21 de octubre de 2015
El programa del FIT y los planteos de Del Caño son producto de la “renovación” que es una sistemática revisión de la teoría marxista A propósito del carácter internacional de la lucha de clases Cuando la revolución proletaria es controlada, sacada de escena o recibe golpes contrarrevolucionarios producto de las traiciones de la dirección de la clase obrera, el revisionismo surge como parte de esto para asentar las derrotas y que la clase obrera no pueda sacar lecciones revolucionarias que preparen la venganza. El reformismo avanza y se cristaliza sobre la base del revisionismo y la destrucción del marxismo revolucionario formando y preparando los dirigentes y cuadros que, en nombre de la “izquierda”, sostengan por izquierda el régimen capitalista y sus instituciones. Hemos podido escuchar al PTS y de boca de sus principales dirigentes, descomponiendo la conciencia de miles de luchadores, decir que “la lucha de clases es internacional por su contenido, y nacional por su forma” (Entrevista a la dirección de la Fracción Trotskistas publicada el 22 de mayo por La Izquierda Diario). Los Trotskistas afirmamos, contra esta charlatanería, que la lucha de clases es internacional por su contenido y por su forma, como ya lo han demostrado las luchas internacionales por la jornada de 8 horas; por la Revolución Rusa y en su defensa; contra la guerra; contra el fascismo; y en toda lucha seria que el proletariado llevó adelante contra la burguesía, y también la historia ha demostrado que sus derrotas son productos de que se abortó su lucha internacional y se la sometió país por país. Estamos ante una abierta falsificación del trotskismo, puesto que la toma del poder, la insurrección y la revolución, son internacional por su contenido, por ser parte de la revolución socialista mundial; y nacional por su forma, puesto que la toma del poder mediante una insurrección se realiza en un país determinado, destruyendo los estados burgueses nacionales y no en el mundo en general. Todo este veneno revisionista es en realidad lo que justifica su nacionalismo putrefacto y su completo sometimiento al régimen burgués semicolonial argentino. Su tesis es que el capitalismo avanza, que se puede mejorar el nivel de vida en la situación actual de bancarrota del sistema capitalista. Que con luchas sindicales de presión y parlamentarios de izquierda en el régimen burgués se le puede arrancar conquistas al sistema capitalista. Por lo tanto, esta corriente hace rato ha renunciado, como los mencheviques y el estalinismo, de poner en pie una estrategia soviética para revolución proletaria. Por ello esta escuela de falsificaciones no se detiene, y no solo revisa el carácter internacional de la lucha de clases, sino también plantea la tesis menchevique de que “el movimiento obrero es fuerte por su número”, y no –como lo define el marxismo revolucionario- por su rol en la producción. En la vieja Rusia, bajo la dirección de un partido revolucionario, 10 millones de obreros dirigieron a 150 millones de campesinos en la revolución de octubre, porque los obreros eran los únicos que manejaban en las ciudades a los bancos, las fábricas, la electricidad, y pudieron resolver los problemas de las masas campesinas. Es que su verdadero modelo es el laborismo inglés: grandes partidos socialdemócratas. El apotegma chapucero de estos dirigentes es: “cada vez hay más obreros. Pocos “socialistas” hablamos con más trabajadores, con miles de ellos, para que estos miles después hablen de socialismo con millones y así los parlamentarios del FIT conseguirán los votos y la victoria”. Se trata para esta gente entonces, de hablar con millones y no de organizar a millones para el combate. Miles que hablan con millones para hacer grandes partidos impotentes a los pies del régimen burgués, es la negación de la lucha de construir partidos leninista de combates para la insurrección proletaria. Martin Guerrero
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