Refugiados en campos de concentración en Grecia
En Grecia hay aproximadamente 80.000 refugiados sirios, que tuvieron que dejar sus hogares y sus tierras por el genocidio devastador de Al Assad y Putin bajo el mando de Trump. Más de 40.000 de ellos se encuentran en las islas en el mar Egeo, de los cuales unos 20.000 se encuentran en un solo campo de refugiados llamado Moria en la isla de Lesbos, el cual originalmente fue construido para alojar a 3000 personas. El hacinamiento en Moria es monumental, donde hay carpas una pegada al lado de la otra, con una familia de 6 personas en promedio en cada una.
Aún no se ha registrado ningún caso de coronavirus dentro del campo, pero sí hay al menos 6 casos en Lesbos. Ni bien llegue a Moria, la enfermedad se expandirá a pasos agigantados, debido a las condiciones en las que viven. No solo se trata del hacinamiento –que hace imposible el distanciamiento social- sino también de las malas condiciones de higiene. Hay apenas una ducha cada 240 personas, un inodoro cada 170 y hay otros grifos de agua, pero solo uno cada 1300 personas. Además los refugiados solo tienen acceso a las instalaciones sanitarias 2 horas a la mañana, dos horas a la tarde y dos horas a la noche sin jabón ni detergente.
Por si esto fuera poco, los hospitales y la atención médica de la isla de Lesbos no tienen la capacidad suficiente para atender a los miles de refugiados si es que se contagian. Los sucesivos gobiernos griegos de los últimos años vienen implementando enormes recortes de gasto en salud para pagar la deuda, y eso ha dejado a los hospitales y clínicas en condiciones deplorables. El actual gobierno griego además les ha quitado la seguridad social a los refugiados, por lo que ya no tienen atención de salud gratuita, y también ha suspendido la magra ayuda de 19 euros al mes que les otorgaban.
Los refugiados utilizan lo que tienen a mano para fabricar barbijos y toman las medidas de higiene que pueden. Pero aún así el riesgo de contagio es enorme, no solo en Moria sino en todos los campos de refugiados en Grecia, algunos de los cuales tienen menos acceso a agua y no tienen electricidad. Son verdaderos campos de concentración, en los cuales, los refugiados solo pueden sobrevivir yendo a trabajar exponiéndose al contagio del coronavirus, y si lo contraen, pueden infectar a miles más en el campamento. Ya se han conocido 20 casos (que seguramente son muchos más) en el campo de Ritsona, en la Grecia continental, que hoy está en cuarentena.
Las fronteras de la UE continúan cerradas para los refugiados e inmigrantes. Los que están en los campos no tienen libertad de movimiento, sino que están restringidos con horarios de entrada y salida. Además reciben constantes ataques de bandas fascistas. Los más afectados son los niños, que crecen con grandes traumas psicológicos, diciendo que el único futuro que quieren es morir.
Las penurias infinitas de los desplazados a las fronteras sirias
En la provincia de Idlib en la frontera con Turquía hay millones de desplazados después de que la ofensiva assadista destruyera casas, hospitales y toda la infraestructura. Viven en carpas o a la intemperie, sin agua, sin baños… Lo mismo en otros campos en las fronteras sirias como en Rukban en la frontera con Jordania. Si llegara el coronavirus a esos campos causaría muertes en masa, como las que ya hay en las zonas de Siria que están bajo la bota assadista como Damasco, donde el perro Bashar oculta todos los casos y muertes y simplemente deja que todos mueran en la calle como perros sin atención médica.
La difícil situación en Líbano
En Líbano, mientras los dirigentes y clérigos del Hezbolá disfrutan sus mansiones, los refugiados se encuentran en su mayoría en campos alejados de las ciudades, también hacinados y dejados librados a su suerte. Allá no hay ONU ni Cruz Roja ni ONG. Conseguir un trabajo es muy difícil. La desocupación en Líbano sobrepasa el 30% oficialmente, aunque ahora ha aumentado ya que el país está en cuarentena por el coronavirus. Desde ya que el acceso a salud también es pago, como toda vivienda que se quiera alquilar fuera del campo de refugiados. Con un salario de menos de la mitad del promedio y con pocas posibilidades de conseguir ingresos, tener una vivienda en condiciones y la atención de salud adecuada para afrontar la pandemia que azota al país es para los refugiados sirios un horizonte muy distante.
En Turquía los refugiados mueren de hambre o de coronavirus
En Turquía las principales ciudades fueron puestas en cuarentena dado los miles y miles de casos de contagios de coronavirus. Así, la gran mayoría de los refugiados sirios que se encuentran en ese país perdieron sus trabajos al ser despedidos, puesto que los lugares cerraron por cuarentena. Desde ya que no hay ni ayuda del gobierno ni nada que se le parezca. Tuvieron que mudarse a buscar otro medio de subsistencia a otras zonas o bien salir a vender algo o conseguir algún trabajo temporario, violando la cuarentena y arriesgándose a ser arrestado y a contraer el virus.
Una vez mas Erdogan demuestra no solo no ser aliado de la revolución Siria, sino que sale a la luz una vez mas su desprecio por la clase obrera turca, kurda y los millones de parias sirios.
A todos los padecimientos infinitos de los refugiados, ahora tienen que afrontar el peligro de contagio de coronavirus, lo que podría devenir en una muerte segura y el contagio masivo. El sistema capitalista ya de por sí no podía dar ni un puesto de trabajo, ni una cama en un hospital, ni un banco en una escuela, ni un lugar donde vivir para ellos, menos puede prevenir su contagio ni darles tratamiento médico. ¡Es un sistema podrido que merece morir!
Es el momento de unificar las fuerzas del proletariado a nivel mundial. Hoy mas que nunca los padecimientos del conjunto de la clase obrera sacan a la luz que la peor enfermedad para la humanidad es la burguesía y su sistema. Solo derrocándolo y poniendo en pie un gobierno de los oprimidos tendrán solución los problemas que enfrentan día a día los refugiados y el conjunto de la clase obrera.