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SECCIÓN: "PASO A LA MUJER TRABAJADORA"
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Publicado originalmente en el OOI nro 9 Septiembre de 2008

Georgia


La cuestión nacional
 y la revolución proletaria


¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex estados obreros entregados al capitalismo por la canalla burocracia stalinista devenida en nueva burguesía,  socia menor de las potencias imperialistas en el saqueo de sus pueblos!



En la noche del jueves 7 de agosto, las tropas georgianas por orden del presidente Saakashvili –un gobierno odiado por las masas, directo sirviente del imperialismo angloyanqui al que inclusive le mandó a Irak a 2000 soldados gurkas georgianos entraron a sangre y fuego, en la llamada “Operación Campo Limpio”, a Osetia del Sur, una pequeña nación de apenas 70.000 habitantes que desde 1991 pugna por separarse de Georgia y por unirse a Osetia del Norte y a Rusia. Las tropas georgianas, armadas, equipadas y entrenadas por militares yanquis, ingleses e israelíes, redujeron a escombros su capital Tsjinvali, masacrando a cerca de 2000 trabajadores, hombres, mujeres, niños, ancianos, y obligando a la mayor parte de la población a huir con lo puesto a Osetia del Norte.

Con este ataque militar, Saakashvili pretendía desviar el justo odio de las masas georgianas contra su gobierno, y la enorme revuelta contra la carestía de la vida y por el pan que éstas venían protagonizando desde fines de 2007. Buscaba asimismo aplastar a la clase obrera Osetia y de Abjasia cuya aspiración a separarse de Georgia y unirse a Rusia no es más que la expresión de que bajo el régimen y el gobierno cipayo de Saakashvili, además de ser “ciudadanos de segunda” –no pueden enseñar su lengua en las escuelas ni hablarla, no tienen siquiera pasaporte georgiano, etc. están condendenados al hambre y a la esclavitud. Tienen la justa aspiración pero falsa ilusión de que, uniéndose a la Rusia capitalista del carnicero Putin, dejarán de pasar hambre y mejorarán sus salarios y su calidad de vida. Así, bajo la forma laberíntica de la cuestión nacional –como lo definiera Trotsky en sus escritos sobre la cuestión ucraniana, en 1939, se expresa hoy la lucha de clases en el Cáucaso.
Saakashvili –muy posiblemente luego de un guiño de Cheney y del Partido Republicano, que vieron la posibilidad de fortalecer así a Mc Cain frente a Obama ante las elecciones presidenciales de principios de noviembre creyó que había llegado la hora de “cobrar” por los “buenos servicios” prestados al imperialismo angloyanqui mandando tropas “gurkas” georgianas a masacrar en Irak, entre otras cosas y apostó a atacar y masacrar en Osetia del Sur pensando que iba a tener el respaldo de Estados Unidos y de Gran Bretaña.
La respuesta de la nueva burguesía Gran Rusa y su ejército blanco contrarrevolucionario hoy encabezados por MedvedevPutin no se hizo esperar: lanzó un ataque en toda la regla por tierra, aire y por mar desde su flota de guerra en el Mar Negro. No sólo ocupó Osetia del Sur y la región de Abjasia (que también declaró su independencia, y en la que Rusia posee desde los ’90 “tropas de paz” con respaldo de la ONU), sino que avanzó sobre territorio georgiano, destruyendo la ciudad de Gori y masacrando a su población; bombardeando el aeropuerto de Tiflis (capital de Georgia), destruyendo el puerto georgiano de Poti sobre el Mar Negro, y llegó con sus tropas a 15 kilómetros de Tiflis.
Son las masas obreras y campesinas, tanto de Osetia del Sur, como de Georgia, las que pusieron la sangre y los muertos, sus casas y sus lugares de trabajo destruidos, sus hijos masacrados por las balas y las bombas asesinas de los ejércitos burgueses de Saakashvili y de MedvedevPutin. Queda claro que tanto para el asesino Saakashvili, cipayo de los yanquis, como para los carniceros Medvedev y Putin, las masas explotadas y las nacionalidades oprimidas son monedas de cambio y carne de cañón que utilizan y masacran a su antojo en pos de dirimir su ubicación en los negocios como burguesías nativas, socias menores de las potencias imperialistas.


El alto al fuego de Sarkozy, Putin y Saakashvili: un pacto inestable basado sobre la masacre de las masas osetias y georgianas


Después de una semana, tanto Saakashvili como Medvedev firmaron el “alto al fuego” de seis puntos propuesto por Sarkozy y Medvedev –que favorece claramente a Rusia, socia menor de los imperialistas franceses y alemanes a los que abastece de gas y petróleo, que sólo debería retirarse “a sus posiciones anteriores”, es decir, a Osetia del Sur y Abjasia.
Bush y el imperialismo yanqui salieron a respaldar a su sirviente Saakashvili. Condoleeza Rice viajó a Georgia, al mismo tiempo que los Estados Unidos mandan decenas de buques y aviones de guerra a la región bajo el pretexto de llevar “ayuda humanitaria”; exigen el retiro de las tropas rusas de “toda Georgia”, incluidas Osetia del Sur y Abjasia, y han alineado bajo su mando a algunos ex estados obreros hoy devenidos en republiquetas proyanquis. Así, Ucrania y los Países Bálticos han salido a alinearse abiertamente con Georgia, mientras que Polonia firmó el 15 de agosto el acuerdo final para la instalación del escudo misilístico de la OTAN en su territorio, a cambio de la promesa de que será defendida de cualquier ataque “extranjero”. La también proyanqui República Checa se apresta a hacer lo mismo.
El 26 de agosto el presidente ruso –después de haber dicho que la firma por parte de Polonia del tratado con la OTAN para instalar misiles en su territorio, la transforma en “blanco” de todo futuro ataque ruso firmó un decreto por el cual Rusia reconoce formalmente y en forma unilateral, la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, argumentando que Rusia no hacía más que seguir tras los pasos de otros “estados” –léase, Estados Unidos, algunas potencias europeas y otros países que “reconocieron a Kosovo”.
Inmediatamente, Estados Unidos salió a “condenar la decisión irresponsable de Moscú” y a “defender la unidad territorial de Georgia establecida por el Consejo de Seguridad de la ONU”. El imperialismo británico, socio del yanqui, tomó la delantera de la ofensiva llamando, desde Ucrania y a través de su canciller, a los países miembros del antiguo G7 a constituir una gran coalición contra Rusia. El cipayo Saakashvili puso el grito en el cielo acusando a Rusia de querer anexarse Osetia del Sur y Abjasia, y exigiendo que se acelere el ingreso de Georgia a la OTAN.
Por su parte, la cumbre de la Unión Europea del 1° de Septiembre, aunque no “condenó” a Rusia, declaró estar “gravemente preocupada por la reacción desproporcionada de Rusia” y resolvió a propuesta de Francia, “postergar las negociaciones sobre un nuevo ‘partenariado’ con Rusia hasta tanto no se realice la retirada de las tropas rusas en Georgia a sus posiciones previas al 7 de agosto” (Le Monde, 2/09/08), mientras se discute la posibilidad –por el momento, difícil de enviar al Cáucaso una “misión observadora” de la UE y de “reforzar” con más tropas la “misión” de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) que está instalada desde 1990 en Osetia. Esta resolución no afecta las relaciones actuales de la Unión Europea con Rusia: sólo posterga una serie de reuniones que estaban previstas para septiembre de 2008.
La resolución de la UE demuestra que la política de Alemania y Francia –dos de los principales inversores en Rusia y de los que la  burguesía rusa es socia menor en la explotación de los hidrocarburos para la región, es mantener el actual status quo (ver artículo en página 21) en el que el imperialismo anglo yanqui controla el petróleo del Cáucaso, mientras que el francoalemán, con la burguesía Gran Rusa como socia menor, controla el gas y el petróelo de Rusia. Francia y Alemania temen que si la burguesía Gran Rusa se pasa de la relación de fuerzas, los Estados Unidos lancen una contraofensiva disputando las zonas de influencia ya conquistadas por Alemania y Francia. Temen también que si el accionar de MedvedevPutin revuelve el “avispero” de la cuestión nacional en la región, la situación termine por escapárseles de las manos y dando impulso nuevamente a la lucha por la independencia del pueblo checheno masacrado y brutalmente oprimido bajo la bota del ejército burgués de Medvedev y Putin, y a la lucha por la autodeterminación nacional de las demás nacionalidades oprimidas hoy por la burguesía Gran Rusa, como ayer lo fueran por la      burocracia stalinista de la URSS, y antes por el zarismo.


La guerra del Cáucaso muestra que al calor de la crisis económica mundial y del recrudecimiento de las disputas interimperialistas, se ha puesto en cuestión todo status quo previo en la región

Pero lo que marca esta guerra en el Cáucaso es que, precisamente, bajo las condiciones de la crisis de la economía mundial capitalista imperialista, la feroz disputa interimperialista por las zonas de influencia, pone en cuestión todo status quo previo. Así, la del Cáucaso es una más de las guerras del petróleo (por Georgia pasan los más importantes oleoductos y gasoductos por los que el imperialismo angloyanqui saquea el petróleo de Azerbaiján), pero a la vez, anticipa que ya no hay lugar para que Rusia y China mantengan su carácter provisorio de países capitalistas dependientes: deben ser transformadas en semicolonias, colonias o protectorados, como ya lo son hoy, a casi 20 años de 1989, los ex estados obreros del Este de Europa, de los Balcanes, y las ex repúblicas de la URSS del Cáucaso, el Báltico y Asia Central.
Así lo planteó claramente Obama en la convención del Partido Demócrata –al que el Foro Social Mundial y todos los reformistas presentan como “democrático” y “pacifista” reunida en Denver, cuando dijo sin pelos en la lengua: “Somos el partido de Roosevelt (presidente demócrata cuando Estados Unidos entró en 1941 a la Segunda Guerra Mundial, que terminó con dos bombas atómicas destruyendo Hiroshima y Nagasaki, N de R). El partido de Kennedy (que impulsó la invasión de Bahía de Cochinos, Cuba, e inició la guerra de Vietnam, N de R). Por lo tanto, no me digan que los demócratas no defenderemos este país” (Clarín, Argentina, edición del 29/08/08). Mc Cain, por su parte, no se quedó atrás, y salió a apoyar a su cipayo Saakashvili, diciendo “Todos somos georgianos”.

Mientras tanto, el resultado de más de una semana de guerra en el Cáucaso, son más de 2000 muertos, y decenas de miles de osetios y de georgianos que han debido huir de sus hogares y ciudades destruidos. De la misma manera que las tropas del asesino Saakashvili impusieron en Tsjinvali una verdadera masacre y una “limpieza étnica” contra los osetios, lo propio están haciendo las tropas del ejército asesino de Medvedev Putin: mientras anuncian su “retirada” –que nunca termina de concretarse se han dedicado a robar, saquear y a masacrar a la población georgiana tanto en Georgia como en Osetia del Sur, reduciendo a escombros y masacrando a la población de las ciudades y aldeas de mayoría georgiana.
Frente a ello, los trotskistas internacionalistas nos pronunciamos por la inmediata expulsión de las tropas rusas de Georgia, de Osetia, de Chechenia y demás nacionalidades oprimidas y, en contra del carnicero Saakashvili agente de los yanquis, defendemos el derecho de autodeterminación de Osetia del Sur, inclusive su derecho a unirse a Osetia del Norte y a separarse tanto de Georgia como de Rusia. Pero afirmamos que las legítimas aspiraciones nacionales del pueblo osetio jamás serán resueltas por la burguesía Gran Rusa, masacradora del pueblo checheno. Por eso, luchamos por nuevas “revoluciones de octubre” que derroquen a los regímenes y gobiernos burgueses restauradores del capitalismo, e impongan la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, conquistando una Osetia soviética unificada e independiente y una Chechenia Soviética independiente
De la misma manera, luchamos porque la clase obrera y los explotados georgianos, levantando la defensa del derecho a la autodeterminación nacional de Osetia del Sur y Abjasia, retomen su combate por el pan y contra el gobierno cipayo de Saakashvili, para derrotarlo en el camino de restaurar la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias. Porque sólo una Georgia soviética independiente, expropiando a la nueva burguesía y a las transnacionales imperialistas, podrá garantizar el pan para la clase obrera y los explotados, y los derechos nacionales de las minorías oprimidas.
Luchamos por la expropiación sin pago y la nacionalización bajo control obrero de todos los pozos petroleros y campos gasíferos, los oleoductos y gasoductos, hoy en manos de la British, la Exxon, la Totalfina y demás monopolios imperialistas, para poner esas enormes riquezas naturales al servicio de satisfacer las necesidades de las masas explotadas y los pueblos oprimidos del Cáucaso y de toda la región.
Afirmamos entonces que las más elementales demandas de la clase obrera y los explotados de Osetia, Chechenia, Georgia y toda la región –contra la carestía de la vida, por el pan, el derecho a la autodeterminación nacional, etc. sólo podrán ser resueltas íntegra y efectivamente con nuevas revoluciones de Octubre que impongan la restauración la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en Georgia, Osetia, Rusia Azerbaiján, Chechenia, conquistando una Federación libre y voluntaria de Repúblicas soviéticas del Cáucaso, como avanzada del combate por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en Rusia y en todo el territorio de la Revolución de Octubre, para recuperar una Unión libre y voluntaria de Repúblicas Socialistas Soviéticas.


Una feroz disputa interimperialista por el control del petróleo del Cáucaso, que marca que ha comenzado la carrera entre las potencias imperialistas por la recolonización definitiva de Rusia y China


La guerra en Georgia es una más de las guerras del petróleo, pero que marca, a la vez, que comenzó la carrera de las potencias imperialistas para recolonizar definitivamente a Rusia y a China. Así lo señalan, muy perspicazmente, analistas imperialistas como Ronald Steel, que han salido a decir que la guerra en Georgia “No es el primer acto de la tercera guerra mundial, sino el demorado acto final de la guerra fría” (citado por Clarín, Argentina, 27/08/08). En otras palabras: las potencias imperialistas –y en primer lugar, los Estados Unidos, se preparan para devorarse definitivamente a Rusia, y también a China.
La zona del mar Caspio concentra enormes reservas de gas y petróleo, sobre todo en Azerbaiján y Kazakjstán. Los imperialistas angloyanquis construyeron el BTC, un superoleoducto de 1700 kilómetros que, pasando por territorio georgiano sin necesidad de pisar territorio ruso, lleva el petróleo desde Bakú –capital de Azerbaiján en la costa del Caspio hasta el puerto de Ceyhan en Turquía (un tradicional aliado yanqui), donde sigue su ruta en buquestanque de las petroleras angloyanquis hacia el Estado de Israel y hacia otros destinos.
Al mismo tiempo, Rusia, gran productor de petróleo y gas, provee a las potencias europeas, sobre todo a Alemania y Francia. Tan es así que está en construcción el gasoducto Transbáltico, que irá desde Rusia a Alemania sin tocar territorio de Lituania, Estonia, Letonia ni Polonia –devenidas en republiquetas proyanquis, y que transformará a Alemania en el gran distribuidor del gas ruso hacia toda Europa Occiental. Putin ha anunciado también la construcción de un gasoducto desde Siberia Oriental hasta el Pacífico, para abastecer a China y a otros países del Sudeste asiático.
Pero esta nueva guerra del petróleo marca al igual que lo hiciera la declaración por parte de Estados Unidos de la “independencia” de su protectorado del Kosovo que bajo las condiciones de la crisis económica de la economía mundial capitalista imperialista que ya lleva más de un año, las potencias imperialistas, abocadas a una feroz disputa por el control de las zonas de influencia en el mundo colonial y semicolonial, han entrado en carrera por resolver definitivamente qué imperialismo transformará a Rusia y China en sus colonias, semicolonias o protectorados directos.


Rusia, al igual que China,
 se mantiene aún como un estado capitalista transitorio, dependiente
 del imperialismo


Es que luego de la imposición de la restauración capitalista en 19891991, los ex estados obreros devinieron en países capitalistas transitorios, puesto que no estaba resuelta aún la ubicación definitiva de los mismos en la división mundial del trabajo. Desde entonces, se avanzó en trasformar a los países del antiguo “Glacis” –Polonia, Rumania, Hungría, Bulgaria, República Checa, Eslovaquia mayoritariamente en republiquetas o colonias yanquis; a Kosovo en protectorado yanqui; a Croacia y Eslovenia en semicolonias alemanas, a Serbia en semicolonia de Francia y Alemania, en los Balcanes; a gran parte de las ex repúblcias soviéticas en semicolonias angloyanquis –como Ucrania, Azerbaiján, Georgia en el Cáucaso; los países Bálticos en el norte, mientras que la ex repúblicas soviéticas de Asia Central –como Kazajstán, Uzbekistán, Kirguiztán, Turkmenistán y Tadjikistán, en republiquetas gobernadas por sanguinarios “señores de la guerra” que se venden, en distintos momentos, al mejor postor imperialista.
Pero este no es el caso de Rusia y China. Es claro que estos dos países no son ni pueden ser potencias imperialistas. En la época imperialista de reacción en toda la línea no hay lugar ya para el surgimiento de nuevos países imperialistas: por el contrario, como lo vuelve a marcar al rojo vivo la nueva crisis de la economía mundial, sobran potencias imperialistas en el planeta.
Pero a la vez, Rusia y China, si bien han sido incorporados a la división mundial del trabajo como proveedor de gas y petróleo (en el caso de Rusia), y de proveedora de mano de obra esclava (en el caso de China), aún no son colonias o semicolonias directas de las potencias imperialistas: se mantienen como estados capitalistas transitorios, adquiriendo un status provisorio de países capitalistas dependientes, cuyo destino final será resuelto en el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución en la lucha de clases mundial.
¿Qué significa que Rusia y China son países capitalistas dependientes? Que Rusia y China dependen del capital financiero imperialista, pero mantienen aún una relativa independencia en el terreno político y militar, cuestión que ha sido permitida hasta el momento por las potencias imperialistas, puesto que todos han sostenido a los regímenes y gobiernos restauradores de Putin y de los “empresarios rojos” del PCCH, para que actúen como factor de estabilización.
Los apologetas de que China y Rusia han devenido en países imperialistas, ocultan que ni China ni Rusia tienen capital financiero propio. Lenin, en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, definía a la exportación de capital como una de las cinco características definitorias del imperialismo. Es decir, naciones como Francia, Alemania, Inglaterra, etc., a principios del siglo XX, habían acumulado un enorme excedente de capital que ya no lograba valorizarse dentro de las propias fronteras, y necesitaba ser exportado a otros países en los que pu­die­ra valorizarse.
Es claro que China no tiene capital financiero propio excedente para exportar: lo único que tiene para “ofrecer” son cientos de millones de obreros chinos para ser explotados como esclavos al servicio del mercado mundial. Eso es lo que atrajo enormes inversiones de capital por parte de las transnacionales imperialistas que relocalizaron allí parte de su producción.
Hoy, bajo las condiciones de la crisis de la economía mundial, no menos enormes masas de capitales se han retirado de China, y todo lo que le queda a esa nación son 900.000 millones de dólares de deudas incobrables de sus bancos, y otros 900.000 millones de dólares en Bonos del Tesoro yanqui devaluados.
Rusia, por su parte no solamente no tiene capital excedente, sino que claramente tiene faltante de capital: hay subinversión. Tan es así que depende casi enteramente del capital financiero imperialista, que es aportado por Alemania como primer inversor –con un total de 9321 millones de dólares (datos de 2005), y Francia con un total de más de 4.000 millones de dólares, mientras que viene cayendo desde 2002 el total de inversiones de los Estados Unidos.

Algunos ejemplos: para la construcción del gasoducto Transbáltico, se creó Gazprom-Ruhrgaz, una compañía germano-rusa, en la que Gazprom tiene el 51% de las acciones, mientras que la BASF y la EON alemanas tie­nen 24,5% cada una. Dicha compañía, además de llevar el gas desde Rusia a Alemania, será la encargada de explotar el gigantesco yacimiento gasífero de Shtokman en el Ártico.


En ma­yo de 2006, Mer­kel y Pu­tin se reu­nían en Tomsk –la lla­ma­da “ca­pi­tal del pe­tró­leo ru­so”, Si­be­ria, y se fir­mó un acuer­do en­tre Gaz­prom y la ale­ma­na BASF –en un joint ven­tu­re por el cual se creó la com­pa­ñía Win­gaz- pa­ra pro­du­cir con­jun­ta­men­te 25.000 mi­llo­nes de me­tros cú­bi­cos de gas por año du­ran­te 30 años, me­dian­te el me­ca­nis­mo de in­ter­cam­bio de ac­cio­nes. Así, Gaz­prom ten­drá el 49% de las ac­cio­nes de Win­gaz y re­ci­be una par­ti­ci­pa­ción en una sub­si­dia­ria de la BASF. A cam­bio, BASF re­ci­bió el 34% de las ac­cio­nes de una sub­si­dia­ria de Gaz­prom, con lo cual ese pul­po im­pe­ria­lis­ta ale­mán au­men­tó cua­li­ta­ti­va­men­te su par­ti­ci­pa­ción ac­cio­na­ria en el ya­ci­mien­to ga­sí­fe­ro de Yuzh­no-Russ­koi en Si­be­ria Oc­ci­den­tal (con 600.000 mi­llo­nes de me­tros cú­bi­cos de re­ser­vas es­ti­ma­das).
Otro re­sul­ta­do de esa cum­bre fue la de­ci­sión de Pu­tin de pa­gar en 2006 ín­te­gra­men­te los 29.800 mi­llo­nes de dó­la­res que te­nía Ru­sia de deu­da ex­ter­na con el Club de Pa­rís -es de­cir, esen­cial­men­te con el im­pe­ria­lis­mo fran­co-ale­mán, ya que de esa ci­fra, ca­si 10.000 mi­llo­nes eran acreen­cias de Ale­ma­nia.
Otro ejem­plo es lo que ha su­ce­di­do con la tie­rra. Des­de 1989, en el cam­po ru­so prác­ti­ca­men­te se han man­te­ni­do las coo­pe­ra­ti­vas y las gran­jas co­lec­ti­vas del es­ta­do, y muy po­ca tie­rra ha pa­sa­do a ma­nos pri­va­das. Era de es­pe­rar: du­ran­te los ‘90 y los pri­me­ros años del si­glo XXI, el ba­jo pre­cio de los pro­duc­tos agrí­co­las en el mer­ca­do mun­dial hi­zo que no fue­ra atrac­ti­vo pa­ra los in­ver­so­res im­pe­ria­lis­tas que­dar­se con la tie­rra. Así, se la de­ja­ron al es­ta­do pa­ra que fue­ra és­te el que sos­tu­vie­ra a es­te sec­tor de­fi­ci­ta­rio de la eco­no­mía.
Hoy, cuan­do los pre­cios de las com­mo­di­ties agrí­co­las es­tán al­tos en el mer­ca­do mun­dial, ha co­men­za­do a afluir el ca­pi­tal fi­nan­cie­ro im­pe­ria­lis­ta com­pran­do las gran­jas co­lec­ti­vas -ha­bien­do un to­tal de 35 mi­llo­nes de hec­tá­reas pre­pa­ra­das pa­ra sem­brar- pa­ra que­dar­se con lo me­jor de la tie­rra fér­til y trans­for­mar­las en gran­des es­ta­ble­ci­mien­tos agrí­co­las em­pre­sa­ria­les.
Por es­ta ra­zón, Ru­sia man­tie­ne un sta­tus pro­vi­so­rio de país ca­pi­ta­lis­ta de­pen­dien­te. Así, la nue­va bur­gue­sía Gran Ru­sa tie­ne a la vez un ca­rác­ter de bur­gue­sía se­mi-opri­mi­da por el ca­pi­tal fi­nan­cie­ro in­ter­na­cio­nal, y a la vez, de bur­gue­sía se­mi-opre­so­ra pues­to que ac­túa co­mo gen­dar­me en la re­gión, opri­mien­do y ma­sa­cran­do a otros pue­blos.
Es­to sig­ni­fi­ca que, pe­se a ser de­pen­dien­te del ca­pi­tal fi­nan­cie­ro im­pe­ria­lis­ta, Ru­sia –al igual que Chi­na- man­tie­ne to­da­vía una re­la­ti­va in­de­pen­den­cia po­lí­ti­ca y mi­li­tar, co­mo ex­pre­sión de un de­sa­rro­llo de­si­gual y com­bi­na­do. Es que la ex bu­ro­cra­cia de­ve­ni­da en nue­va bur­gue­sía, aun­que des­tru­yó al es­ta­do obre­ro, uti­li­zó en su fa­vor, co­mo ven­ta­jas com­pa­ra­ti­vas, an­ti­guas con­quis­tas del mis­mo: en pri­mer lu­gar, la ri­que­za en hi­dro­car­bu­ros ex­plo­ra­da por la an­ti­gua Gaz­prom na­cio­na­li­za­da; en se­gun­do lu­gar, un apa­ra­to in­dus­trial-mi­li­tar al­ta­men­te de­sa­rro­lla­do, que cuen­ta in­clu­si­ve con oji­vas ató­mi­cas; y en ter­cer lu­gar, una ma­no de obra con al­tí­si­ma ca­li­fi­ca­ción téc­ni­ca.
Por ello, aun­que es de­pen­dien­te del ca­pi­tal fi­nan­cie­ro im­pe­ria­lis­ta –en par­ti­cu­lar, del ale­mán y el fran­cés, aun­que tam­bién hay im­por­tan­tes in­ver­sio­nes nor­tea­me­ri­ca­nas en Ru­sia, co­mo es el ca­so de Ford que ins­ta­ló plan­tas allí apro­ve­chan­do pre­ci­sa­men­te la ma­no de obra ca­li­fi­ca­da y ba­ra­ta-, hoy la bur­gue­sía Gran Ru­sa, sos­te­ni­da en su enor­me ri­que­za pe­tro­le­ra y ga­sí­fe­ra y en su re­la­ción de so­cia de los im­pe­ria­lis­tas fran­ce­ses y ale­ma­nes, tie­ne un mar­gen de ma­nio­bra y un jue­go pro­pio.


Desde 1989, el imperialismo necesitó a las nuevas burguesías de Rusia y China como gendarmes para estabilizar su dominio
 en el territorio de la ex URSS y en Asia


Ru­sia y Chi­na en­ton­ces de­pen­den del ca­pi­tal fi­nan­cie­ro im­pe­ria­lis­ta, pe­ro man­tie­nen aún una re­la­ti­va in­de­pen­den­cia en el te­rre­no po­lí­ti­co y mi­li­tar, cues­tión que ha si­do per­mi­ti­da has­ta el mo­men­to por las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, pues­to que to­dos han sos­te­ni­do a los re­gí­me­nes y go­bier­nos de la nue­va bur­gue­sía Gran Ru­sa, y de los “em­pre­sa­rios ro­jos” del PC Chi­no, pa­ra que ac­túen co­mo fac­tor de es­ta­bi­li­za­ción.
En el ca­so de Chi­na, el ré­gi­men des­pó­ti­co de la nue­va bur­gue­sía del PCCH, ha si­do cen­tral pa­ra ga­ran­ti­zar­les a los yan­quis, a los ja­po­ne­ses y al con­jun­to de las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, que sus res­pec­ti­vas trans­na­cio­na­les re­lo­ca­li­za­ran allí gran par­te de su pro­duc­ción, su­pe­rex­plo­tan­do a cien­tos de mi­llo­nes de obre­ros co­mo ma­no de obra ba­ra­ta so­me­ti­da a la más bru­tal es­cla­vi­tud. En el ca­so de Ru­sia, las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas sos­tu­vie­ron pri­me­ro a Yelt­sin y lue­go a Pu­tin, pa­ra que  man­ten­gan la es­ta­bi­li­dad aplas­tan­do a Che­che­nia y de­más na­cio­na­li­da­des opri­mi­das den­tro de la Fe­de­ra­ción Ru­sa, y pa­ra que con­so­li­da­ran la in­te­gra­ción de la Ru­sia ca­pi­ta­lis­ta al mer­ca­do mun­dial.
Es que la im­po­si­ción de la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta en la ex URSS por par­te de la ex bu­ro­cra­cia de­ve­ni­da en bur­gue­sía, sig­ni­fi­có en pri­mer lu­gar, un fe­roz sa­queo del ex es­ta­do obre­ro –se es­ti­ma que en­tre 1989 y 1998 las nue­vas ca­ma­ri­llas bur­gue­sas so­cias del Ci­ti­bank y la Ban­ca Mor­gan fu­ga­ron de Ru­sia la frio­le­ra de 500.000 mi­llo­nes de dó­la­res- y el des­gua­ce y la re­par­ti­ja de las an­ti­guas em­pre­sas na­cio­na­li­za­das por par­te de las dis­tin­tas frac­cio­nes de la nue­va bur­gue­sía. Así, po­nién­do­se en 1991 a la ca­be­za de la de­fen­sa del go­bier­no de Gor­ba­chov con­tra el gol­pe in­ten­ta­do por un ala de la bu­ro­cra­cia y del PC, lle­gó al po­der en Ru­sia la ca­ma­ri­lla bur­gue­sa de Yelt­sin –ex se­cre­ta­rio ge­ne­ral del PC mos­co­vi­ta-, que jun­to con los ex bu­ró­cra­tas que con­tro­la­ban las dis­tin­tas em­pre­sas an­ti­gua­men­te na­cio­na­li­za­das, co­men­za­ron a re­par­tír­se­las, aso­cián­do­se ca­da uno tal o cual mo­no­po­lio im­pe­ria­lis­ta.
Pe­ro ade­más, el re­sul­ta­do del abor­to de la re­vo­lu­ción po­lí­ti­ca –que, con el pro­ble­ma na­cio­nal co­mo uno de sus mo­to­res, ha­bía he­cho es­ta­llar esa cár­cel de na­cio­nes que era la URSS ba­jo el do­mi­nio de la bu­ro­cra­cia- y la im­po­si­ción de la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta, fue el na­ci­mien­to de una mi­ría­da de pe­que­ñas o me­dia­nas na­cio­nes ca­pi­ta­lis­tas co­mo Le­to­nia, Li­tua­nia, Es­to­nia, Ucra­nia, Geor­gia, Azer­bai­ján, Ar­me­nia, Ka­zakjs­tán, Uz­be­kis­tán, Kir­guiz­tán, Tad­ji­kis­tán, Turk­me­nis­tán, etc. En ellas, las an­ti­guas bu­ro­cra­cias de los dis­tin­tos Par­ti­dos Co­mu­nis­tas, ac­tua­ron igual que la ca­ma­ri­lla de Yelt­sin y com­pa­ñía: ca­da una de ellas se apro­pió pa­ra sí las an­ti­guas em­pre­sas na­cio­na­li­za­das que ha­bía en sus res­pec­ti­vos te­rri­to­rios, de­vi­nien­do en bur­gue­sía, im­po­nien­do re­gí­me­nes y go­bier­nos san­gui­na­rios y dic­ta­to­ria­les con­tra las ma­sas, y sa­lien­do a ven­der­se an­te las dis­tin­tas po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, al me­jor pos­tor, co­mo so­cias me­no­res. Co­mo ya he­mos di­cho, al igual que los ex es­ta­dos obre­ros del Es­te de Eu­ro­pa y los Bal­ca­nes, hoy esas ex re­pú­bli­cas so­vié­ti­cas han de­ja­do de ser paí­ses ca­pi­ta­lis­tas tran­si­to­rios, y son ya se­mi­co­lo­nias, co­lo­nias y pro­tec­to­ra­dos de las dis­tin­tas po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas.
Aho­ra bien, el bru­tal sa­queo de la Ru­sia del ca­pi­ta­lis­mo res­tau­ra­do por par­te de Yelt­sin y com­pa­ñía y las te­rri­bles con­se­cuen­cias del mis­mo so­bre las ma­sas, y en pri­mer lu­gar, so­bre los pue­blos opri­mi­dos por la pro­pia Ru­sia, im­pul­sa­ron la lu­cha na­cio­nal de es­tos úl­ti­mos, fun­da­men­tal­men­te, del he­roi­co pue­blo che­che­no que lu­cha por su in­de­pen­den­cia. En 1993-94, des­pués de ha­ber man­da­do al ejér­ci­to a di­sol­ver a bom­ba­zos el par­la­men­to con 180 di­pu­ta­dos aden­tro, Yelt­sin, sos­te­ni­do por los Es­ta­dos Uni­dos y to­das las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, lan­za la pri­me­ra gue­rra de ma­sa­cre con­tra Che­che­nia. Cuan­do en 1998 la se­gun­da ron­da de la cri­sis mun­dial co­men­za­da en 1997, gol­peó pro­fun­da­men­te a Ru­sia pro­vo­can­do una bru­tal de­va­lua­ción del ru­blo, el país ya es­ta­ba en ban­ca­rro­ta: en­tre 1990 y 1995, ha­bía per­di­do el 50% del PBI, y ha­bía caí­do la pro­duc­ción in­dus­trial en un 50%. A la vez, el ejér­ci­to ru­so, des­mo­ra­li­za­do, con su ofi­cia­li­dad to­tal­men­te des­com­pues­ta ven­dien­do ar­mas al me­jor pos­tor, es­ta­ba al bor­de de ser de­rro­ta­do por la he­roi­ca re­sis­ten­cia che­che­na, y el go­bier­no de Yelt­sin en cri­sis y su­ma­men­te des­pres­ti­gia­do.
An­te es­ta si­tua­ción, en 1999 y me­dian­te un nue­vo gol­pe pa­la­cie­go to­ma el con­trol otra frac­ción de la nue­va bur­gue­sía, la ca­ma­ri­lla pro­ve­nien­te de la ex KGB y del vie­jo apa­ra­to mi­li­tar-in­dus­trial, en­ca­be­za­da por Pu­tin, en aquel en­ton­ces, pri­mer mi­nis­tro de Yelt­sin, que fue obli­ga­do a re­nun­ciar. To­das las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, co­men­za­do por los Es­ta­dos Uni­dos sa­len a apo­yar a Pu­tin, pa­ra que pu­sie­ra or­den y con­so­li­de la in­ser­ción de la Ru­sia ca­pi­ta­lis­ta en el mer­ca­do mun­dial, y pa­ra que ga­ran­ti­ce la es­ta­bi­li­dad en la re­gión ma­sa­cran­do al pue­blo che­che­no.
Así, so­bre la ba­se de aplas­tar a la na­ción che­che­na pro­vo­can­do un ver­da­de­ro ge­no­ci­dio en la gue­rra de 1999-2004, Pu­tin y su ca­ma­ri­lla se im­pu­sie­ron, des­pla­zan­do, des­po­jan­do de sus pro­pie­da­des, obli­gan­do a exi­liar­se o di­rec­ta­men­te en­car­ce­lan­do a los re­pre­sen­tan­tes más cons­pi­cuos de la ca­ma­ri­lla bur­gue­sa yelt­si­nis­ta. Pu­tin y la bur­gue­sía gran ru­sa re­na­cio­na­li­za­ron par­cial­men­te Gaz­prom –la an­ti­gua com­pa­ñía del gas y el pe­tró­leo na­cio­na­li­za­do en la URSS. Así, se for­ta­le­cie­ron co­mo bur­gue­sía na­cio­nal, sen­tán­do­se so­bre las enor­mes re­ser­vas de hi­dro­car­bu­ros, apo­ya­da en el fe­no­me­nal in­gre­so de di­vi­sas que en los úl­ti­mos años sig­ni­fi­ca­ra el au­men­to si­de­ral de los pre­cios in­ter­na­cio­na­les del pe­tró­leo y el gas –di­vi­sas con las que Ru­sia pa­gó en efec­ti­vo los ven­ci­mien­tos de su deu­da ex­ter­na y acu­mu­ló re­ser­vas por 470.000 mi­llo­nes de dó­la­res- , y apro­ve­chan­do la de­pen­den­cia de las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas eu­ro­peas de su su­mi­nis­tro pa­ra re­ga­tear su ta­ja­da de los ne­go­cios, man­te­nien­do, co­mo di­ji­mos an­tes, la ca­pa­ci­dad de te­ner un jue­go pro­pio.
Así lo de­mos­tró res­pon­dien­do al ata­que ge­no­ci­da de Saa­kash­vi­li con­tra Ose­tia del Sur con la ocu­pa­ción de Geor­gia, con la que se es­tá co­bran­do el gol­pe que le ha­bía pro­pi­na­do el im­pe­ria­lis­mo yan­qui con la “in­de­pen­den­cia” del Ko­so­vo y con la ins­ta­la­ción del es­cu­do mi­si­lís­ti­co de la OTAN en el Es­te de Eu­ro­pa. Que­dó cla­ro que una co­sa es que el im­pe­ria­lis­mo yan­qui mar­que su te­rri­to­rio a bom­ba­zos en pro­tec­to­ra­dos co­mo el Ko­so­vo, en na­cio­nes ba­jo ocu­pa­ción de sus tro­pas co­mo es Irak, o en paí­ses se­mi­co­lo­nia­les co­mo son Ecua­dor y Co­lom­bia; y otra co­sa, muy dis­tin­ta, es pre­ten­der ha­cer lo mis­mo con Ru­sia.


Las potencias imperialistas se preparan para ser los nuevos carceleros de las naciones oprimidas de las ex repúblicas soviéticas y de las propias Rusia y China.
 El exacerbamiento de la cuestión nacional en el siglo XXI


Más allá de có­mo evo­lu­cio­nen los acon­te­ci­mien­tos, los ca­ño­na­zos en el Cáu­ca­so vuel­ven a de­mos­trar que en es­ta épo­ca im­pe­ria­lis­ta, el des­ti­no de las pe­que­ñas y me­dia­nas na­cio­nes sur­gi­das del es­ta­lli­do de esa cár­cel de na­cio­nes que era la URSS ba­jo la bu­ro­cra­cia so­vié­ti­ca y en las que se im­pu­so la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta, sin el triun­fo de nue­vas re­vo­lu­cio­nes de Oc­tu­bre que res­tau­ren la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias en esas na­cio­nes y abran el ca­mi­no a una Fe­de­ra­ción li­bre y vo­lun­ta­ria de Re­pú­bli­cas So­vié­ti­cas del Cáu­ca­so, es el ser pro­tec­to­ra­dos, co­lo­nias y se­mi­co­lo­nias del im­pe­ria­lis­mo an­glo­yan­qui, o bien, na­cio­nes opri­mi­das y ma­sa­cra­das por la Gran Ru­sia, aso­cia­da a los im­pe­ria­lis­tas fran­ce­ses y ale­ma­nes.
Pe­ro la gue­rra de Geor­gia de­mues­tra tam­bién que, por lo mis­mo, el sta­tus pro­vi­so­rio Ru­sia y Chi­na co­mo paí­ses de­pen­dien­tes no du­ra­rá pa­ra siem­pre. A la uto­pía reac­cio­na­ria de una Gran Ru­sia ca­pi­ta­lis­ta in­de­pen­dien­te pre­go­na­da por Med­ve­dev-Pu­tin le es­pe­ra el des­ti­no de la uto­pía reac­cio­na­ria de la Gran Ser­bia de Mi­lo­se­vic. Des­pués de uti­li­zar a Pu­tin y la bur­gue­sía gran ru­sa pa­ra ma­sa­crar al pue­blo che­che­no y opri­mir fe­roz­men­te a las de­más pe­que­ñas na­cio­na­li­da­des ba­jo la bo­ta ru­sa; des­pués de uti­li­zar­la pa­ra man­te­ner así se­pa­ra­do al pro­le­ta­ria­do ru­so de las na­cio­na­li­da­des opri­mi­das, el fu­tu­ro que les de­pa­ra el im­pe­ria­lis­mo es el de Ser­bia: ter­mi­nar bom­bar­dea­da, con Mi­lo­se­vic lle­va­do an­te el tri­bu­nal de La Ha­ya por “ge­no­ci­da”, y de­ve­ni­da en se­mi­co­lo­nia de las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas. Ser trans­for­ma­da en co­lo­nia, pro­tec­to­ra­do, o se­mi­co­lo­nia; ser in­clu­si­ve di­vi­di­da, re­par­ti­da u ocu­pa­da: ese es el fu­tu­ro que es­tán pre­pa­ran­do pa­ra Ru­sia las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas hoy em­bar­ca­das en una fe­roz dis­pu­ta por las zo­nas de in­fluen­cia.
Pe­ro im­po­ner es­to en Ru­sia o en Chi­na no se ha­rá en un ac­to, si­no en to­do un pro­ce­so que en ab­so­lu­to se­rá pa­cí­fi­co, si­no con nue­vas gue­rras re­gio­na­les, ma­sa­cres, gue­rras fra­tri­ci­das –co­mo por ejem­plo, una nue­va y san­grien­ta gue­rra en­tre Ar­me­nia y Azer­bai­ján por el en­cla­ve de Na­gor­no Ka­ra­baj co­mo la que vié­ra­mos en 1991- y con el en­fren­ta­mien­to en­tre re­vo­lu­ción y con­tra­rre­vo­lu­ción a ni­vel mun­dial.
Los ca­ño­na­zos en Geor­gia es­tán mar­can­do que ha co­men­za­do es­te pro­ce­so. Le­jos en­ton­ces de es­tar an­te “el úl­ti­mo ac­to de la gue­rra fría”, co­mo di­cen los ana­lis­tas im­pe­ria­lis­tas, po­dría­mos de­cir que es­ta­mos en los ini­cios de nue­vos en­fren­ta­mien­tos, nue­vas con­vul­sio­nes y gue­rras bien “ca­lien­tes” con los que las dis­tin­tas po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas in­ten­ta­rán ser las pri­me­ras en la ca­rre­ra por la re­co­lo­ni­za­ción de­fi­ni­ti­va de Ru­sia y de Chi­na.
Pe­ro pa­ra ir a es­tas aven­tu­ras su­pe­rio­res, las dis­tin­tas bur­gue­sías im­pe­ria­lis­tas de­be­rán pri­me­ro de­rro­tar a sus pro­pias cla­ses obre­ras o bien, me­dian­te el ac­cio­nar de las di­rec­cio­nes trai­do­ras y las bu­ro­cra­cias sin­di­ca­les sos­te­ni­das en la aris­to­cra­cia obre­ra, so­me­ter y con­ven­cer al pro­le­ta­ria­do de apo­yar­las en su ca­rre­ra de ra­pi­ña. Por ello, rea­fir­ma­mos, es­ta­mos an­te to­do un pro­ce­so que se de­fi­ni­rá en el te­rre­no de la lu­cha de cla­ses, del en­fren­ta­mien­to en­tre re­vo­lu­ción y con­tra­rre­vo­lu­ción a ni­vel mun­dial.
Si ba­jo el an­ti­guo do­mi­nio de la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta la URSS –al igual que Yu­goes­la­via- era una ver­da­de­ra “cár­cel de na­cio­nes”, la “in­de­pen­den­cia del Ko­so­vo” y hoy la gue­rra del Cáu­ca­so, mues­tran con cla­ri­dad que son las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas las que se apres­tan a ser los car­ce­le­ros de los pue­blos de los ex es­ta­dos obre­ros, tan­to de las na­cio­na­li­da­des opri­mi­das por la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta so­vié­ti­ca y yu­gos­la­va, co­mo de las na­cio­nes opre­so­ras co­mo fue­ran Ru­sia, Ser­bia, y tam­bién Chi­na.
Las con­di­cio­nes de la cri­sis de la eco­no­mía mun­dial ca­pi­ta­lis­ta im­pe­ria­lis­ta que ha co­men­za­do, em­pu­jan a las dis­tin­tas po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas a una fe­roz dis­pu­ta por el con­trol de las zo­nas de in­fluen­cia, re­do­blan­do la ofen­si­va so­bre las na­cio­nes se­mi­co­lo­nia­les y co­lo­nia­les, re­for­zan­do las ca­de­nas de do­mi­na­ción so­bre las mis­mas, y ava­sa­llan­do las le­gí­ti­mas as­pi­ra­cio­nes na­cio­na­les de los pue­blos opri­mi­dos co­mo el pue­blo pa­les­ti­no, el vas­co, el ir­lan­dés, el kur­do, etc., y en par­ti­cu­lar, los de­re­chos na­cio­na­les de los ex es­ta­dos obre­ros del Es­te de Eu­ro­pa, los Bal­ca­nes y las ex re­pú­bli­cas so­vié­ti­cas, que ya han de­ve­ni­do en se­mi­co­lo­nias, co­lo­nias y pro­tec­to­ra­dos di­rec­tos. Así, ve­mos có­mo la re­cien­te gue­rra en el Cáu­ca­so ya ha pro­vo­ca­do una enor­me cri­sis en Ucra­nia –que for­ma­ra par­te de la an­ti­gua URSS-, que vuel­ve a po­ner en cues­tión, una vez más en la his­to­ria, in­clu­si­ve su uni­dad co­mo na­ción. Es que la im­po­si­ción de la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta en Ucra­nia, le­jos de re­sol­ver la cues­tión na­cio­nal ucra­nia­na, no hi­zo más que agra­var­la. La ex bu­ro­cra­cia de­ve­ni­da en nue­va bur­gue­sía se di­vi­dió en dos frac­cio­nes: una de ellas –re­pre­sen­ta­da por el pre­si­den­te Yu­yen­ko-, se aso­ció al im­pe­ria­lis­mo an­glo­yan­qui pa­ra pro­veer al mer­ca­do mun­dial de ce­rea­les y gra­nos que se pro­du­cen en la mi­tad oc­ci­den­tal de ese país, trans­for­mán­do­lo en una re­pu­bli­que­ta pro-yan­qui. La otra frac­ción, asen­ta­da en la mi­tad orien­tal del país, don­de se con­cen­tran las mi­nas de car­bón y las ace­rías, vi­ve de ven­der­le ace­ro y car­bón a Ru­sia pa­ra su apa­ra­to in­dus­trial-mi­li­tar. Hoy, la coa­li­ción de go­bier­no que ha­bía in­te­gra­do pre­ca­ria­men­te a am­bas frac­cio­nes vie­ne de rom­per­se des­pués de la gue­rra en Geor­gia, en una dis­pu­ta in­ter­bur­gue­sa que pue­de ter­mi­nar pro­vo­can­do nue­va­men­te la se­ce­sión de Ucra­nia.
Ba­jo es­tas con­di­cio­nes, es­ta­mos an­te un exa­cer­ba­mien­to ex­tre­mo de la cues­tión na­cio­nal, no só­lo en los ex es­ta­dos obre­ros en­tre­ga­dos a la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta por la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta; no só­lo en las se­mi­co­lo­nias y en las co­lo­nias es­cla­vi­za­das co­mo la Pa­les­ti­na ocu­pa­da por el Es­ta­do sio­nis­ta de Is­rael; si­no tam­bién al in­te­rior mis­mo de las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas don­de no ha­cen más que agu­di­zar­se la cues­tión vas­ca y ca­ta­la­na; la cues­tión ir­lan­de­sa, la cues­tión cor­sa, la cues­tión kur­da en Tur­quía, etc.
El im­pe­ria­lis­mo es reac­ción en to­da la lí­nea. Las co­bar­des bur­gue­sías na­cio­na­les, li­ga­das por mi­les de la­zos de ne­go­cios e in­te­re­ses al ca­pi­tal fi­nan­cie­ro im­pe­ria­lis­ta, pue­den re­ga­tear por sus ne­go­cios con el im­pe­ria­lis­mo, uti­li­zan­do in­clu­si­ve pa­ra ello a las ma­sas co­mo car­ne de ca­ñón y mo­ne­da de cam­bio, pe­ro son in­ca­pa­ces de lle­var has­ta el fi­nal la lu­cha na­cio­nal, pues­to que, co­mo cla­se ex­plo­ta­do­ra, te­men co­mo a la pes­te a la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria que ata­ca no só­lo la pro­pie­dad del im­pe­ria­lis­mo, si­no tam­bién la su­ya pro­pia.
Só­lo el triun­fo de la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria pue­de re­sol­ver ín­te­gra y efec­ti­va­men­te las ta­reas de­mo­crá­ti­co-re­vo­lu­cio­na­rias que la de­ca­den­te bur­gue­sía ya no pue­de cum­plir en es­ta épo­ca im­pe­ria­lis­ta, co­mo son la li­be­ra­ción na­cio­nal y la re­vo­lu­ción agra­ria en los paí­ses se­mi­co­lo­nia­les. De la mis­ma ma­ne­ra, úni­ca­men­te el pro­le­ta­ria­do en el po­der pue­de otor­gar­les efec­ti­va­men­te el de­re­cho ple­no a la au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal -in­clu­yen­do el de­re­cho a la se­pa­ra­ción- a las na­cio­na­li­da­des opri­mi­das que no lle­ga­ron a cons­ti­tuir­se en es­ta­do na­ción an­tes del ad­ve­ni­mien­to del im­pe­ria­lis­mo, co­mo es el ca­so del pue­blo vas­co, el kur­do, etc. La cues­tión na­cio­nal fue, es y se­rá en­ton­ces, un mo­tor fun­da­men­tal de la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria in­ter­na­cio­nal.
¡Abajo el gobierno de Saakashvili, sirviente del imperialismo angloyanqui, opresor y asesino de las masas de Osetia del Sur, hambreador y represor de la clase obrera y los explotados georgianos!
 ¡Fuera de Georgia y de todo el Cáucaso las manos de los imperialistas angloyanquis y de la OTAN!
 ¡Fuera de Georgia, de Osetia del Sur y del Norte y de Chechenia, el ejército blanco contrarrevolucionario de Putin-Medvedev!
 ¡Defensa del derecho de autodeterminación nacional de Osetia del Sur! ¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, para conquistar una Georgia, una Chechenia y una Osetia unificada, soviéticas independientes!
 ¡Por una Federación de Repúblicas Soviéticas del Cáucaso!


¡Abajo el despótico régimen restaurador y el gobierno cipayo de Saakashvili, hambreador y represor de las masas georgianas, carcelero de Osetia del Sur y genocida de su pueblo!
 ¡Fuera el imperialismo angloyanqui y la OTAN de Georgia!
 ¡Por una Georgia soviética independiente!


El pro­le­ta­ria­do y el cam­pe­si­na­do po­bre de Geor­gia, es­cla­vi­za­do, ham­brea­do y re­pri­mi­do fe­roz­men­te por el go­bier­no de Saa­kash­vi­li, vie­ne de le­van­tar­se por el pan me­ses atrás. El ata­que con­tra Ose­tia del Sur lan­za­do por Saa­kash­vi­li y la bur­gue­sía geor­gia­na, opre­so­res de ese pue­blo por cuen­ta del im­pe­ria­lis­mo an­glo­yan­qui y la OTAN, ha arro­ja­do nue­va­men­te so­bre los tra­ba­ja­do­res y el pue­blo geor­gia­no el fla­ge­lo de la gue­rra y ocu­pa­ción, es­ta vez, a ma­nos del ejér­ci­to blan­co de la bur­gue­sía Gran Ru­sa, so­cia del im­pe­ria­lis­mo fran­co-ale­mán.
Los trots­kis­tas de la FLT lu­cha­mos por que el pro­le­ta­ria­do geor­gia­no re­to­me su com­ba­te por el pan, el tra­ba­jo y de­más de­man­das obre­ras y por de­rro­car al go­bier­no de Saa­kash­vi­li, sir­vien­te de los im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis, y opre­sor y ma­sa­cra­dor del pue­blo de Ose­tia del Sur. Úni­ca­men­te en ese ca­mi­no po­drá di­si­par la hu­ma­re­da na­cio­na­lis­ta reac­cio­na­ria de­sa­ta­da por Saa­kash­vi­li, y uni­rá sus fi­las con los ex­plo­ta­dos de Ose­tia del sur y Ab­ja­sia.
¡Aba­jo el des­pó­ti­co ré­gi­men y el go­bier­no ci­pa­yo de Saa­kash­vi­li, tí­te­re de los yan­quis, ham­brea­dor y re­pre­sor de las ma­sas geor­gia­nas, car­ce­le­ro de Ose­tia del Sur y ge­no­ci­da de su pue­blo! ¡Por el de­re­cho a la au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal, in­clu­si­ve a la se­pa­ra­ción, de Ose­tia del Sur y Ab­ja­sia! ¡Por una Geor­gia so­vié­ti­ca in­de­pen­dien­te!
¡Fue­ra de Geor­gia las ma­nos de los im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis, sus “ase­so­res” mi­li­ta­res y sus ser­vi­cios de in­te­li­gen­cia! ¡Fue­ra los bu­ques de gue­rra yan­qui del Mar Ne­gro! ¡Fue­ra de Geor­gia, de Azer­bai­ján y de to­do el Cáu­ca­so, las ma­nos de los im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis, sus ba­ses mi­li­ta­res y sus mo­no­po­lios vo­ra­ces co­mo la Bri­tish, sa­quea­do­ra del gas y el pe­tró­leo! ¡Por la ex­pro­pia­ción sin pa­go y la na­cio­na­li­za­ción ba­jo con­trol obre­ro de to­dos los ya­ci­mien­tos ga­sí­fe­ros, los po­zos pe­tro­le­ros, los oleo­duc­tos y ga­so­duc­tos del Cáu­ca­so hoy en ma­nos de la Bri­tish Pe­tro­leum y de­más pe­tro­le­ras im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis!
 Ese es el ca­mi­no pa­ra vol­ver a po­ner en pie los So­viets de obre­ros, cam­pe­si­nos y sol­da­dos y trans­for­mar la gue­rra en el ini­cio de la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria. ¡Por una nue­va Re­vo­lu­ción de oc­tu­bre que res­tau­re la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias, que ex­pro­pie a la nue­va bur­gue­sía y a las tras­na­cio­na­les an­glo­yan­quis sa­quea­do­ras de Geor­gia y el Cáu­ca­so­!¡Quién pue­de du­dar que una Geor­gia so­vié­ti­ca in­de­pen­dien­te se­ría un ba­luar­te pa­ra im­pe­dir el sa­queo del pe­tró­leo y el gas del Cáu­ca­so, y pa­ra que esas enor­mes ri­que­zas vuel­van a ma­nos de sus úni­cos y ver­da­de­ros due­ños, el pro­le­ta­ria­do y los ex­plo­ta­dos de Azer­bai­ján, de Geor­gia, de Ar­me­nia, etc.! Da­ría un enor­me im­pul­so a la lu­cha de la cla­se obre­ra y los ex­plo­ta­dos de Tur­quía pa­ra le­van­tar­se con­tra su pro­pia bur­gue­sía, su ré­gi­men y go­bier­no ma­sa­cra­dor del pue­blo kur­do, ocu­pan­te hoy con sus tro­pas el nor­te de Irak, y ex­plo­ta­dor y re­pre­sor del pro­le­ta­ria­do tur­co.


El derecho a la autodeterminación de Osetia del Sur, inclusive a separarse de Georgia, a unirse a Osetia del Norte Rusia, sólo puede ser garantizado por nuevas revoluciones de Octubre que impongan la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, en el camino a una Federación libre y voluntaria de Repúblicas soviéticas del Cáucaso


Las tro­pas del ejér­ci­to ru­so si­guen ocu­pan­do te­rri­to­rio de Geor­gia, Ose­tia del Sur y Ab­ja­sia. La ta­rea ur­gen­te y in­me­dia­ta es la lu­cha por la in­me­dia­ta ex­pul­sión del ejér­ci­to blan­co con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio de Med­ve­dev-Pu­tin de Geor­gia, de Ose­tia del Sur y del Nor­te, de la Che­che­nia mar­ti­ri­za­da y aplas­ta­da ba­jo su bo­ta cruel, de Da­gues­tán y de­más na­cio­nes opri­mi­das del Cáu­ca­so. ¡Fue­ra de Geor­gia, de Ose­tia del Sur y del Nor­te, de Che­che­nia y de to­do el Cáu­ca­so las tro­pas ge­no­ci­das del car­ni­ce­ro Pu­tin, car­ce­le­ro de las na­cio­na­li­da­des opri­mi­das por cuen­ta del im­pe­ria­lis­mo fran­co-ale­mán!
Los trots­kis­tas prin­ci­pis­tas de­fen­de­mos in­con­di­cio­nal­men­te el de­re­cho a la au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal, in­clui­do el de­re­cho a la se­ce­sión, de Ose­tia de Sur y de to­das las na­cio­na­li­da­des opri­mi­das ya sea por el ci­pa­yo Saa­kash­vi­li por cuen­ta del im­pe­ria­lis­mo an­glo­yan­qui, o ya sea por la bur­gue­sía Gran Ru­sa, so­cia de los im­pe­ria­lis­tas fran­co-ale­ma­nes. De­fen­de­mos el de­re­cho a la au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal de Ose­tia del Sur, in­clu­yen­do su de­re­cho a se­pa­rar­se de Geor­gia, a unir­se con Ose­tia del Nor­te y a con­fi­gu­rar una na­ción uni­fi­ca­da in­de­pen­dien­te tam­bién de Ru­sia, si así lo de­sean.
Pe­ro afir­ma­mos que su de­re­cho a la au­to­de­ter­mi­na­ción ja­más ven­drá ni de la ma­no de la bur­gue­sía geor­gia­na sir­vien­te de los yan­quis, ni me­nos que me­nos de la bur­gue­sía Gran Ru­sa. ¿Có­mo po­drían per­mi­tir la li­bre de­ci­sión del pue­blo ose­tio so­bre su des­ti­no, los mis­mos que pri­me­ro con Yelt­sin, lue­go con Pu­tin y hoy con su “pro­te­gi­do” Med­ve­dev, re­du­je­ron a es­com­bros a la na­ción Che­che­na y a Groz­ni, su ca­pi­tal, con dos bru­ta­les gue­rras y con la ocu­pa­ción de esa na­ción por el ejér­ci­to blan­co con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio? ¿Có­mo van a ser “li­be­ra­do­ras” de la na­ción ose­tia esas tro­pas ase­si­nas que pro­vo­ca­ron uno de los peo­res ge­no­ci­dios de la his­to­ria en Che­che­nia, na­ción en la que ya ca­si no que­dan hom­bres de en­tre 15 y 65 años pues­to que fue­ron to­dos ma­sa­cra­dos, mien­tras la ofi­cia­li­dad del ejér­ci­to ru­so se de­di­có a tra­fi­car los ór­ga­nos de los tra­ba­ja­do­res y cam­pe­si­nos che­che­nios ase­si­na­dos?
La as­pi­ra­ción de la na­ción ose­tia a li­be­rar­se del yu­go geor­gia­no y a su au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal es to­tal­men­te le­gí­ti­ma. Pe­ro una Ose­tia del Sur in­te­gra­da a la Ru­sia ca­pi­ta­lis­ta de Pu­tin-Med­ve­dev, so­cia de los im­pe­ria­lis­tas fran­co-ale­ma­nes, no se­rá li­bre ni au­to­de­ter­mi­na­da, si­no una más de las pe­que­ñas na­cio­nes fe­roz­men­te opri­mi­das por la bur­gue­sía gran ru­sa, co­mo lo es ac­tual­men­te Ose­tia del Nor­te. “Ele­gir” en­tre la sar­tén de la opre­sión de la bur­gue­sía geor­gia­na –por cuen­ta del im­pe­ria­lis­mo an­glo­yan­qui- o el fue­go de la opre­sión de la bur­gue­sía Gran Ru­sa, so­cia de los car­ni­ce­ros im­pe­ria­lis­tas fran­ce­ses y ale­ma­nes, ¡esa es la úni­ca “au­to­de­ter­mi­na­ción” que les es­pe­ra a las ma­sas ose­tias ba­jo el do­mi­nio de la bur­gue­sía y del im­pe­ria­lis­mo!
 En es­ta épo­ca im­pe­ria­lis­ta de reac­ción en to­da la lí­nea, la bur­gue­sía na­ti­va de los paí­ses opri­mi­dos, ata­da por mi­les de la­zos y ne­go­cios a las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas de las que son so­cias me­no­res, es in­ca­paz de ga­ran­ti­zar la au­to­de­ter­mi­na­ción y la li­be­ra­ción na­cio­nal. Só­lo el pro­le­ta­ria­do, que no tie­ne nin­gún in­te­rés que lo ate a al im­pe­ria­lis­mo, pue­de im­po­ner y ga­ran­ti­zar el de­re­cho de au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal de las na­cio­nes opri­mi­das, a con­di­ción de le­van­tar­lo au­daz­men­te co­mo un es­la­bón en el com­ba­te por lo­grar la uni­dad en­tre la cla­se obre­ra de la na­ción opri­mi­da y el de la na­ción opre­so­ra, y avan­zar en el ca­mi­no la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria.
Es­to sig­ni­fi­ca hoy en Geor­gia, Ose­tia, Che­che­nia y de­más na­cio­nes del Cáu­ca­so, lu­char por la res­tau­ra­ción de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias, im­pues­tas con in­su­rrec­cio­nes obre­ras y cam­pe­si­nas vic­to­rio­sas que de­rro­quen a los re­gí­me­nes y go­bier­nos des­pó­ti­cos de las nue­vas bur­gue­sías aso­cia­das a las dis­tin­tas po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, des­tru­yan el apa­ra­to es­ta­tal, ex­pro­pien a la bur­gue­sía y a las trans­na­cio­na­les im­pe­ria­lis­tas, úni­ca po­si­bi­li­dad de re­sol­ver ín­te­gra y efec­ti­va­men­te las le­gí­ti­mas as­pi­ra­cio­nes na­cio­na­les de los pue­blos opri­mi­dos de la re­gión y con­quis­tar una Fe­de­ra­ción li­bre y vo­lun­ta­ria de Re­pú­bli­cas So­vié­ti­cas del Cáu­ca­so.
Los trots­kis­tas in­ter­na­cio­na­lis­tas de­fen­de­mos el de­re­cho del pue­blo de Ose­tia del Sur a su au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal, a unir­se con Ose­tia del Nor­te y a se­pa­rar­se de Geor­gia y de Ru­sia si así lo de­sea, cues­tión que no po­drá lo­grar ba­jo el yu­go de la bur­gue­sía gran ru­sa. Por ello, lu­cha­mos por la uni­dad de los tra­ba­do­res de Ose­tia del Sur con sus her­ma­nos de cla­se de la Che­che­nia mar­ti­ri­za­da, y con los obre­ros de Geor­gia que se le­van­ten con­tra el ase­si­no Saa­kash­vi­li, el úni­co ca­mi­no pa­ra que pue­dan con­quis­tar su de­re­cho a la au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal.
¡Fue­ra el opre­sor Gran Ru­so de Ose­tias del Sur y del Nor­te! ¡De­fen­sa in­con­di­cio­nal del de­re­cho de au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal de Ose­tia del Sur, in­clui­do el de­re­cho de uni­fi­ca­ción con Ose­tia del Nor­te y de se­pa­rar­se tan­to de Geor­gia co­mo de Ru­sia! ¡Por una Ose­tia uni­fi­ca­da, in­de­pen­dien­te y so­vié­ti­ca!
 El mar­ti­ri­za­do pue­blo che­che­no, con más de 150.000 obre­ros y cam­pe­si­nos ma­sa­cra­dos por el ejér­ci­to blan­co de la bur­gue­sía Gran Ru­sa en las dos gue­rras de 1994 y de 1999, ha de­ja­do y si­gue de­jan­do aún, ba­jo la bo­ta san­gui­na­ria del do­mi­nio Gran Ru­so, más que cla­ra su vo­lun­tad y de­ci­sión in­que­bran­ta­ble de con­quis­tar su in­de­pen­den­cia. ¡Por la de­rro­ta del ejér­ci­to blan­co ge­no­ci­da de Pu­tin en Che­che­nia! ¡Por una Che­che­nia so­vié­ti­ca in­de­pen­dien­te!
Só­lo con es­te pro­gra­ma y con es­ta lu­cha pue­de con­quis­tar­se la uni­dad en­tre el pro­le­ta­ria­do de Geor­gia y el de Ose­tia del Sur y Ab­ja­sia, y pue­de avan­zar­se ha­cia nue­vas “Re­vo­lu­cio­nes de Oc­tu­bre” que im­pon­gan la res­tau­ra­ción de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias y con ella, la re­so­lu­ción ín­te­gra y efec­ti­va de las le­gí­ti­mas as­pi­ra­cio­nes na­cio­na­les de los pue­blos opri­mi­dos de la re­gión, con una Fe­de­ra­ción li­bre y vo­lun­ta­ria de Re­pú­bli­cas so­vié­ti­cas del Cáu­ca­so.
Los trots­kis­tas in­ter­na­cio­na­lis­tas de la FLT lu­cha­mos tam­bién pa­ra que sea és­te el ca­mi­no que abra­ce el pro­le­ta­ria­do de Ka­zakjs­tán, Uz­be­kis­tán, Turk­me­nis­tán, Kir­guiz­tán y Tad­ji­kis­tán, pa­ra ti­rar aba­jo a las dic­ta­du­ras y re­gí­me­nes bur­gue­ses des­pó­ti­cos y san­gui­na­rios ayer so­cios de los im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis –a los que les per­mi­tie­ron ins­ta­lar las ba­ses mi­li­ta­res des­de las cua­les abas­te­cie­ron a sus tro­pas en la gue­rra y la ocu­pa­ción de Af­ga­nis­tán- y hoy so­cios de Pu­tin y los im­pe­ria­lis­tas fran­ce­ses, ale­ma­nes y ja­po­ne­ses, ex­pro­piar to­das las pro­pie­da­des de las trans­na­cio­na­les y sus so­cios me­no­res de las bur­gue­sías na­ti­vas –ver­da­de­ros “se­ño­res de la gue­rra”- de esas na­cio­nes, y avan­zar en po­ner en pie una Fe­de­ra­ción vo­lun­ta­ria de Re­pú­bli­cas So­vié­ti­cas de Asia Cen­tral, que sin du­da al­gu­na, se­ría un ba­luar­te de­ci­si­vo de la he­roi­ca re­sis­ten­cia del pue­blo af­ga­no con­tra la ocu­pa­ción im­pe­ria­lis­ta.


¡Aba­jo el ré­gi­men y el go­bier­no des­pó­ti­co y san­gui­na­rio de Med­ve­dev-Pu­tin y la bur­gue­sía Gran Ru­sa!
 Es ne­ce­sa­rio po­ner de pie al pro­le­ta­ria­do ru­so pa­ra que re­to­me el pa­pel re­vo­lu­cio­na­rio que ju­ga­ra en el si­glo XX
 ¡Por una nue­va “Re­vo­lu­ción de Oc­tu­bre” triun­fan­te que res­tau­re la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias!


La im­po­si­ción de la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta en los an­ti­guos es­ta­dos obre­ros por la trai­ción de la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta y an­te la au­sen­cia de una di­rec­ción au­tén­ti­ca­men­te re­vo­lu­cio­na­ria a cau­sa de la de­fec­ción de los opor­tu­nis­tas y cen­tris­tas que ha­bían usur­pa­do la IV In­ter­na­cio­nal, fue enor­me de­rro­ta pa­ra la cla­se obre­ra mun­dial, y en par­ti­cu­lar, pa­ra la cla­se obre­ra de la ex URSS, Chi­na y los ex es­ta­dos obre­ros del Es­te de Eu­ro­pa.
En 1989, la lu­cha na­cio­nal de los pue­blos opri­mi­dos por la bu­ro­cra­cia gran ru­sa o por la bu­ro­cra­cia gran ser­bia, fue uno de los mo­to­res que im­pul­só el ini­cio de la re­vo­lu­ción po­lí­ti­ca, ha­cien­do es­ta­llar esas cár­ce­les de na­cio­nes que eran la URSS y la en­ton­ces Yu­goes­la­via. El abor­to de la re­vo­lu­ción po­lí­ti­ca –úni­co ca­mi­no pa­ra re­sol­ver en­ton­ces las as­pi­ra­cio­nes na­cio­na­les de los pue­blos opri­mi­dos- y la im­po­si­ción de la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta, no hi­zo más que pro­fun­di­zar la opre­sión de las pe­que­ñas na­cio­nes re­sul­tan­tes del es­ta­lli­do de la ex URSS y la ex Yu­goes­la­via, y agu­di­zar a un gra­do ex­tre­mo la cues­tión na­cio­nal. La in­fi­ni­dad de gue­rras na­cio­na­les, ma­sa­cres y ge­no­ci­dios que se su­ce­die­ron en esas re­gio­nes en los úl­ti­mos 19 años son una cla­ra prue­ba de ello, que la nue­va gue­rra del Cáu­ca­so no ha­ce más que con­fir­mar.
Es­ta de­rro­ta mol­deó pro­fun­da­men­te a la cla­se obre­ra de las na­cio­nes que ba­jo el ré­gi­men de la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta, ha­bían si­do opre­so­ras de otros pue­blos, y que con­ti­nua­ron sién­do­lo una vez el ca­pi­ta­lis­mo res­tau­ra­do, co­mo el ca­so de Ser­bia o de Ru­sia.
Ba­jo es­tas con­di­cio­nes, la cla­se obre­ra ru­sa, hu­mi­lla­da, lle­va­da a una si­tua­ción de ca­tás­tro­fe ba­jo la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta, con una ex­pec­ta­ti­va de vi­da pro­me­dio de me­nos de 68 años, con una al­tí­si­ma ta­sa de mor­ta­li­dad (so­bre to­do, en los hom­bres en edad de tra­ba­jar), sin de­re­chos, ba­jo un ré­gi­men po­li­cía­co-bo­na­par­tis­ta en­ca­be­za­do por la ex bu­ro­cra­cia de la KGB de­ve­ni­da en bur­gue­sía, sú­pe­rex­plo­ta­da y es­cla­vi­za­da, vie­ne sien­do mol­dea­da por la pre­sión cho­vi­nis­ta gran ru­sa. Más y más ma­sa­cra la bur­gue­sía Gran Ru­sa co­mo en Che­che­nia; más y más re­cru­de­ce su opre­sión so­bre las pe­que­ñas na­cio­nes; más y más se for­ta­le­ce la nue­va bur­gue­sía y el lá­ti­go con el que cas­ti­ga a la cla­se obre­ra por ha­ber­se atre­vi­do a im­po­ner du­ran­te 70 años la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, más y más se hun­de el pro­le­ta­ria­do ru­so – que tu­vie­ra el ho­nor de ser el pri­me­ro en lle­gar al po­der en la his­to­ria- en la es­cla­vi­tud, la mi­se­ria, el ham­bre y la de­gra­da­ción.
Por ello, los trots­kis­tas prin­ci­pis­tas lu­cha­mos por­que el mar­ti­ri­za­do pro­le­ta­ria­do de Ru­sia rom­pa con el cho­vi­nis­mo gran ru­so y to­me en sus ma­nos la pe­lea por ex­pul­sar a las tro­pas ru­sas de Geor­gia, Ose­tia y to­do el Cáu­ca­so, la de­fen­sa del de­re­cho a la au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal de Ose­tia del Sur y del Nor­te, su de­re­cho a uni­fi­car­se y a se­pa­rar­se de Geor­gia y de Ru­sia si así lo de­sean, y el mis­mo de­re­cho pa­ra to­das las na­cio­na­li­da­des opri­mi­das por la bur­gue­sía gran ru­sa. Pe­lea­mos por que la cla­se obre­ra ru­sa se le­van­te en lu­cha por la de­rro­ta mi­li­tar del ejér­ci­to blan­co de Med­ve­dev- Pu­tin en Che­che­nia, lla­man­do a los sol­da­dos ra­sos a dar vuel­ta el fu­sil con­tra la ofi­cia­li­dad ge­no­ci­da y co­rrup­ta de ese ejér­ci­to ase­si­no. Lu­cha­mos por la re­na­cio­na­li­za­ción com­ple­ta, sin pa­go y ba­jo con­trol obre­ro de Gaz­prom, ex­pro­pian­do sin com­pen­sa­ción ni pa­go al­gu­no a la BASF, To­tal­fi­na y de­más pe­tro­le­ras im­pe­ria­lis­tas aso­cia­das con la ca­ma­ri­lla bur­gue­sa de Pu­tin-Med­ve­dev.
 Com­ba­ti­mos por es­te pro­gra­ma, por­que sa­be­mos que es el úni­co ca­mi­no pa­ra que el pro­le­ta­ria­do ru­so pue­da sa­lir de la pos­tra­ción al que lo han con­de­na­do, y le­van­tar­se en lu­cha por el pan, el tra­ba­jo y la de­fen­sa de las ri­que­zas na­tu­ra­les de Ru­sia, con­tra el ré­gi­men po­li­cía­co y el go­bier­no bur­gués san­gui­na­rio de Pu­tin y Med­ve­dev, vol­vien­do a po­ner en pie los so­viets de obre­ros y cam­pe­si­nos ro­jos, en­tran­do así por el ca­mi­no de la lu­cha por una nue­va re­vo­lu­ción de oc­tu­bre y de la res­tau­ra­ción de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias que ex­pro­pie a la nue­va bur­gue­sía y a los pi­ra­tas im­pe­ria­lis­tas ale­ma­nes, fran­ce­ses, an­glo­yan­quis, etc., que jun­tos es­tán ro­ban­do y sa­quean­do la ri­que­za de Ru­sia y es­cla­vi­zan­do a la cla­se obre­ra que pro­ta­go­ni­za­ra la pri­me­ra re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria triun­fan­te de la his­to­ria.
Só­lo una nue­va Re­vo­lu­ción de Oc­tu­bre vic­to­rio­sa que res­tau­re la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias, po­drá vol­ver a unir al pro­le­ta­ria­do ru­so con sus her­ma­nos de cla­se de las na­cio­nes del Cáu­ca­so y de Asia Cen­tral, etc., en una po­de­ro­sa Unión li­bre y vo­lun­ta­ria de re­pú­bli­cas so­cia­lis­tas so­vié­ti­cas, co­mo lo hi­cie­ra en los pri­me­ros años del Po­der de los So­viets, de la III In­ter­na­cio­nal re­vo­lu­cio­na­ria de Le­nin y Trotsky: “So­la­men­te el po­der so­vié­ti­co pu­do es­ta­ble­cer la con­cor­dia en­tre las na­cio­nes cau­cá­si­cas. En las elec­cio­nes a los so­viets, los obre­ros de Ba­kú y de Ti­flis eli­gen a un tár­ta­ro, un ar­me­nio o un geor­gia­no sin im­por­tar­les su na­cio­na­li­dad. En la Trans­cau­ca­sia, los re­gi­mien­tos ro­jos mu­sul­ma­nes, ar­me­nios, geor­gia­nos y ru­sos con­vi­ven sin pro­ble­mas. Ca­da uno por su par­te sien­te y com­pren­de que for­ma par­te de una uni­dad. Nin­gu­na fuer­za con­se­gui­rá pro­vo­car­los con­tra los de­más; por el con­tra­rio, to­dos jun­tos de­fen­de­rán la Trans­cau­ca­sia so­vié­ti­ca de cual­quier agre­sión ex­te­rior o in­te­rior” ("En­tre el im­pe­ria­lis­mo y la re­vo­lu­ción", 20 de fe­bre­ro de 1922).


¡Por los Es­ta­dos Uni­dos So­cia­lis­tas de Eu­ro­pa!


En 1989, el pro­le­ta­ria­do de las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas eu­ro­peas y de los Es­ta­dos Uni­dos, fue lle­va­do por la trai­ción de la so­cial­de­mo­cra­cia, el sta­li­nis­mo y las bu­ro­cra­cias sin­di­ca­les –to­das sos­te­ni­das en la aris­to­cra­cia obre­ra- a su­bor­di­nar­se a sus pro­pias bur­gue­sías im­pe­ria­lis­tas y a apo­yar la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta y la des­truc­ción de los es­ta­dos obre­ros de­ge­ne­ra­dos y de­for­ma­dos en des­com­po­si­ción.
Muy ca­ro pa­gó la cla­se obre­ra de los paí­ses im­pe­ria­lis­tas es­ta trai­ción de sus di­rec­cio­nes y la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta en los ex es­ta­dos obre­ros. El im­pe­ria­lis­mo ale­mán, for­ta­le­ci­do lue­go de la uni­fi­ca­ción im­pe­ria­lis­ta de Ale­ma­nia, lle­nó Ru­ma­nia, Hun­gría y de­más ex es­ta­dos obre­ros del Es­te, de ma­qui­la­do­ras de sus tras­na­cio­na­les que se de­di­ca­ron allí a su­pe­rex­plo­tar y es­cla­vi­zar la ma­no de obra al­ta­men­te ca­li­fi­ca­da de esos paí­ses. Así que le que­bró el es­pi­na­zo al pro­le­ta­ria­do ale­mán: apo­yán­do­se en la bu­ro­cra­cia sin­di­cal so­cial­de­mó­cra­ta, chan­ta­jeán­do­lo con lle­var­se las plan­tas al Es­te y con el fan­tas­ma de la de­so­cu­pa­ción que gol­pea­ba a más de 4 mi­llo­nes de obre­ros ale­ma­nes, la bur­gue­sía im­pe­ria­lis­ta ale­ma­na li­qui­dó una a una gran par­te de las con­quis­tas de la cla­se obre­ra ale­ma­na, que hoy ha vuel­to a tra­ba­jar 40 ho­ras por se­ma­na, so­me­ti­da a una bru­tal fle­xi­bi­li­za­ción la­bo­ral.
Lo pro­pio ha he­cho el im­pe­ria­lis­mo fran­cés, tras­la­dan­do plan­tas de la Re­nault y de otras em­pre­sas fran­ce­sas a los ex es­ta­dos obre­ros del Es­te de Eu­ro­pa y, jun­to con Ale­ma­nia, y tam­bién con Ja­pón, aso­cián­do­se con la nue­va bur­gue­sía ru­sa pa­ra sa­quear el gas y el pe­tró­leo de Ru­sia, que de­ja ju­go­sas ga­nan­cias pa­ra la BASF, la To­tal­fi­na y tam­bién pa­ra la Gaz­prom de Pu­tin-Med­ve­dev, mien­tras la cla­se obre­ra ru­sa pa­de­ce ham­bre, mi­se­ria y ha si­do lle­va­da a la peor de­gra­da­ción de to­da su his­to­ria. El pre­cio que ha pa­ga­do por ello el pro­le­ta­ria­do fran­cés no es me­nor que el que de­bie­ron pa­gar sus her­ma­nos de cla­se de Ale­ma­nia: des­de prin­ci­pios de los ’90, tan­to los go­bier­nos del Par­ti­do So­cia­lis­ta –con Mit­te­rrand o Jos­pin- o “de de­re­cha” –co­mo Chi­rac y Sar­kozy, no de­ja­ron de ata­car sus con­quis­tas, reim­po­nien­do la se­ma­na de 48 ho­ras, li­qui­dan­do los re­gí­me­nes de ju­bi­la­ción tem­pra­na de los tra­ba­ja­do­res pú­bli­cos y de ta­reas ries­go­sas, ata­can­do la edu­ca­ción y la sa­lud pú­bli­cas, etc.
Hoy, la gue­rra del Cáu­ca­so mar­ca que ha co­men­za­do la ca­rre­ra por re­sol­ver his­tó­ri­ca y de­fi­ni­ti­va­men­te cuál o cuá­les se­rán las po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas que se re­par­tan Ru­sia y Chi­na y las trans­for­men en sus pro­tec­to­ra­dos, co­lo­nias o se­mi­co­lo­nias di­rec­tas. Así, la cru­cial cues­tión na­cio­nal vuel­ve a po­ner­se al ro­jo vi­vo en el co­ra­zón del vie­jo con­ti­nen­te, no só­lo en los ex es­ta­dos obre­ros, si­no tam­bién al in­te­rior de las pro­pias po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas don­de se opri­me a otros pue­blos, co­mo es el ca­so de los pue­blos vas­co y ca­ta­lán en el Es­ta­do Es­pa­ñol; del pue­blo cor­so opri­mi­do por Fran­cia; de la Ir­lan­da di­vi­di­da y so­me­ti­da por el im­pe­rio bri­tá­ni­co.
Fren­te a ello, los trots­kis­tas in­ter­na­cio­na­lis­tas de la FLT lu­cha­mos por im­pe­dir que el pro­le­ta­ria­do de las po­ten­cias eu­ro­peas sea lle­va­do nue­va­men­te a los pies de sus pro­pias bur­gue­sías im­pe­ria­lis­tas. Lu­cha­mos por­que se le­van­te en­fren­tan­do a sus pro­pias bur­gue­sías im­pe­ria­lis­tas, pa­ra fre­nar su ofen­si­va de re­co­lo­ni­za­ción y re­par­ti­ja de Ru­sia y Chi­na, ins­cri­bien­do en sus ban­de­ras de com­ba­te la lu­cha por la res­tau­ra­ción de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rias en las na­cio­nes del Es­te de Eu­ro­pa, en los Bal­ca­nes, en las ex re­pú­bli­cas so­vié­ti­cas, en Ru­sia y en Chi­na.
De lo con­tra­rio, co­mo ya su­ce­die­ra en 1989, la cla­se obre­ra de los paí­ses im­pe­ria­lis­tas es­ta­rá ca­da vez en peo­res con­di­cio­nes pa­ra en­fren­tar el bru­tal ata­que que han lan­za­do las dis­tin­tas bur­gue­sías con­tra sus con­quis­tas, bus­can­do ha­cer­les pa­gar los cien­tos de mi­les de mi­llo­nes de dó­la­res que ca­da es­ta­do im­pe­ria­lis­ta tu­vo que po­ner pa­ra sal­var a sus res­pec­ti­vos ban­cos y em­pre­sas en ban­ca­rro­ta. Y a no du­dar­lo: las gue­rras, los gol­pes mi­li­ta­res y las ma­sa­cres que ne­ce­si­tan im­po­ner las dis­tin­tas po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas en su dis­pu­ta por la re­par­ti­ja de Ru­sia y Chi­na, pa­ra na­da trae­rán a Es­ta­dos Uni­dos, a Fran­cia, Ale­ma­nia, In­gla­te­rra, Ita­lia, etc., “más de­mo­cra­cia”, si­no más bo­na­par­tis­mo y por qué no, fas­cis­mo. Por­que si las di­rec­cio­nes trai­do­ras y las bu­ro­cra­cias sin­di­ca­les sos­te­ni­das en la aris­to­cra­cia obre­ra no lo­gran ma­nia­tar y con­ven­cer a los obre­ros de apo­yar a sus pro­pias bur­gue­sías en es­tas aven­tu­ras y gue­rras por el re­par­to, lo que ven­drán se­rán nue­vos Mus­so­li­ni, nue­vos Pé­tain, nue­vos Hi­tler y Fran­co pa­ra aplas­tar al pro­le­ta­ria­do a san­gre y fue­go.
Por ello, lu­cha­mos por­que la cla­se obre­ra de Gran Bre­ta­ña –cu­ya bur­gue­sía im­pe­ria­lis­ta, so­cia de los yan­quis, sos­tie­ne y ar­ma al car­ni­ce­ro Saa­kash­vi­li en Geor­gia-, y de Fran­cia y Ale­ma­nia –cu­yas bur­gue­sías pac­tan, ne­go­cian y sos­tie­nen a los no me­nos car­ni­ce­ros Gran Ru­sos Med­ve­dev-Pu­tin-, to­men en sus ma­nos el com­ba­te por ¡Fue­ra las ma­nos de los im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis y fran­co-ale­ma­nes de Geor­gia, del Cáu­ca­so, de Ru­sia, de Ucra­nia y de to­da Eu­ro­pa orien­tal! ¡Aba­jo la OTAN, des­man­te­la­mien­to de to­das sus ba­ses mi­li­ta­res y es­cu­dos mi­si­lís­ti­cos! ¡Aba­jo el lla­ma­do “pac­to del Me­di­te­rrá­neo” en­ca­be­za­do por el san­gui­na­rio im­pe­ria­lis­mo fran­cés, ar­ma­do has­ta los dien­tes y po­see­dor de un ar­se­nal nu­clear ca­paz de re­du­cir a ce­ni­zas na­cio­nes en­te­ras!
¡Ex­pro­pia­ción y na­cio­na­li­za­ción sin pa­go y ba­jo con­trol obre­ro de to­dos los po­zos, cam­pos ga­sí­fe­ros, oleo­duc­tos y ga­so­duc­tos de la Bri­tish, la BASF, la To­tal­fi­na en el Cáu­ca­so, en las ex re­pú­bli­cas so­vié­ti­cas de Asia Cen­tral y en la pro­pia Ru­sia!
¡Bas­ta de es­cla­vi­zar a los obre­ros po­la­cos, che­cos, ru­ma­nos, es­lo­va­cos, hún­ga­ros en las ma­qui­la­do­ras de la Mer­ce­des Benz, de la Ba­yer, la Re­nault y de­más tras­na­cio­na­les de las po­ten­cias eu­ro­peas! Los trots­kis­tas in­ter­na­cio­na­lis­tas de la FLT lu­cha­mos por que la cla­se obre­ra de la Eu­ro­pa im­pe­ria­lis­ta re­to­me y ha­ga su­ya la de­man­da de los obre­ros de Da­cia-Re­nault en Ru­ma­nia que sa­lie­ron a la huel­ga al gri­to de “So­mos obre­ros de Re­nault, que­re­mos ga­nar igual y tra­ba­jar en las mis­mas con­di­cio­nes que nues­tros her­ma­nos de cla­se de Fran­cia”.
La lu­cha de la cla­se obre­ra de las po­ten­cias eu­ro­peas por ex­pul­sar y ex­pro­piar al im­pe­ria­lis­mo de las nue­vas re­pu­bli­que­tas y co­lo­nias del Es­te de Eu­ro­pa, los Bal­ca­nes, el Cáu­ca­so, y de Chi­na y Ru­sia, es par­te del com­ba­te por ¡Fue­ra los im­pe­ria­lis­tas fran­ce­ses, ale­ma­nes, bri­tá­ni­cos, ita­lia­nos, es­pa­ño­les; fue­ra sus trans­na­cio­na­les ra­pa­ces, fue­ra sus tro­pas del Áfri­ca de­san­gra­da, de Amé­ri­ca La­ti­na y de Asia! El pro­le­ta­ria­do de las po­ten­cias eu­ro­peas, jun­to con el nor­tea­me­ri­ca­no, tie­nen en sus ma­nos la lla­ve de la li­be­ra­ción de sus her­ma­nos de cla­se del mun­do co­lo­nial y se­mi­co­lo­nial del yu­go im­pe­ria­lis­ta.
Las aris­to­cra­cias y bu­ro­cra­cias obre­ras atan las ma­nos del pro­le­ta­ria­do de las po­ten­cias eu­ro­peas, im­pi­dién­do­le in­ter­ve­nir cuan­do la ca­res­tía de la vi­da arra­sa el bol­si­llo obre­ro; cuan­do ha co­men­za­do una olea­da de des­pi­dos y un bru­tal ata­que con­tra to­das las con­quis­tas obre­ras. ¡Aba­jo los pac­tos so­cia­les re­gu­la­cio­nis­tas de las aris­to­cra­cias y bu­ro­cra­cias obre­ras, pa­ga­das con las mi­ga­jas que se caen de las su­per­ga­nan­cias ob­te­ni­das por los mo­no­po­lios im­pe­ria­lis­tas me­dian­te el sa­queo, la ex­plo­ta­ción y las ma­sa­cres en las co­lo­nias, se­mi­co­lo­nias y en los ex es­ta­dos obre­ros hoy en dis­pu­ta!
¡Por la uni­dad de la cla­se obre­ra de to­da Eu­ro­pa! Lu­cha­mos, en pri­mer lu­gar, por la uni­dad de la cla­se obre­ra na­ti­va con los tra­ba­ja­do­res in­mi­gran­tes, su­pe­rex­plo­ta­dos por las bur­gue­sías im­pe­ria­lis­tas co­mo ma­no de obra es­cla­va du­ran­te el “jol­go­rio” de ne­go­cios de los úl­ti­mos años, y hoy, an­te la cri­sis, des­car­ta­dos, per­se­gui­dos, ex­pul­sa­dos y ase­si­na­dos. Las ci­fras ofi­cia­les –que es­tán muy por de­ba­jo de lo real- ha­blan de que ha­bría, en el fon­do del Me­di­te­rrá­neo, al me­nos 20.000 ca­dá­ve­res de hom­bres, mu­je­res y ni­ños afri­ca­nos, muer­tos en el in­ten­to de­ses­pe­ra­do de lle­gar a Eu­ro­pa pa­ra po­der co­mer, her­ma­nos de cla­se de los tra­ba­ja­do­res de Po­lo­nia, Ru­ma­nia, las na­cio­nes de la ex Yu­goes­la­via y de­más ex es­ta­dos obre­ros en los que el ca­pi­ta­lis­mo fue res­tau­ra­do, que por cien­tos de mi­les han mi­gra­do a las po­ten­cias eu­ro­peas, don­de son sú­pe­rex­plo­ta­dos y es­cla­vi­za­dos por las ra­pa­ces bur­gue­sías im­pe­ria­lis­tas. ¡Aba­jo la si­nies­tra “Di­rec­ti­va re­tor­no” de la Unión Eu­ro­pa, una ver­da­de­ra gue­rra de “lim­pie­za ét­ni­ca” y ge­no­ci­dio con­tra los tra­ba­ja­do­res in­mi­gran­tes!
La lu­cha con­tra la ca­res­tía de la vi­da im­pul­só a las ma­sas de Geor­gia, a fi­nes de 2007, a pro­ta­go­ni­zar la pri­me­ra re­vuel­ta por el pan en te­rri­to­rio eu­ro­peo. ¡Aba­jo la ca­res­tía de la vi­da! ¡Por la es­ca­la mó­vil de sa­la­rios y de ho­ras de tra­ba­jo!, es la de­man­da que pue­de unir hoy las fi­las de la cla­se obre­ra de Eu­ro­pa, des­de las Is­las Bri­tá­ni­cas has­ta el Cáu­ca­so y la pro­pia Ru­sia.
La de­fen­sa del de­re­cho de au­to­de­ter­mi­na­ción na­cio­nal de Ose­tia, Ab­ja­sia y de­más na­cio­na­li­da­des opri­mi­das en los ex es­ta­dos obre­ros, es in­se­pa­ra­ble de la de­fen­sa del de­re­cho de los pue­blos vas­co y ca­ta­lán a su pro­pia au­to­de­ter­mi­na­ción, in­clu­si­ve a se­pa­rar­se el Es­ta­do Es­pa­ñol; del pue­blo cor­so opri­mi­do por Fran­cia, y de la lu­cha por la in­de­pen­den­cia de Ir­lan­da. ¡Aba­jo el ré­gi­men de la mo­nar­quía es­pa­ño­lis­ta, sos­te­ni­do en el pac­to de la Mon­cloa, opre­sor de los pue­blos vas­co y ca­ta­lán! ¡Li­ber­tad in­me­dia­ta e in­con­di­cio­nal a to­dos los lu­cha­do­res in­de­pen­den­tis­tas vas­cos, pre­sos en las cár­ce­les de la in­fa­me mo­nar­quía es­pa­ño­lis­ta! ¡Por el triun­fo de la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria! ¡Por la Fe­de­ra­ción li­bre y vo­lun­ta­ria de Re­pú­bli­cas So­cia­lis­tas de la Pe­nín­su­la Ibé­ri­ca!
¡Aba­jo la pu­tre­fac­ta mo­nar­quía bri­tá­ni­ca! ¡Por una Ir­lan­da uni­da, in­de­pen­dien­te, obre­ra y so­cia­lis­ta!
 ¡Aba­jo el ré­gi­men im­pe­ria­lis­ta de la V Re­pú­bli­ca fran­ce­sa! Só­lo el triun­fo de la re­vo­lu­ción so­cia­lis­ta po­drá li­be­rar al pue­blo cor­so del yu­go de los car­ni­ce­ros fran­ce­ses.
¡Aba­jo el ré­gi­men im­pe­ria­lis­ta ita­lia­no y el go­bier­no de Ber­lus­co­ni, que tras los pa­sos de Mus­so­li­ni, ya sa­có al ejér­ci­to a ca­zar tra­ba­ja­do­res in­mi­gran­tes en la pe­nín­su­la! ¡Aba­jo el ré­gi­men im­pe­ria­lis­ta ale­mán!
 ¡Aba­jo la utó­pi­ca y reac­cio­na­ria “uni­dad eu­ro­pea” de Maas­tricht! ¡Por el triun­fo de la re­vo­lu­ción so­cia­lis­ta que ins­tau­re la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do en Fran­cia, Ale­ma­nia, In­gla­te­rra, Ita­lia y de­más po­ten­cias im­pe­ria­lis­tas, y que la res­tau­re ba­jo for­mas re­vo­lu­cio­na­rios en los ex es­ta­dos obre­ros del Es­te, de la ex URSS y en Ru­sia, pa­ra con­quis­tar los Es­ta­dos Uni­dos So­cia­lis­tas de Eu­ro­pa des­de las Is­las Bri­tá­ni­cas has­ta la Si­be­ria Orien­tal, úni­co ca­mi­no pa­ra ter­mi­nar con la ex­plo­ta­ción, las gue­rras, las ma­sa­cres, los ge­no­ci­dios y la opre­sión na­cio­nal en el vie­jo con­ti­nen­te!


Para refundar el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky en Rusia y en todo el territorio de la Revolución de Octubre:
 ¡Por un nuevo Zimmerwald y Kienthal del siglo XXI, en el camino de volver a poner en pie el partido mundial de la revolución socialista bajo el programa y el legado de la IV Internacional de 1938!


La gue­rra en el Cáu­ca­so no ha he­cho más que ace­le­rar los tiem­pos de la do­ble ca­rre­ra de ve­lo­ci­dad es­ta­ble­ci­da en la are­na de la lu­cha de cla­ses mun­dial: la pri­me­ra, en­tre el de­sa­rro­llo de la cri­sis de la eco­no­mía mun­dial ca­pi­ta­lis­ta im­pe­ria­lis­ta, la fe­roz ofen­si­va del ca­pi­tal con­tra los ex­plo­ta­dos, y po­si­bi­li­dad de que las ma­sas irrum­pan res­pon­dien­do a la cri­sis y al ata­que con la re­vo­lu­ción pro­le­ta­ria; la se­gun­da ca­rre­ra de ve­lo­ci­dad, en­tre la ofen­si­va del ca­pi­tal, las gue­rras, la re­vo­lu­ción y la con­tra­rre­vo­lu­ción, y la re­so­lu­ción de la cri­sis de di­rec­ción re­vo­lu­cio­na­ria del pro­le­ta­ria­do que, ba­jo las ac­tua­les con­di­cio­nes, se po­ne al ro­jo vi­vo.
Es­ta úl­ti­ma es una ca­rre­ra con­tra el re­loj, pa­ra im­pe­dir que vuel­va a re­pe­tir­se la tra­ge­dia de 1989, cuan­do el ini­cio de la re­vo­lu­ción po­lí­ti­ca en el Es­te de Eu­ro­pa, la URSS y Chi­na, en­con­tró a los cen­tris­tas y opor­tu­nis­tas que se ha­bían adue­ña­do de la IV In­ter­na­cio­nal –la co­rrien­te del pro­le­ta­ria­do mun­dial que des­de me­dia­dos de los ’30 ha­bía de­fi­ni­do la lu­cha por la re­vo­lu­ción po­lí­ti­ca en la URSS, úni­co pro­gra­ma ca­paz de im­pe­dir la res­tau­ra­ción ca­pi­ta­lis­ta-, adap­ta­dos du­ran­te años en Oc­ci­den­te al sta­li­nis­mo, a la so­cial­de­mo­cra­cia, y ca­da uno a sus pro­pios re­gí­me­nes bur­gue­ses. In­ca­pa­ces en­ton­ces de ser una al­ter­na­ti­va re­vo­lu­cio­na­ria fren­te a los acon­te­ci­mien­tos de 1989, el cen­tris­mo opor­tu­nis­ta y re­vi­sio­nis­ta usur­pa­dor de la IV In­ter­na­cio­nal ter­mi­nó es­ta­llan­do en mil pe­da­zos, pro­fun­di­zan­do su de­ge­ne­ra­ción y en­tran­do en un re­vi­sio­nis­mo abier­to del mar­xis­mo bus­can­do así jus­ti­fi­car su ban­ca­rro­ta.
To­da­vía hoy, a ca­si 20 años de esos acon­te­ci­mien­tos, si­guen es­cu­chán­do­se las que­jas de los hoy re­ne­ga­dos del trots­kis­mo, que en 1989 es­ta­ban ale­gre­men­te abra­za­dos al sta­li­nis­mo, la­men­tán­do­se so­bre que el pro­nós­ti­co de Trotsky “era equi­vo­ca­do”; e in­clu­si­ve afir­man­do que 1989 no ha­bía en la URSS, ni en Chi­na ni en el Es­te de Eu­ro­pa, par­ti­dos trots­kis­tas que pu­die­ran en­ca­be­zar la re­vo­lu­ción po­lí­ti­ca “por­que ha­bía si­do im­po­si­bles cons­truir­los por las te­rri­bles con­di­cio­nes que im­po­nía el do­mi­nio de la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta”. Es­ta úl­ti­ma es la más ba­ja y ras­tre­ra in­ven­ción, pa­ra tra­tar de ocul­tar que no ha­bía en 1989 sec­cio­nes ru­sa, po­la­ca, hún­ga­ra, ru­ma­na, ucra­nia­na, chi­na, etc. de la IV In­ter­na­cio­nal pre­ci­sa­men­te por­que los cen­tris­tas, opor­tu­nis­tas y re­vi­sio­nis­tas usur­pa­do­res de la mis­ma se pa­sa­ron cin­cuen­ta años adap­tán­do­se al sta­li­nis­mo en Oc­ci­den­te. Por­que en con­di­cio­nes un mi­llón de ve­ces peo­res en los ’30, ba­jo el te­rror de la bu­ro­cra­cia sta­li­nis­ta y los jui­cios de Mos­cú, con el fas­cis­mo im­pues­to en Ale­ma­nia, con el sta­li­nis­mo trai­cio­nan­do las re­vo­lu­cio­nes es­pa­ño­la y fran­ce­sa, la IV In­ter­na­cio­nal en el con­gre­so de su fun­da­ción en 1938, tu­vo de­le­ga­dos de la sec­ción ru­sa en re­pre­sen­ta­ción de más de 10.000 mi­li­tan­tes bol­che­vi­ques-le­ni­nis­tas or­ga­ni­za­dos en la clan­des­ti­ni­dad y tam­bién en los cam­pos de con­cen­tra­ción de Sta­lin co­mo los de Vor­ku­ta, Verk­neu­ralsk, que cuan­do eran fu­si­la­dos mo­rían al gri­to de “¡Vi­va Trotsky, Vi­va la IV In­ter­na­cio­nal!”.
Ca­si 20 años han pa­sa­do des­de 1989 y en ese pe­río­do, aquel vie­jo mo­vi­mien­to trots­kis­ta cen­tris­ta y opor­tu­nis­ta que en­ton­ces es­ta­lla­ra por los ai­res, cru­zó de­fi­ni­ti­va­men­te el Ru­bi­cón, de­vi­nien­do en co­rrien­tes abier­ta­men­te re­for­mis­tas, con­ti­nua­do­ras del sta­li­nis­mo y de su es­tra­te­gia de co­la­bo­ra­ción de cla­ses, de la po­lí­ti­ca de fren­te po­pu­lar, del apo­yo a los “im­pe­ria­lis­tas de­mo­crá­ti­cos” y a los bur­gue­ses y mi­li­ta­res “pro­gre­sis­tas”, etc., que se in­te­gra­ron co­mo “ala iz­quier­da” a esa cue­va de trai­do­res que es el Fo­ro So­cial Mun­dial.
Hoy, jun­to con los so­cial­de­mó­cra­tas, sta­li­nis­tas re­ci­cla­dos, cas­tris­tas, bu­ro­cra­cias sin­di­ca­les de to­do pe­la­je, los re­ne­ga­dos del trots­kis­mo com­par­ten la res­pon­sa­bi­li­dad por la tra­ge­dia a la que es­tán sien­do lle­va­das las ma­sas geor­gia­nas, ose­tias, de to­do el Cáu­ca­so y de la pro­pia Ru­sia, por las bur­gue­sías geor­gia­na y Gran Ru­sa, aso­cia­das res­pec­ti­va­men­te y ac­tuan­do tam­bién por cuen­ta de los im­pe­ria­lis­tas an­glo­yan­quis y los fran­co-ale­ma­nes, res­pec­ti­va­men­te.
Por­que fue­ron to­dos ellos los que es­tran­gu­la­ron la lu­cha an­tiim­pe­ria­lis­ta de la cla­se obre­ra de Es­ta­dos Uni­dos y las po­ten­cias eu­ro­peas con­tra la gue­rra de Irak, lle­ván­do­las a los pies de la ONU y de los im­pe­ria­lis­tas “de­mo­crá­ti­cos” y “pa­ci­fis­tas” fran­ce­ses y ale­ma­nes, con­tra el “fas­cis­ta” Bush. Por­que son los que lla­ma­ron a la cla­se obre­ra fran­ce­sa en la se­gun­da vuel­ta de las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de 2003 a vo­tar por el “de­mó­cra­ta” Chi­rac con­tra el “fas­cis­ta” Le Pen. Por­que son los que, des­de den­tro mis­mo, o des­de fue­ra, sos­tu­vie­ron en Ita­lia al go­bier­no im­pe­ria­lis­ta de Pro­di y Ri­fondazzione Comunista que mandó sus tropas al Líbano.
Porque todos ellos, como su “ala izquierda”, sostuvieron a las fuerzas del Foro Social Mundial que expropió el despertar de la clase obrera norteamericana, llevándola a los pies de Obama, Clinton y el Partido Demócrata de los carniceros imperialistas yanquis, salvando al odiado gobierno de Bush en crisis y dando tiempo así al régimen de los “Republicratas” a que avance en recomponer un estado mayor legitimado.
Son los que renegaron de la lucha por la destrucción del estado sionista de Israel, y se arrodillaron ante la política imperialista de “dos estados”. Son los que poniendo un siglo igual entre el imperialismo yanqui y la burguesía talibán de Afganistán o islámica de Irak, se negaron y se niegan a luchar por la derrota militar de las tropas imperialistas y por la victoria de la heroica resistencia de las masas en esas naciones ocupadas.
Son los que sostuvieron en América Latina a Chávez y Fidel Castro y su farsa de “revolución bolivariana” con la que se estranguló la revolución en Argentina y Ecuador, se la expropió en Bolivia, y se expropió, en todo el continente, la lucha revolucionaria y antimperialista de las masas. Porque son los que así, allanaron el camino para que hoy la burocracia castrista acelere al máximo su plan de restauración capitalista en Cuba. La bancarrota de los renegados del trotskismo, liquidadores de la IV Internacional, es total.
Frente a los agudos acontecimientos de la lucha de clases mundial, frente a la guerra del Cáucaso que confirma que ha comenzado la carrera final entre las potencias imperialistas por la repartija de Rusia y China, la tarea más importante de los trotskistas internacionalistas es poner todas nuestras fuerzas al servicio de la resolución de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado. Es decir, es poner todas nuestras fuerzas en la lucha por conquistar un nuevo Zimmerwald y Kienthal del siglo XXI, una Conferencia internacional que agrupe, bajo el programa y las lecciones de los tests ácidos de la lucha de clases mundial –como son la crisis de la economía mundial capitalista imperialista, la cuestión cubana, colombiana y boliviana; la crucial guerra del Cáucaso, la cuestión norteamericana y la guerra en Irak y Afganistán, entre otros- a los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarias.
Un nuevo Zimmerwald y Kienthal que, declarándoles una lucha sin cuartel a todas las direcciones traidoras y reformistas, incluidos los renegados del trotskismo, constituya un centro internacional para refundar el partido mundial de la revolución socialista bajo el legado y las banderas de la IV Internacional de 1938.
Un nuevo Zimmerwald y Kienthal que marque a fuego, como una tarea de primer orden de los marxistas revolucionarios y del proletariado mundial, la tarea de refundar el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky en Rusia y en todo el territorio de la revolución de Octubre de 1917, sobre la base del programa y las lecciones de la IV Internacional fundada en 1938 que no fue más que la continuidad del bolchevismo en la resistencia, en la noche negra del fascismo, del stalinismo y de los umbrales de la segunda guerra mundial interimperialista.
Porque no habrá en Rusia y en las ex repúblicas de la URSS nuevas “Revoluciones de Octubre” que restauren la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, si no se refunda el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky, el único partido que, como parte de la III Internacional revolucionaria y a la cabeza del poder de los Soviets, otorgó el derecho incondicional a su autodeterminación nacional a todas las nacionalidades oprimidas por el zarismo y demostró ser capaz de unir a obreros georgianos, osetios, rusos, chechenos, ucranianos, azeríes, armenios, tadjikos y de todas las nacionalidades y lenguas, en defensa de la Revolución de octubre, en el Ejército Rojo que, dirigido por León Trotsky, derrotara a 14 ejércitos imperialistas que cercaban a la naciente República de los Soviets.
La guerra del Cáucaso marca el inicio de horas decisivas para la clase obrera mundial. La tarea de los revolucionarios internacionalistas es poner todas las fuerzas al servicio de devolverle al proletariado, bajo las condiciones de crisis, crac, guerras, fascismo, revolución y contrarrevolución, su dirección histórica: ¡manos a la obra, por un nuevo Zimmerwald y Kienthal del siglo XXI, en el camino de refundar el partido mundial de la revolución socialista bajo el legado y el programa de la IV Internacional de 1938, y el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky en el territorio de la gloriosa Revolución de Octubre de 1917! •


 

 

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Organizador Obrero Internacional N°9

 


Tanques rusos entran a Georgia

 


Saakashvili junto al
canciller francés, Kouchner

 

 


1999: Grozny, capital de Chechenia,
destruida a bombazos por las tropas rusas

 


Dick Cheney, vicepresidente de Bush y su socio menor, el cipayo Saakashvili de Georgia

 


Putin y Medvedev