En las grandes cadenas de supermercados los trabajadores son obligados a trabajar jornadas completas porque la concurrencia a ellos es continua. Se forman filas interminables de clientes desde las 6 de la mañana hasta el atardecer ininterrumpidamente, para poder abastecerse de lo mínimo necesario para hacer frente a la cuarentena obligatoria y combatir el avance del virus COVID-19. En tanto que, en los supermercados de los barrios obreros, los que concurren a comprar allí son trabajadores informales y desocupados que no tienen acceso a compras online ni mucho menos a realizar una gran compra para abastecerse por una semana. En los barrios, los trabajadores viven al día y muchos de ellos se abastecen con la tarjeta alimentaria que no alcanza para nada. Además, los productos que se reponen no entran en las promociones de “precios cuidados”. Por lo general se reponen productos de las primeras marcas, y todos los días se remarcan los precios. Esto así no se aguanta más.
Los productos de primera necesidad para prevenirse del contagio de coronavirus brillan por su ausencia tanto en góndola como para los propios empleados. Desde el día que se decreto la cuarentena obligatoria, en los supermercados han respuesta una sola vez alcohol etílico, que duro en góndola un día este ultimo sábado. Desde entonces no se repuso más. Y el único que pusieron a la venta tenía un costo de $95 por 500 cc, dejando llevar no mas de 1lts por persona.
A todos los trabajadores de los grandes supermercados: de limpieza, de caja y repositores, no se les suministran guantes descartables, ni barbijos, y en la mayoría de los casos ni alcohol en gel. Ni hablar en los supermercados de los barrios. En aquellos donde si se cuenta con estos elementos, se los mezquinan, si los empleados los solicitan alegan que hay faltante o que no les llegan y a aquellos trabajadores que se niegan a trabajar sin protección, tanto cajeros, repositores y/o personal de maestranza, son amenazados con sanciones y hasta suspensiones sin pago. Es que los gerentes y encargados, con un cinismo atroz, les plantean a los trabajadores que queda a criterio de cada uno su utilización adecuada. Recién comenzaron a aparecer los insumos de higiene necesarios para la prevención (alcohol en gel, mascarillas y guantes) en aquellas sucursales que fueron inspeccionadas por entidades gubernamentales.
El 26/3 último en la redacción de “Multimedio En La Mira” recibieron denuncias de empleados de la sucursal de COTO Sarandí, en Avellaneda por un posible caso de Covid-19 autóctono de una empleada de la misma sucursal que se encuentra internada en una clínica de la zona a la espera de la confirmación del diagnóstico. Hay temor de los empleados por contagio. Esto provoco el endurecimiento de las medidas de ingreso del personal al que les miden la temperatura antes de ingresar y ante algún síntoma o malestar los envían de regreso a sus casas sin prestarles la mínima atención medica ni garantizándoles los controles médicos previos o correspondientes. Es que los ritmos de trabajo son continuos y constantes, han suspendido vacaciones programadas de antes de la cuarentena, y hasta en algunos casos los francos semanales, haciendo trabajar a sus empleados de 7 a 10 días de corrido, la exposición al contagio es cada vez mayor debido al continuo contacto con el público y el agotamiento físico, en el que ya hay trabajadores licenciados, pero sin diagnóstico certero.
En el caso de maestranza, en su gran parte un servicio tercearizado, la prestación de salud está suspendida, los consultorios médicos y las oficinas administrativas están cerradas por la cuarentena y en aquellos prestadores que atienden, requieren el carnet actualizado mensualmente y el ultimo recibo de sueldo para darles prestación, o cobran la consulta por encima de los $500, por dar tan solo un ejemplo.
A toda esta condición laboral se suma la restricción de circulación, teniendo que sortear el control policial donde exigen el permiso sellado y firmado por la gerencia del establecimiento y en el propio transporte el control de la federal y los mismos trabajadores tanto los guardas como el personal de limpieza y seguridad de los mismos, solo es permitido el traslado a aquellos trabajadores en blanco y con el debido permiso exigido. Esta situación debe ser atravesada por los trabajadores todos los días tanto para la ida como para el regreso a sus hogares.
Estos establecimientos, exentos de la cuarentena, fueron decretados servicios esenciales, pero son uno de los principales focos de contagio y propagación del coronavirus. La negligencia patronal y la decidía, su sed incesante de ganancias son actos de un crimen social desgarrador, como ya lo demuestra la masacre en Italia y el resto de Europa. A estos parásitos solo les interesa seguir acrecentando ganancias a toda costa, inclusive sacándole provecho a la pandemia.
Esta es la situación de los trabajadores de supermercados mientras los patrones y gerentes no corren ningún riesgo y de todas formas hacen fortunas en media de la pandemia, ya que además son subsidiados por el gobierno con millones. Los únicos que arriesgan el salario, el trabajo y sus vidas somos los trabajadores. Esto es así porque el coronavirus nos enferma y este podrido sistema capitalista nos mata.
Por eso es urgente que los trabajadores tomemos esta crisis social en nuestras manos, hay que incautar de forma inmediata los alimentos, el alcohol en gel y todos los insumos básicos. Hay que expropiar sin pago todos los depósitos de los grandes supermercados y los establecimientos bajo control de un comité de trabajadores y consumidores, y eliminar la cadena de comercialización y todos los intermediarios para formar un Sistema Único de Abastecimiento para el pueblo pobre.
Trabajador de supermercados, corresponsal de Democracia Obrera