiversan. Y con sus mentiras no hacen otra cosa ¡Que borrar de un plumazo de su perspectiva el mismísimo Programa de Transición y las tesis de la III Internacional, que plantean que a pesar de las divisiones que a cada paso crea la burguesía imperialista, son las masas más explotadas las que, poniendo su impronta en las luchas, deben enfrentar a la burocracia y a la aristocracia obreras, para desarrollar una lucha política y derrotar el imperialismo en su propio país y en las colonias y semicolonias, abriendo paso a la revolución!•